Charla de Dna. Marta Lloves sobre "Resolución de conflitos"

O vindeiro mércores día 4 de Marzo, ás 18:00 horas terá lugar unha nova charla da nosa Escola de Pais.
Achegarase ao noso colexio Dna. Marta Llovesprofesora de E. Primaria e E. Especial, terapeuta educativa e especialista en traballo con familias a falar de:



Resolución de conflitos


O neno abúrrese

Autor: Toño Fraguas

¿Qué locura es ésta? Los niños se suben en el coche y ya piden el DVD. Se sientan a comer y quieren el móvil o la tableta de los padres. En cualquier momento y lugar exigen entretenimiento instantáneo. Si hay algún mayor desprevenido, el zagal vendrá a exigirle que juegue con él. ¿Desde cuándo empezó a ser problema de los adultos que los niños se aburran? De toda la vida de Dios, si los niños se aburrían, era su problema, pero de alguna manera (¿alguien sabe cómo?) han conseguido hacerlo nuestro.
“Cuando el Diablo se aburre mata moscas con el rabo”, dice el refrán (que viene a significar que incluso cuando no sabe qué hacer el Diablo hace el mal). Quizá es lo que deben de tener en mente muchos adultos cuando se desviven para que sus retoños no caigan en el aburrimiento. No vaya a ser que se les ocurra hacer algo. Pero eso es precisamente lo que tiene que pasar: tienen que aburrirse y poner en funcionamiento el magín.
Y si se les ocurre alguna trastada y la hacen… pues mejor. Si les pillamos, bronca y, si no, que les quiten lo bailao. ¿Acaso no queremos que los niños desarrollen su iniciativa y cultiven diversas destrezas? Es mejor un niño travieso que un niño que no sabe divertirse solo, creo. Y me pregunto con angustia si todavía queda en este mundo algún niño travieso (o sea, con la imaginación y la capacidad organizativa suficientes para pergeñar y ejecutar una trastada).
Quizá hemos hecho un flaco favor a los niños convirtiéndolos en el centro constante de atención. Porque, o bien los anulamos plantándoles una pantalla delante, o bien los anulamos por la vía de estar presentes en su juego, dirigiendo su ocio y modulando (cuando no coartando) su iniciativa. Y claro, ellos se toman la revancha: cualquier reflexión de un adulto, y cualquier discurso de éste ante otros adultos, se interrumpirá de inmediato si un retoño profiere algún sonido o hace alguna monería. Los niños merodean en las tertulias de adultos intentando llamar la atención. Y lo logran. Y si no lo logran, lloran. Y entonces lo logran. Son como esas llamadas de teléfono a las que el funcionario o el empleado del banco da prioridad, para desesperación y asombro de los desgraciados que hayan decidido acudir en persona a hacer los trámites.
“Niño, no interrumpas. Si te aburres, búscate la vida”. Qué gran favor suponen estas palabras para todos. Con ellas estamos invitando al retoño primero a escuchar y (si se aburre de la conversación de los mayores) también a crearse su propio mundo de entretenimiento. A buscar dentro de sí mismo. A jugar a solas o con los hermanos (si los tiene y aunque sean de otras edades) y los amigos. Por supuesto nadie dice que no haya que jugar con ellos. Hay que hacerlo, pero que no lo den por sentado. Que sea un premio. Que no cuenten con ello. Que su diversión no dependa de la mirada o la participación de un adulto.
La hiperdependencia lúdica de los niños tiene un efecto colateral del que aún desconocemos las consecuencias. Cada vez menos niños miran ya el paisaje en los largos viajes en coche. Antes del surgimiento del DVD portátil, del móvil y la tableta, los niños cantaban canciones que debían recordar de memoria (no estaban en el CD) o jugaban a juegos que requerían imaginación (Veo-Veo) o inventaban historias, o escuchaban la música de los mayores…
Además, a través de esa pantalla mágica que es la ventanilla del coche, cuando uno era pequeño, descubría montes, ovejas, ruinas, cuervos, tractores, riscos, choperas, colores y sombras de nubes que lamían los sembrados… y cuando el coche iba llegando a una ciudad, fábricas, desguaces, naves industriales, moteles… y luego, los arrabales: las casas donde vive gente pobre. Los tejados de uralita, los solares de columpios oxidados donde quizá nuestros ojos de niño se cruzaban con los de otro niño. Un niño de otro mundo. Y nos poníamos en su lugar. Ahora ya no. El niño del columpio oxidado mirará al del monovolumen. Y el del monovolumen estará viendo cualquier cosa en el DVD portátil. Y no sabrá qué es un rebaño de ovejas (aunque se esté convirtiendo en una).

Dunha mestra aos pais

Recollo esta lectura do blog https://madredemarte.wordpress.com, un dos máis interesantes no tocante ao mundo da adopción.


Hace unos días llegó a mis manos este artículo, escrito por Amy Murray, la directora de educación infantil en la Calgary French & International School en Canada. Me tocó muy de cerca. Ese niño, el que pega, el que interrumpe, el que molesta… es, muchas veces, alguno de mis hijos. Ojalá sus maestros hubieran tenido la mirada de la maestra que escribió esta carta.
Queridos padres:
Lo sé. Estáis preocupados. Cada día, vuestro hijo llega con una historia sobre ESE niño. El que está siempre golpeando, empujando, pellizcando, molestando, quizás incluso mordiendo a otros niños. El que siempre va de mi mano en la fila. El que tiene un lugar especial en la alfombra, y a veces se sienta en una silla en vez de en el suelo. El que tuvo que dejar de jugar con bloques porque los bloques no son para lanzar. El que se subió a la valla del patio en el momento exacto en el que yo le decía que parara. El que tiró la leche de su compañero al suelo en un arranque de rabia. A propósito. Mientras yo le miraba. Y luego, cuando le pedí que lo limpiara, vació la caja de pañuelos ENTERA. A propósito. Mientras yo le miraba. El que soltó la más terrible palabrota en la clase de gimnasia.
Os preocupa que ESE niño desmerezca el aprendizaje de vuestro hijo. Os preocupa que absorba mucho de mi tiempo y energía, y que vuestro hijo salga perdiendo. Os preocupa que algún día le haga daño a alguien. Os preocupa que este “alguien” pudiera ser vuestro hijo. Os preocupa que vuestro hijo empiece a usar la agresión para conseguir lo que quiere. Os preocupa que vuestro hijo empeore sus resultados porque quizás yo no me dé cuenta de que le cuesta sujetar el lápiz. Lo sé.
Vuestro hijo, este año, en esta clase, a su edad, no es ESE chico. Vuestro hijo no es perfecto pero suele seguir las reglas. Es capaz de compartir los juguetes sin pelear. No lanza muebles. Levanta la mano para hablar. Trabaja cuando es la hora de trabajar y juega cuando es la hora de jugar. Se puede confiar en que vaya directamente al baño y regrese sin engaños. Cree que las peores palabrotas son “estúpido” y “tonto”. Lo sé.

Fijaos, me preocupo todo el tiempo. Sobre TODOS ellos. Me preocupo por las dificultades de vuestro hijo con el lápiz, por cómo lee las letras otro, por la timidez de esa chiquitina, y porque hay otro que lleva siempre la caja del desayuno vacía. Me preocupa que la chaqueta de Gavin no abrigue lo suficiente, y porque el padre de Talitha le grita por dibujar la B del revés. La mayoría de mis desplazamientos en coche y duchas las dedico a estas preocupaciones.
Pero, lo sé, quereis hablar sobre ESE niño. Porque la B invertida de Talitha no le va a poner un ojo morado a vuestro hijo.
Yo también quiero hablar de ESE niño, pero hay muchas cosas que no puedo contaros.
No puedo contaros que le adoptaron en un orfanato a los 18 meses.
No os puede decir que está haciendo una dieta para descartar alergias alimentarias, y que tiene hambre TODO EL TIEMPO.
No os puedo contar que sus padres están en medio de un horrendo divorcio, y que está viviendo con su abuela.
No puedo contaros que empieza a preocuparme que la abuela beba…
No te puedo contar que la medicación para el asma le agita.
No puedo contaros que su madre es monoparental, y por esto entra en el colegio cuando abre la acogida matinal y se queda hasta la acogida vespertina, y después el viaje hasta casa les lleva 40 minutos y por esto duerme menos que muchos adultos.
No puedo contaros que ha sido testigo de violencia doméstica.
De acuerdo, decís, entendeis que no puedo compartir información personal o familiar. Sólo queréis saber qué estoy HACIENDO al respecto de su comportamiento.
Me encantaría decíroslo. Pero no puedo.
No puedo contaros que va a logopedia, que han descubierto un retraso severo del lenguaje y que los terapeutas piensan que las agresiones tienen que ver con la frustración por no ser capaz de comunicarse.
No puedo contaros que me veo con sus padres CADA semana, y que ambos habitualmente lloran en estas reuniones.
No puedo contaros que el niño y yo tenemos una señal secreta con las manos para que me diga cuando necesita sentarse solo un rato.
No puedo deciros que pasa el descanso acurrucado en mi regazo porque “me hace sentir mejor oír tu corazón, señu”.
No puedo contaros que he estado rastreando meticulosamente sus incidentes agresivos durante 3 meses, y que se han reducido de 5 incidentes al día, a 5 por semana.
No puedo contaros que la secretaria del colegio ha aceptado que le mande a su despacho a “ayudarla” cuando me doy cuenta de que necesita un cambio de escenario.
No puedo contaros que me he puesto de pie en una reunión de docentes y que, con lágrimas en mis ojos, les he ROGADO a mis compañeros que le echen un vistazo extra, que sean amables aunque se sientan frustrados de que haya vuelto a pinchar a alguien, y esta vez, JUSTO DELANTE DE UN PROFESOR.
El asunto es que hay TANTAS COSAS que no puedo contaros sobre ESE niño. Ni siquiera lo bueno.
No puedo contaros que su trabajo en el aula es regar las plantas y que lloró con el corazón roto cuando una de las plantas no sobrevivió a las vacaciones de Navidad.
No puedo contaros que despide a su hermanita con un beso cada mañana, y le susurra “eres la luz de mi vida”, antes de que mamá se aleje con el carrito.
No puedo contaros que sabe más sobre tormentas que muchos meteorólogos.
No puedo contaros que a menudo se ofrece para sacar punta a los lápices durante el recreo.
No puedo contaros que estruja al pelo de su mejor amiga en el descanso.
No puedo contaros que, cuando algún compañero llora, cruza el aula para ir a buscar su cuento favorito desde el rincón de las historias.
El asunto es, queridos padres, que solo puedo hablaros de VUESTRO hijo. Así, lo que os puedo decir es esto:
Si nunca, en cualquier momento, VUESTRO hijo se convierte en ESE niño…
No compartiré vuestros asuntos personales con otros padres de la clase.
Me comunicaré con vosotros con frecuencia, y con amabilidad.
Me aseguraré de que haya pañuelos cerca en nuestras reuniones, y si me dejais, os sujetaré la mano mientras lloráis.
Defenderé que vuestro hijo y vuestra familia reciban los servicios especializados de mayor calidad, y cooperaré con estos profesionales en la mayor medida posible.
Me aseguraré de que vuestro hijo reciba amor y mimos extras cuando más lo necesite.
Seré la voz de vuestro hijo en la comunidad escolar.
Seguiré, pase lo que pase, buscando y descubriendo, todas las cosas buenas, asombrosas, especiales y maravillosas de vuestro hijo.
Os recordaré a él y a VOSOTROS de estas cosas buenas asombrosas especiales maravillosas, una y otra vez.
Y cuando otro padre se acerque, con quejas sobre VUESTRO hijo…
Le contaré esto, una y otra vez.
Con mucho cariño,
La maestra.

Temos que axudar aos nosos fillos/as cos deberes?


Publicado coa autorización da revista Ollos de aula (http://www.coordinadoraendl.org/)
Autora: Mª Teresa Díaz López

 Temos que axudar aos nosos fillos/as cos deberes? Esta é unha dúbida comprensible, sobre todo se pensamos na importancia do labor das familias, xunto co da escola, na formación dos hábitos de estudo. 
  A axuda nas tarefas debe variar en función da idade, do ritmo de traballo e das posibles dificultades, pero sempre tenderemos a que traballen de xeito autónomo, coa menor intervención pola nosa parte (especialmente a partir do primeiro ciclo de Primaria). No caso de dificultades coa lectura ou coa comprensión, axudaremos un pouco máis. O noso labor será, pois, o de supervisar, o que non implica estar presente todo o tempo, nin facer o traballo con eles. Nunca debemos borrar, arrancar follas, dicirlles que o fan mal ou falar mal do profesorado que manda as tarefas. Pero axudar tamén é proporcionarlles un espazo ordenado, ben iluminado, sen moitos elementos que distraian, cunha cadeira e unha mesa axeitadas á idade e cun horario escolar situado en lugar visible. Débese ter o costume de consultar diariamente a axenda para ver que tipo de tarefas traen para facer e así establecer un plan de traballo: que tes que facer, para cando, por onde vas empezar… É bo tamén que dispoñan dun horario de actividades da tarde, onde o estudo ocupe un tempo, pero cun límite razoable que non impida outras tarefas. Cando hai dificultades para manter a atención ou para organizarse, haberá que repartir o traballo en períodos máis curtos e a supervisión será máis constante. 
  O tempo dos deberes non ha de ser unha loita diaria nin ocupar máis tempo do necesario. Se ocorre isto, o rendemento dos nosos fillos/as non é bo e debemos coñecer as causas. O orientador/a é a persoa indicada para axudarnos en cada caso.

Como estimular a intelixencia emocional

Publicado coa autorización da revista Ollos de aula (http://www.coordinadoraendl.org/)
Autora: Mª Dolores González Piñeiro

QUE É A INTELIXENCIA EMOCIONAL?

A intelixencia emocinal refírese á capacidade de recoñecer os nosos propios sentimentos e os alleos, de motivarnos e de manexar ben as emocións, en nós mesmos e nas nosas relacións.

ESTRATEXIAS PARA ESTIMULAR A INTELIXENCIA EMOCIONAL

- Ensinarlles a dar nome e recoñecer os sentimentos e/ou emocións. Son de grande axuda os xogos, contos, tarxetas con debuxos, etc. Aproveitar o espazo de contar contos para que os nenos/as poidan identificar as diferentes emocións dos personaxes. Axudarlles a que debuxen os rostros dos personaxes ilus-trando a emoción que están sentindo. 

- Deixar que os nenos/as expresen os seus sentimentos e emocións. Como adultos, escoitar e expresar as propias. 

- Relacionar xestos faciais con sentimentos: por exemplo, se te ris, dicirlles que este sentimento é ledicia. Se mostras unha cara triste é porque non che gusta o que está pasando. É fundamental que os nenos/as poidan aprender a “ler” as caras das persoas coas que interactúan para entender como se están sentindo e, eventualmente, de ser necesario, modificar a súa conduta. 

- Ensinarlles que na vida non sempre se pode ter todo o que queremos. Deben aprender a esperar. É importante o autocontrol e autodominio.

- Ensinarlles que cando se ten un problema, o primeiro que hai que facer é reflexionar e logo actuar dunha forma pacífica, sen mancar a outras persoas para solucionar o problema.

- Ensinarlles que hai que preocuparse por un mesmo, coidarse, pero tamén polas outras persoas. Aplaude cando o teu fillo/a aprenda, traballe ou xogue en equipo.

- A capacidade de automotivarse e posteriormente motivar as outras persoas está intimamente ligada co optimismo e a autoestima. Un neno/a que recibe recoñecemento polo que fai, raramente será agresivo e pesimista.

- Ensinarlles a pedir perdón cando realizan unha acción negativaNas relacións sociais, ensinarlles aos nenos/as que a mellor maneira de solucionar conflitos é conversando, non agredindo nin física nin verbalmente a outra persoa.
- Conversar cos nenos/asO ideal é que os valores fundamentais sexan proporcionados desde a familia e a escola. Axudalos a comprender a realidade, propoñendo xuízo crítico.

- Felicitar o neno/a cada vez que enfronte unha emoción negativa de maneira adecuada, é dicir, utilizando unha das técnicas
que se lle ensinaron ou que xurdiu del mesmo.
Isto axudará a que o neno/a faga consciente a súa aprendizaxe e, consecuentemente, automatice xeneralizándoa a situacións novas. Ademais, mellorará en optimismo e autoestima.

¿Estudiar con los hijos o ayudar a que los hijos estudien?

CARLOS PAJUELO (http://blogs.hoy.es/escuela-de-padres/)
PUBLICADO CON LA AUTORIZACIÓN DEL AUTOR

Ahora que el curso vuelve a reiniciarse,  ahora que los lunes vuelven a ser lunes y las vacaciones de navidad pasan a ser las pasadas navidades, ahora  que el bullicio de las vacaciones deja paso a  la rutina de lo cotidiano, me estoy acordando de los padres que mientras recogen los adornos navideños, dejan escapar algún que otro suspiro  seguido de un “¿qué te pasa?”, “¿que qué me pasa?,  que mañana tenemos que estudiar el relieve de interior”
Es curioso ver como en estos últimos años entre los temas de conversación que tenemos entre los padres abundan los contenidos curriculares,  los estudios de nuestros hijos. Así se puede escuchar a algunos disertando sobre las diferencias entre páramos, vegas y campiñas, esos padres son los que tienen a los hijos en 5º de Primaria.
Y si la conversación versa sobre la amplitud del ángulo resultante de dividir la circunferencia en 360 partes iguales, podrás escuchar a una madre, ufana, apostillar, “tú a lo que te refieres es a  los grados sexagesimales”, esa es madre de una de 2º de la ESO, y si los ves muy ansiosos y hablando de Pericles, los Sofistas y Platón, sin duda esos son padres de los de 2º Bachillerato.
Está demostrado que la implicación, el interés y la actitud de los padres ante los estudios de sus hijos influyen positivamente en la conducta de los hijos frente a los estudios.
            Implicación y actitud no deben de confundirse con padres haciendo de profesores particulares de sus hijos.
El dilema que se nos presenta a los padres es el siguiente: ¿Estudiar con los hijos o ayudar a que los hijos estudien?
El tema de los estudios es una de las mayores preocupaciones que muchos padres tienen en estas edades, quizás porque el éxito académico de los hijos es un buen antídoto para calmar los temores por el futuro, y  por otra parte porque también creemos, erróneamente, que las notas van asociadas a la idea, al sentimiento, de ser buenos padres.
Es como si las notas trimestrales realmente no evaluaran el trabajo realizado por nuestros hijos, sino nuestra pericia como educadores. Sea por lo que fuere el caso es que en muchas de nuestras casas se preparan “tardes toledanas” a costa de los páramos, los grados sexagesimales y Pericles, los Sofistas y Platón.
Estudiar es un hábito, como lavarse los dientes después de comer o hacer la cama antes de irse al colegio. Un hábito no se adquiere de la noche a la mañana, requiere práctica y más práctica. Además, los hábitos están influidos por las características peculiares de la persona que lo realiza.
El papel de los padres es el de inculcar ese hábito, el de señalar que es el momento de realizar ese hábito, el de facilitar que se pueda realizar y el de reforzar su ejecución.
Y dejar claras también cuales son las consecuencias que tienen para nuestros hijos la práctica, o no, de dichos hábitos. Consecuencias que necesariamente tienen que ser de aquí y ahora y no esas vaguedades del futuro: “vas a ser un desgraciado”, “un fracasado”, un “don nadie” que, por lo general, asustan más a quién lo dice que al que lo escucha.
¿Cuál es nuestro objetivo como padres?, ¿que nuestros hijos sean autónomos en el estudio o que aprueben el próximo examen?  Si queremos que sean autónomos tendremos que dar los pasos para que nuestros hijos se responsabilicen de que estudiar es una tarea que les compete, fundamentalmente, a ellos.
Si por el contrario lo que queremos es que aprueben el examen cercano, pues entonces tendremos que ponernos a estudiar con ellos.
Hay muchos padres que han acostumbrado a sus hijos a que estudien en su compañía, de tal manera que son los hijos los que dicen eso de “mamá, venga a estudiar”, y los padres nos quedamos con unas ganas de decirles eso de “que me dejes”.  Pero allí estamos, sentaditos a su lado, leyendo la lección, explicándola, desmenuzándola , y de esta manera puede que nuestros hijos aprueben, o no,  pero no aprenden a estudiar. Aprenden a que les resumamos las ideas más importantes, aprenden a que les busquemos la información relevante, aprenden a aprobar,  pero también les enseñamos  que ellos solos no pueden, les enseñamos a ser dependientes, a sentirse un tanto incapaces.
Estudiar con los hijos también genera en numerosas ocasiones un montón de conflictos, “atiende”, “no te enteras”, “así no”, y la oportunidad de pasar unas tardes “de los nervios” inolvidables. Pero por otro lado nos permite en las conversaciones con vecinos, amigos y familiares, decir eso de “el fin de semana que viene igual nos vamos al páramo”. El saber no ocupa lugar.
muy relacionado con los estudios están las  notas, al final siempre vendrán las notas, y a veces nuestros hijos, que son mucho más que las notas que obtienen,  y que se han esforzado o no,  y que han estudiado o no, nos enseñan sus notas. Sus notas aprobadas, o notableadas y nosotros vamos y les soltamos eso de “está bien, PERO TU ERES DE SOBRESALIENTE”. ¡¡¡Toma ya!!!. Y nosotros como padres ¿somos de sobresaliente?

Un bo anuncio sobre o exemplo que somos

Atopamos este anuncio que nos amosa claramente que non debemos esquecer que educamos máis co exemplo que coa palabra.


Charla sobre Asperger

Finalmente a charla sobre a síndrome de Asperger que anunciabamos hai uns días celebrarase o martes 24 de febreiro ás
17´15 horas. Será impartida pola psicóloga Maria Pacin, directora de Litus Psicólogos, especialistas en TEA (trastorno do espectro autista). 
Están convidados todos os pais e nais do centro que o desexen.
Subliñamos tamén que esta charla parte dunha idea da ANPA, no que desexamos se convirta nunha frutífera colaboración entre esta asociación e a Escola de Pais.