A importancia de ler en casa

Unha guía escrita por Antonio Ventura onde nos fala da importancia de conseguir xermolar nos nosos fillos o amor polos libros. Nesta pequena guía ofrécenos unhas indicacións de como conseguilo.

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Tarefas en casa

E se o imprimimos e o poñemos na parede do seu cuarto?...


Adolescencia: poñer límites

Adolescencia: discusións

Adolescencia: consellos para mellorar a comunicación

Aprender a estudar

Aquí tedes unha boa páxina web onde aprender algunhas cousas sobre como estudar. Unha morea de consellos sobre os apuntamentos, os esquemas, os exames, as exposicións orais... Unha páxina máis que interesante.

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¿Han de ayudar los padres a hacer los deberes?

Republicado con autorización de su autora (http://www.psicologascalzadaponce.com/)


Un niño pasa muchas horas en el colegio, es una de las partes más importantes de su vida. Necesitan saber que sus padres se implican y se interesan por lo que allí pasa: sus amigos, los juegos, las actividades, sus profesores, sus deberes etc.
A todos los padres les gusta que sus hijos vayan bien en el colegio y saquen buenas notas, incluso muchos padres piensan en el futuro de sus hijos imaginando qué carrera escogerán o en que trabajarán, pero en todo este proceso muchas veces los padres tienen dudas: ¿hay que  ayudar a los niños con sus deberes?, ¿Cuál es la labor de cada uno, del niño, del profesor y de los padres? ¿Qué pasa cuando no quieren estudiar? ¿Y si se olvidan frecuentemente de los deberes? ¿Hasta dónde, como padres, hay que implicarse en las cosas del colegio?
Habrá cosas del colegio que como padres nos gusten más o nos gusten menos, y ntre ellas puede estar la cantidad de deberes que los niños llevan a casa. Los niños han de saber que cada curso y cada profesor serán distintos y que habrá veces que les mandarán más tareas y otras que les exigirán menos. Pero el colegio no solo son los deberes, es un conjunto de cosas y como tal debemos aceptar el conjunto.
Algunas cosas importantes que los padres han de trasmitir a un niño durante sus años de colegio
-          Que el objetivo de los deberes es ayudarle a él a averiguar si entiende lo que ha aprendido en clase, así como a crear un hábito de estudio.
-          Que al colegio se va a aprender, esto significa que muchas veces no sabrán cosas y que uno se puede equivocar. Por lo tanto equivocarse es parte del aprendizaje.
-          Que los profesores están para enseñar y resolver dudas, y que se les puede preguntar cuando uno no entiende algo.
-          Que ellos mismos son los responsables de sus tareas y exámenes
¿Qué actitud de los padres ayuda a los hijos?
-          Dejar que el niño se responsabilice de su trabajo. Esto no significa falta de interés. De hecho. se puede mostrar interés de muchas maneras, por ejemplo, preguntándole sobre los ejercicios que está haciendo, diciéndole que  lea en voz alta sobre lo que está aprendiendo, preguntándole la lección una vez que ya ha estudiado.
-          Ayudándole a entender porque cada asignatura es importante.
-          Alentarle a llevar al día sus estudios, mostrándole las ventajas de hacerlo de esta manera.
-          Hablar con él sobre temas que estudia para que de esta manera amplíe su nivel de conocimiento, aprovechando por ejemplo alguna noticia de la tele, algún viaje que se haga en familia, alguna visita cultural etc.
-          Darle recursos que le ayuden a organizarse, por ejemplo organizar la mesa de estudio, mostrarle la utilidad de diferentes herramientas para buscar información: diccionario, internet…
-          Mantener el contacto con el tutor teniendo entrevistas a lo largo del curso.
-          Motivar al niño reforzando su buena conducta ante los estudios, valorando no solo los resultados sino también el esfuerzo.
-          Reflexionar acerca de nuestro comportamiento en relación a los estudios y los deberes, ya que como padres transmitimos muchos mensajes con nuestra actitud, nuestras expectativas, preocupaciones etc. Pensar sobre ello nos hará darnos cuenta de muchas cosas, por ejemplo, si estamos ejerciendo mucha presión, si le damos demasiada importancia a este tema dejando de lado otros o por el contrario, si le damos poca importancia y estamos mostrando desinterés.
-          Transmitir a los niños una imagen positiva del estudio y tratar de que su papel en el aprendizaje sea lo más activo posible, hablando con ellos sobre las enormes ventajas de aprender y tratando de que no se queden en un papel donde solo escuchen, lean y memoricen. Hay que animarles a que opinen sobre lo que leen, piensen, critiquen, investiguen, comparen etc.
-          Establecer un tiempo para los deberes, y una vez pasado ese tiempo hacer otras cosas, durante la tarde ha de dar tiempo a jugar, descansar, hacer alguna actividad, estar en familia etc.
¿Qué consecuencias tiene que los padres se hagan siempre cargo de los deberes?
Muchos padres se meten en un círculo del que sienten que es difícil salir. Cada tarde revisan la agenda, les organizan por dónde empezar, resuelven cada duda etc. Esto se convierte en una sobrecarga que se une a las múltiples tareas que además tienen que hacer. A su vez, cuando intentan dejar de hacerlo se dan cuenta que sin ellos los niños se sienten perdidos y temen entonces que el niño suspenda o que no lleve bien hechos sus deberes, por lo que siguen haciéndose cargo cada tarde.
Esto genera muchos momentos de tensión entre padres e hijos, además los niños se sentirán cada vez más inseguros pensando que ellos solos no son capaces de hacer las cosas, cada vez preguntaran más dudas y les será más difícil hacerse cargo de sus cosas.
¿Qué pueden hacer los padres para romper este círculo?
En primer lugar pensar sobre esta situación, es probable que a algunos padres les cueste tolerar el malestar de su hijo cuando no sabe algo o que piensen que el hijo no será capaz de hacer las cosas solo. De esta manera tenderán a protegerlo en exceso ayudándole en todo.
Será importante calmarse y pensar qué actitud beneficiará al niño a largo plazo. Si echan la vista atrás se darán cuenta de que hay experiencias que solo son aprendidas a través de la experiencia propia. Además, poco se consigue en la vida sin esfuerzo y aprender no es una excepción.
Una de las formas de trasmitirles esto es que cada uno se haga cargo de sus propias responsabilidades. Esto ayudará a que cada vez los niños se sientan más autónomos y con más confianza en sí mismos.
¿Cuándo tienen los padres que intervenir?
-          Cuando el niño tiene algún problema de aprendizaje y se ha recomendado por parte del profesor u orientador que los padres participen en ayudar con los deberes.
-          Participando en proyectos puntuales que por su dificultad requieran la ayuda de un adulto y como una manera también de disfrutar haciendo algo juntos.
-          Cuando vemos que le cuesta organizarse y tarda demasiado en hacer pocas cosas. Se les puede ayudar poniéndoles pequeñas metas dentro de los deberes cada día, esto le animará y le hará menos pesado lo que tiene que hacer.
-          Cuando le notamos muy frustrado, ansioso o enfadado, lo importante entonces será parar y poder pensar juntos que le está pasando, porque estas emociones interfieren en el aprendizaje. Lo más importante será ayudarle a calmarse. Más tarde podrá continuar o incluso llevar los deberes sin acabar y preguntarle al profesor de manera individual.
Uno de los componentes fundamentales para lograr el éxito en el colegio es una relación positiva entre padres e hijos. El colegio será una parte importante para los niños pero estos necesitan que sus padres pongan también interés en todas las áreas de su vida y aunque buscar el equilibrio no siempre es fácil será importante para todos  que los padres se detengan  a pensar como están llevando a cabo esta tarea.
Sobre la autora:
Berta Ponce Martín. Colegiada numero M-16067. Licenciada en Psicología por la Universidad de Comillas.Especialista en Clínica y Psicoterapia Infanto – Juvenil y Adultos, Centro Elipsis. Madrid.Miembro de la Sociedad “ Fórum” de Psicoterapia Psicoanalítica.Más de 10 años de experiencia en Consulta Privada. Centro de Psicoterapia Doctor Esquerdo.Trabajó durante 4 años en Ceclisa, Centro Clínico Sanitario, Cobeña, Madrid y en Cáritas como Terapeuta Infantil. En el ámbito Público ha trabajado los dos últimos años en el Centro de Atención a la Familia de Boadilla del Monte, Madrid. En la actualidad trabaja en Debebé, Centro de Estimulación Temprana, como Terapeuta Infantil y profesora de Psicomotricidad con niños de 0 a 2 años compaginándolo con la Consulta privada. Psicologasmadrid.

¿Cómo influye la conducta de los padres en los hijos?

Republicado con autorización de su autora (http://www.psicologascalzadaponce.com/)
Si alguien nos preguntara sobre algo que nos han trasmitido nuestros padres y que ha sido importante para nosotros en nuestra vida, seguramente señalaremos algo que hemos observado en su conducta de manera repetida. Esto nos habrá influido tanto de manera positiva como negativa, y es muy probable que nos encontremos actuando de forma muy similar ahora como adultos.
Cuando un niño nace comienza a ver todo a través de los ojos de sus padres. Mirando a su padre y a su madre irá sacando conclusiones de como funciona el mundo que le rodea y de quien es él. Todos los niños nacen ya con un temperamento que influirá en su carácter, aunque los padres no puedan intervenir sobre la herencia genética si podrán hacer mucho en cuanto a la relación que establezcan con su hijo. Este vínculo que se desarrollará entre ambos ayudará a moldear el desarrollo emocional del niño.
Los padres verán siempre a sus hijos a través de ciertos filtros, en ellos influyen los valores, creencias, normas o conflictos que tengan en su vida. Estos filtros influirán en las expectativas que los padres tengan sobre sus hijos y, estas últimas, muchas veces, están presentes antes incluso de que el niño nazca. Si hablamos con cualquier madre que está a punto de dar a luz nos encontraremos que ya se ha formado algunas ideas sobre como será su bebé dependiendo de múltiples factores (como se haya encontrado durante el embarazo, si el bebé es niño o niña, como se mueva durante los últimos meses, etc.) Y si esto es así ya antes de nacer, todas las expectativas se incrementarán una vez que el niño ya esté con sus padres.
Cuando el bebé ya ha nacido entra a formar parte de una familia donde cada miembro interactúa con todos los demás, todos influyen, unos sobre otros, por eso el estado emocional del padre o la madre influirá directamente sobre el hijo. También sucede al revés, el temperamento del niño, su estado de ánimo, las horas que duerma al principio, como se alimente y, más adelante, como se comporte influirá directamente en como lo perciban sus padres.
¿Qué trasmiten los padres a sus hijos sin palabras?
Mucho antes de que el niño pueda hablar y entender el lenguaje habrá recibido millones de impresiones sobre él mismo y sobre todo lo que tiene cerca.
Los padres trasmiten muchas cosas sin necesidad de usar el lenguaje a través de otros canales a los que los niños son especialmente sensibles(movimientos corporales, tono de voz, gestos, miradas, sonrisas…). A través de ellos le están diciendo a su hijo lo que les gusta, lo que es importante para ellos, sus miedos y preocupaciones.
Pongamos un ejemplo. Desde que Lucas ha nacido son muchos los momentos que ve a su padre leyendo, cada noche papá le acompaña a la cama y juntos leen alguna historia. El padre nunca le dijo a Lucas lo importante que es para él la lectura, pero Lucas ve en su cara como le gusta y lo que disfruta su padre cada noche contándole historias. Es muy probable que Lucas crezca sintiendo que bajo esos papeles llenos de letras se encuentran cosas muy interesantes.
¿Qué mensajes pueden trasmitir los padres a través del lenguaje?
El lenguaje puede ser una poderosa herramienta para expresar al niño qué pensamos y qué sentimos nosotros y para ayudarle a identificar sus propias emociones, así podrá comprender mejor que le pasa en cada momento. Si cuando nos enfadamos expresamos lo que nos pasa con palabras en vez de tirar cosas o gritando estaremos mostrando al niño una forma de actuar que será la que repetirá en el futuro.
"Hay que ser muy cuidadosos con las críticas a nuestros hijos"Gran parte del día lo pasamos hablando.Qué digamos y cómo lo hagamos será muy importante para nuestros hijos. A veces sería bueno preguntarnos si lo que vamos a decir refleja realmente lo que queremos. Hay que ser muy cuidadosos con las críticas, ya que utilizadas frecuentemente harán que el niño se sienta como aquello que le señalamos. Veamos un ejemplo. María tiene dificultades en los estudios, suspende algunas asignaturas, su madre le dice casi a diario: “Eres un desastre, nunca aprobarás, no vas a ser nada en la vida”. Si María escucha estos reproches de manera repetida es muy probable que acabe sintiéndose un desastre en los estudios.
¿Cómo influye todo esto en los hijos?
En la formación de la identidad: el niño aprenderá a verse a sí mismo tal y como lo ven las personas más importantes para él. En un principio, las figuras más significativas serán sus padres y, a medida que vaya creciendo, las personas con las que se relacione (familiares, profesores, amigos….) irán siendo también importantes para que el niño vaya construyendo la imagen que tendrá de sí mismo.
"Cuando el niño es pequeño, uno de sus mayores deseos será parecerse a papá o mamá"En la manera de actuar que el niño tendrá en el futuro: cuando el niño es pequeño, uno de sus mayores deseos será parecerse a papá o mamá. Serán las primeras personas con las que el niño se identifique, por lo que todas las conductas y reacciones de los padres le estarán dando al niño información que más tarde le ayudará a saber cómo ha de reaccionar ante las cosas que le vayan sucediendo. Esto también le influirá en su posterior relación con los demás.
Algunas cosas que ayudan a los padres
Revisar las expectativas que como padres tenemos sobre nuestros hijos, a veces podemos exigir ciertas cosas que no se adecuan a la realidad de nuestro hijo, bien por la edad que tenga, por sus gustos o su personalidad.
Ser consecuentes: ¿hacemos lo mismo que decimos? Esto puede parecer fácil en teoría, pero muchas veces nos encontramos exigiendo cosas a los niños que no hacemos nosotros. ¿Cuántas veces nos encontramos diciendo “no grites” cuando minutos antes lo hacíamos nosotros?    
¿Decimos lo mismo que sentimos? Lo que sentimos se trasmite por múltiples vías. A veces estamos molestos o enfadados y si nuestro hijo nos pregunta decimos que no nos pasa nada. Esto le muestra al niño una contradicción, por un lado ve por nuestra cara o gestos que algo nos pasa, pero nuestro lenguaje señala que nada. Esto puede confundir al niño. 
Cuidar el lenguaje con el que hablamos a nuestros hijos, si somos capaces de darle un mayor lugar a expresar lo que nos gusta y ser cuidadosos con las críticas le estaremos ayudando en como se vea a sí mismo en el futuro.
Y como para el niño sus padres serán sus modelos en los que fijarse para saber quien es él y cómo actuar, merecerá la pena parar a observarnos, reflexionar sobre cómo expresamos las emociones (alegría, angustia, miedo, ira, sorpresa….) y  pensar sobre nuestro comportamiento, ¿hay algo que nos gustaría cambiar, mejorar, dejar de hacer…?
Cambiar ciertas cosas no es nada fácil, pero si conseguimos entendernos un poco mejor a nosotros mismos será más fácil comprender mejor a nuestros hijos.
Sobre la autora:
Berta Ponce Martín. Colegiada numero M-16067. Licenciada en Psicología por la Universidad de Comillas.Especialista en Clínica y Psicoterapia Infanto – Juvenil y Adultos, Centro Elipsis. Madrid.Miembro de la Sociedad “ Fórum” de Psicoterapia Psicoanalítica.Más de 10 años de experiencia en Consulta Privada. Centro de Psicoterapia Doctor Esquerdo.Trabajó durante 4 años en Ceclisa, Centro Clínico Sanitario, Cobeña, Madrid y en Cáritas como Terapeuta Infantil. En el ámbito Público ha trabajado los dos últimos años en el Centro de Atención a la Familia de Boadilla del Monte, Madrid. En la actualidad trabaja en Debebé, Centro de Estimulación Temprana, como Terapeuta Infantil y profesora de Psicomotricidad con niños de 0 a 2 años compaginándolo con la Consulta privada. Psicologasmadrid.

Técnicas de estudo

Os profesores de ESO do noso centro elaboraron unha pequena guía sobre hábitos e técnicas de estudo para que os alumnos/as acaden de forma más doada os seus obxectivos. Este caderno, que amosa algúns consellos e normas que facilitan o estudo, é unha ferramenta máis que importante agora que o curso da os seus primeiros pasos.

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Los hijos: instrucciones de uso (III)

A capacidade intelectual, segundo o modelo das intelixencias múltiples de Howard Gardner, non é algo que se poda medir de forma numérica e obxectiva.
En concreto, existen oito tipos diferentes de intelixencias básicas que se unen para formar un todo e están presentes, en maior ou menor medida, en todos nós. Son:
  • Intelixencia lingüística
  • Intelixencia lóxico-matemática
  • Intelixencia corporal e cinética
  • Intelixencia visual e espacial
  • Intelixencia musical
  • Intelixencia interpersoal ou intelixencia social
  • Intelixencia intrapersoal
  • Intelixencia naturalista
Dito doutro modo: Einstein non é nin máis nin menos intelixente que Michael Jordan, simplemente os seus talentos pertencen a campos diferentes:
Como podemos aproveitar este modelo teórico para estimular as capacidades dos nosos fillos? É o propio Howard Gardner quen nos responde: "¿Quere potenciar a intelixencia do seu fillo? descobre que lle apaixona".
Nos artigos deste terceiro bloque temático, Intelixencia e Talento (6-12 anos), apórtanse algunhas ideas para logralo.


BLOQUE 3: Inteligencia y Talento (6-12 años)
0. introducción.
1. Inteligencia lingüistica
2. Inteligencia lógico-matemática
3. Inteligencia corporal y cinética
4. Inteligencia visual y espacial
5. Inteligencia musical
6. Inteligencia interpersonal o social
7. Inteligencia intrapersonal
8. Inteligencia naturalista

Para acceder á guía, preme na imaxe: 



Publicado con autorización da autora.
Ana Torres Jack é  Licenciada en Psicología (Universidad Pontificia de Salamanca), Máster en Medios de Comunicación (La Voz de Galicia/UDC) e Orientadora de Ensinanza Secundaria da Consellería de Educación (Xunta de Galicia). 

Los hijos: instrucciones de uso (II)

Dos 3 aos 6 anos ocorren algunhas transformacións a nivel de desarrollo tan veloces e complexas que hai autores, como Josefina Aldecoa, que se refiren a ela como "a idade dourada". É nestes anos cando se forma a intelixencia simbólica, que é a que nos permite representar as cousas que non están presentes. A linguaxe acada o seu pleno desarrollo formal. A intelixencia lóxica e o razonamento poñen os seus cimentos. A imaxinación e a fantasía, fontes de toda creatividae, están en apoxeo.
¿Non é este un bo momento para que os pais tentemos enriquecer as vivencias dos nosos fillos para favorecer o seu desarrollo intelectual? Sen dúbida. Por iso nos artigos deste bloque temático, titulado Intelixencia e Talento (3 a 6 anos), ofrécense propostas prácticas para estimular o seu crecemento intelectual na vida cotiá.


BLOQUE 2: INTELIGENCIA Y TALENTO (3-6 AÑOS)

1. Cómo estimular la inteligencia de nuestros hijos pequeños
2. Seis claves para desarrollar la inteligencia... jugando
3. La imaginación al poder
4. El supermercado, un buen lugar para aprender
5. La paciencia... esa gran virtud
6. ¡Cuánto se aprende viajando!
7. ¡Oído, cocina!
8. El deporte, mucho más que un juego 
9. Para cada edad, un deporte
10. Cómo escoger deporte sin caer en estereotipos
11. El cerebro musical 
12. Métodos de estimulación musical 
13. Música clásica para crecer en armonía 
14. Bailar al ritmo de los Beatles
15. Juegos para enseñar a pensar (1)
16. Juegos para enseñar a pensar (2)


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Publicado con autorización da autora.
Ana Torres Jack é  Licenciada en Psicología (Universidad Pontificia de Salamanca), Máster en Medios de Comunicación (La Voz de Galicia/UDC) e Orientadora de Ensinanza Secundaria da Consellería de Educación (Xunta de Galicia). 


Los hijos: instrucciones de uso (I)

Queremos presentar un fantástico traballo realizado pola orientadora educativa e divulgadora Ana Torres Jack, que tenta abordar o tema da educación dos nosos fillos dende varios puntos de vista. Editados pola fundación Educa Barrié, a idea é mostrar as claves necesarias para facer fronte aos problemas educativos máis habituais, como por exemplo os relacionados co ámbito escolar, as rutinas ou a intelixencia emocional. Todos estes temas atópanse neste primeiro Bloque I: Orientación Familiar.
Os Bloques II e III están adicados a intelixencia ao talento. Estos apartados intégranos artigos con propostas para estimular as capacidades intelectuais dos fillos diferenciadas en dúas etapas: dos 3 aos 6 anos, e dos 6 aos 12 anos.
Nestas guías tamén están a nosa disposición fontes fiables nas que se poden buscar máis información. Pero, sobre todo, o obxectivo é conseguir que confíes máis en ti como pai ou nai.
Porque, como dí a presidenta e fundadora do Children´s Defense Fund, Marian Wright Edelman: "Os pais chegaron a estar tan convencidos de que os educadores saben o que é mellor para os nenos, que esquecen que eles mesmos son realmente os expertos".


1. Bloque I: Orientación familiar.
  • Relación cos fillos: estilos educativos, comunicación efectiva, educar na responsabilidade, normas e límites, xestión de conflictos, prevención de conductas violentas, ensinar a controlar os riscos de internet, a educación emocional, as habilidades sociais, a toma de decisións...
  • O ámbito escolar: características da educación infantil e primaria, hábitos de estudo, preparación de exámenes, prevención de problemas, sinais de alarma, enfrontarse ás dificultades, o acoso escolar, problemas de adaptación...

BLOQUE 1: Orientación familiar.

1. Los hijos: instrucciones de uso
2. Navegar sí, naufragar no
3. Aprender a vivir en sociedad
4. No quieren jugar conmigo
5. Enséñale a hacer amigos... en cuatro pasos
6. Cuando los problemas crecen
7. Mírame a los ojos
8. Ya te dije que no
9. Diez pistas para educar
10. La importancia de las rutinas
11. ¡Qué berrinche!
12. Diez normas básicas para los niños pequeños
13. ¿Eres pasivo, autoritario o asertivo?
14. Hasta ahí podíamos llegar

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Publicado con autorización da autora.
Ana Torres Jack é  Licenciada en Psicología (Universidad Pontificia de Salamanca), Máster en Medios de Comunicación (La Voz de Galicia/UDC) e Orientadora de Ensinanza Secundaria da Consellería de Educación (Xunta de Galicia). 


Mis hijos se pelean: ni policía ni juez

Con la autorización de su autora: Sara Tarrés Corominas (http://www.mamapsicologainfantil.com/)


Cuando nuestros hijos se pelean, sea por la causa que sea y tengan la edad que tengan es algo que a ningún padre nos suele gustar. Siempre desearíamos que nuestros hijos se quisieran y se respetaran, pero hay ocasiones en las que esto no es posible y surgen inevitablemente las disputas y las peleas entre hermanos.

Cuando esto sucede es importante que tengamos presente que nuestro papel no debería ser el de policía, investigando y buscando el culpable o quien empezó la pelea ni quien tiene la razón. En realidad cuanto menos hagamos mejor. Hacer de juez en las peleas de nuestros hijos es un juego en el tenemos mucho que perder.


Es verdad que intentamos ser justos, es cierto que en ocasiones somos testigos presenciales de alguna agresión o insulto, pero ... ¿sabemos si previamente hubo alguna provocación?. Ser justo es difícil cuando nuestros hijos se pelean ya que siempre nos estaremos posicionando al lado de uno u otro, ambos son nuestros hijos, ambos esperan que les defendamos, ambos pretenden tener razón ... y ¿a quién se la damos, a quien provocó o a quien agredió?. 


Con esto no quiero decir que debamos permitir las peleas y dejarlas pasar sin más, no todo lo contrario, es evidente que no debemos consentir ni tolerar que nuestros hijos se agredan ni insulten, pero es posible y probable que ocurra y cuando suceda debemos estar preparados ello y tener un plan de actuación. 


Mis hijos se pelean, ¿qué debo hacer? ¿cuál es mi papel? Ni el de policía ni el de juez. 



Como comentaba en párrafos anteriores nuestro papel como padres no es el de policía ni mucho menos el de juez. Somos sus padres, sus figuras de referencia y por tanto quienes desde el primer día debemos saber inculcarles el cariño y el respeto hacia los demás. 


Bajo la educación basada en valores como estos, el amor y el respeto hacia los demás o la tolerancia y la generosidad,  no evitaremos las peleas pero sí conseguiremos sean más llevaderas y se den con menos frecuencia, ya que intentarán resolver sus problemas de otros modos.



Pero también es preciso que seguir unas cuantas pautas y establecer reglas y normas de convivencia como por ejemplo:
  • establecer normas claras para todos.
  • Consensuar reglas de disciplina muy claras y equitativas para todos los miembros de la familia.
  • Explicar a nuestros hijos las consecuencias de las peleas y las agresiones y que las peleas no son el modo de resolver los problemas.
  • Hacerles entender que llegar a un acuerdo es mejor que pelear.
  • Educar bajo los valores de la tolerancia, la generosidad y el respeto ayudará a que resuelvan mejor sus problemas desde pequeños y hasta la edad adulta.
  • Permitir que nuestros hijos solucionen sus conflictos ellos solos.
  • Intervenir cuando la pelea sea física o se insulten; en tal caso debemos dejarles muy claro que no vamos a permitir que se peguen ni se hablen así bajo ninguna circunstancia.
  • Evitar posicionarnos, no tomar partido hacia alguno de los dos. No se trata de buscar culpables, recordar que dos no se pelean si uno no quiere, por tanto les llamaremos la atención a ambos.
  • Evitar los castigos físicos porque eso reforzaría la idea de que la violencia es la solución de los problemas.
  • Demostrar que les queremos, con palabras y con hechos, inculcarles desde pequeños esta idea para que ellos sean capaces de transmitirlo a los demás. Cariño y amor tanto con palabras como con hechos para lograr que ellos lo extiendan hacia los demás y sobre todo entre los miembros de la familia.
  • Ser su ejemplo a seguir, para ello es fundamental tener paciencia y hablarles con tranquilidad cuando vayan a solucionar el problema que han tenido.
  • Evitar comparaciones, el favoritismo, estas actitudes aumentan la rivalidad entre nuestros hijos y afectan enormemente a su autoestima.
  • Dedicar tiempo por separado a cada uno de los hijos y conversar mucho con ellos.
  • Elogiar las actitudes positivas de nuestros hijos, felicitarlos cuando no se peleen y mostrarles lo contentos que estamos por ello. Esto logrará que esas buenas conductas se repitan con más frecuencia.
  • Si las peleas se vuelven recurrentes e intensas y la situación se sale de control, es aconsejable buscar ayuda profesional.
Estas son algunas estrategias que podemos llevar a cabo cuando nuestros hijos se peleen, porqué por mucho que hagamos las peleas surgirán en algún momento u otro. Lo que podemos hacer para que estas no sean demasiado importantes es, y vuelvo a repetir, educar en la tolerancia, respeto y generosidad. Valores que bien integrados en la infancia perduran para siempre.

Cómo ayudar a mis hijos a no pelear

Con la autorización de su autora: Sara Tarrés Corominas (http://www.mamapsicologainfantil.com/)


¿Cómo ayudo a mis hijos a no pelearse? ¿Qué debo hacer para que no estén todo el día chincha que que chincha? Sí, ésta vuelve a ser otra pregunta del millón. ¿Te las has formulado alguna vez? O quizás la que te ronda día sí día también es "¿qué les pasa a estos dos para que cada día estén batallando por todo?" Pues bien, la respuesta es que no les pasa nada anormal. Otra cosa es que la sangre llegue al río y que en lugar de trifulcas por un juguete o por qué ver en la tele sean batallas campales con tirones de pelo, mordiscos y otras conductas de este calibre.Esto es ya otro tema del que hablar.

¿Cómo ayudo a mis hijos a no pelearse?

¿Qué tengo que hacer para que no peleen tanto?


La verdad es que no existen fórmulas mágicas, ni recetas a seguir. La verdad es que las riñas y las disputas van a surgir siempre entre hermanos por muy bien que éstos se lleven, siempre habrá algún motivo que les lleve a pequeñas trifulcas ya sea por el lado del sofá donde sentarse o por quién termina primero. Las riñas aparecerán sin que podamos evitarlas.

De todos modos, el mejor modo de ayudar a nuestros hijos a no pelearse es enseñar el valor de compartir, de quererse, de tenerse el uno al otro, de cooperar en lugar de competir. Y esto empieza desde el día 1. 

Sabemos que los niños tienen un pensamiento egocéntrico, que les es difícil ponerse en el lugar del otro hasta pasados los 5 años, pero eso no quiere decir que como padres no demos ejemplo y enseñemos el valor de compartir, de negociar, de ser capaces de entender los motivos de los demás para decir o hacer las cosas, a esto se le llama empatía y es lo que necesitamos para evitar muchas discusiones inútiles. Pero la empatía no se desarrolla hasta más allá de los 3-4 años por lo que hasta esta edad es de esperar que nuestros hijos no entiendan los motivos por los cuales sus hermanos hacen las cosas.

Hay que enseñar con ejemplos el valor de compartir, de negociar, de conceder, de ponerse en el lugar del otro. Y esto se hace desde el seno familiar, con pequeñas cosas del día a día.

Para ayudarles a entender a los demás y así a no pelearse por todo y en todo momento los padres debemos elogiarles siempre que tengan detalles de amabilidad, generosidad y ayuda. De este modo van siendo conscientes que a los demás les gustan este tipo de comportamientos y que es más fácil vivir así que peleando por todo. Los padres debemos practicar este tipo de comportamiento y ser modelos a seguir.


El ambiente familiar influye muchísimo en el aprendizaje de saber compartir y negociar. Unos niños que viven en un ambiente donde favorecemos la amabilidad y la flexibilidad, el dar y recibir, el respeto por los demás, el amor incondicional, la comprensión y el diálogo, y valoramos la cooperación por encima de la competitividad tendrán más fácil aprender a no pelear por todo.

En ocasiones también habrá que ayudarles a encontrar soluciones a sus conflictos y mostrarles nuestra comprensión con los sentimientos que surgen cuando se enfadan el uno con el otro.
Muchas veces somos los mismos padres quienes fomentamos las riñas y las peleas. Un ambiente familiar de ordeno y mando, donde se fomenta la competitividad, a ver quien acaba primero de comer o de vestirse, a ver quién hace mejor esto u aquello es un perfecto caldo de cultivo para que las riñas entre hermanos sean cada día más frecuentes y ellos no dejen de competir y rivalizar por todo. Evitemos este tipo de educación que no lleva a nada más que a construir seres humanos centrados en sí mismos y en sus propias necesidades sin tener en cuenta a los demás.


Recodemos, en cambio, el valor de elogiar a nuestros pequeños cuando comparten, cuando se ayudan, cuando tienen comportamientos amables con los demás y en especial con sus hermanos. Para los niños las pistas verbales de este tipo "Muy bien, habéis estado jugando muy bien los dos juntos compartiendo la plastelina", por ejemplo. Este tipo de pistas ayudan a nuestros hijos a ver las ventajas de ser amables y cooperativos y les hace sentir orgullosos y socialmente competentes. 

Mis hijos se pelean: la actitud de los padres

Con la autorización de su autora: Sara Tarrés Corominas (http://www.mamapsicologainfantil.com/)


Las peleas entre hermanos son algo común y frecuente. Se dan con tanta frecuencia que se estima que se pueden llegar a pelear unas 4 o 5 veces al día por cualquier motivo y en cualquier edad, sobre todo cuando son pequeños y en la adolescencia y más cuando la diferencia de edad entre ellos es poca.  
Seguro que en muchas ocasiones hemos oído decir a algún familiar, amigo o conocido frases como las siguientes referidas a las peleas entre sus hijos:
"Es que no paran de pelearse, el mayor es un buenazo y el peque lo busca todo el día."
o
"Ya no se qué hacer, el mayor está todo el día peleándose con el pequeño. Cosa que tiene cosa que quiere y le quita, es agotador!"
Sí, las peleas de nuestros hijos es algo que no nos molesta y disgusta pero debemos dejar que ocurran sin obsesionarnos en exceso por ellas, en alguna ocasión tendremos que hacer oídos sordos para que sean ellos mismos quienes resuelvan sus disputas. No debemos estar todo el día preocupándonos por esas pequeñas luchas de poder, evidentemente siempre que sean leves y estén dentro de los parámetros de la normalidad.

A pesar que las peleas entre hermanos sean algo normal y formen parte de la vida cotidiana familiar son comportamientos inadecuados que intentaremos que no se produzcan con demasiada frecuencia. ¿Cómo? Esta es la gran cuestión. Se trata de tener claras las normas de convivencia, en muchos casos pactar y en otros no nos quedará más remedio que intervenir.


¿Por qué se pelean nuestros hijos?


Los motivos son múltiples, cualquier cosa origina una pelea, una riña o un encontronazo: un juguete, la ropa, quien ocupa determinado lugar en el sofá de casa, quien es el primero en ...
Todo ello por la rivalidad innata que los niños sienten, por el deseo de ser el centro de atención y obviamente por la necesidad de tener el cariño de papá y mamá.
Tal y como exponía en alguno de mis anteriores artículos, los niños son egocéntricos (no pueden ponerse en el lugar del otro y para ellos el mundo gira alrededor suyo), así que cuando tienen un hermano empiezan las disputas por los juguetes, los espacios y por la atención, el cariño y amor de papá y mamá. Esto empeora si nosotros, los padres, nos centramos en alguno de nuestros hijos más que en el otro, ya sea porqué acabamos de tener un bebé o porqué uno de ellos ha estado enfermo y ha precisado más atención.


¿Es bueno o es malo que se peleen?


Hay la creencia común que es bueno que los hermanos se peleen, que eso les hace más fuertes y les puede ser beneficioso a la larga. Para mí, sinceramente, pensar de este modo es un error.
Aunque sí, es cierto que las pequeñas riñas no son tan malas, porqué ayudan a estructurar la personalidad de nuestros hijos y permiten dar un paso más en su socialización. A través de las disputas aprenden a negociar y a resolver sus problemas. Sí, en este sentido las riñas son positivas, pero más allá de esto creo que es función nuestra enseñar a nuestros hijos a respetarse y a quererse, primer paso para evitar peleas absurdas.
Nosotros, los padres, debemos ser su guía, darles un modelo a seguir. Es decir, que las peleas entre hermanos sean frecuentes y normales no quiere decir en ningún caso que debamos permitirlas, consentirlas y tolerarlas siempre. Pero igual de malo tiene reaccionar ante ellas de un modo desproporcionado, haciendo siempre de policías o de detectives buscando un culpable o siendo el juez que imparte justicia. 

Una docena de consejos para que a tus hijos les mole leer

Todos sabemos leer. A todos nos enseñaron, dominamos (en teoría) la técnica por la que unos signos extraños adquieren un sonido y luego se unen formando palabras, frases y párrafos llenos de significado.
Pasar de ver la lectura como algo que sirve para moverse para el mundo, algo obligatorio a disfrutarla como uno de los mayores placeres que tenemos a nuestro alcance es otro tema y no todo el mundo lo consigue.
Todos queremos que nuestros hijos lean, que se aficionen a la lectura, que descubran ese placer a su alcance, al que podrán recurrir siempre para aprender, para soñar, para disfrutar, para pensar, para llorar a mares, para reírse a carcajadas, para descubrir otras vidas, para evadirse. Leer para vivir.
¿Qué podemos hacer para transmitirles ese interés? ¿Para conseguir que la lectura sea un hábito y un placer? No hay una receta mágica… pero hay unas cuantas cosas que sí podemos hacer.

1. Leer, leer, leer, leer, leer, leer

Esto es tan obvio que da vergüenza tener que decirlo pero si tú no lees jamás, si tus hijos no te ven leer ¿cómo van a aficionarse a algo que no conocen, que les resulta ajeno? Tienen que verte con un libro en la mano. Igual que tu hijo jamás será tenista de éxito si no lo llevas a jugar al tenis, tampoco se aficionará a leer si no lo ve la lectura como algo normal a su alrededor.

2. Tener libros en casa

Tener libros en casa, tenerlos en estanterías en el salón, en tu cuarto, en su cuarto, en una pila en tu mesilla, encima de la mesa. Organizados por temas, por orden alfabético, sin ningún tipo de orden. Libros como algo habitual y normal, no como algo “místico” y lejano. Libros gordos, libros finos, libros con muchas fotos y poca letra, libros sin dibujos, libros pequeños, grandes, de colores, libros nuevos, libros viejos, heredados, comprados, usados.

3. Llevarles a la biblioteca

Para hacerles conocer los libros y su mundo nada mejor que llevarles a la biblioteca. En casi todas ellas hay una zona infantil llena de libros pensados para ellos en sus distintas etapas. Tampoco hay que volverse loco y un fundamentalista absurdo y empeñarse en llevar al niño de 1 año a la biblioteca todas las semanas porque sencillamente no se entera, pero a partir de los 3 o así conviene crearles el habito de ir de vez en cuando (semanal o quincenalmente) a la biblioteca. Las actividades que organizan allí como talleres de lectura, cuentacuentos y demás están muy bien, pero no hay que olvidar cual es su función principal: prestar libros. Hay que enseñarles cómo funcionan, hacerles el carnet y dejarles pulular por las estanterías y que cojan lo que quieran.

4. Trato con los libros

Leer no implica solo juntar las palabras. Leer implica que te gusten los libros, tenerlos, usarlos, colocarlos, verlos en las estanterías, ordenarlos, desordenarlos, prestarlos. Tienen que verte tratar con los libros, acarrear uno al sofá, de ahí a la cama, leer mientras desayunas, llevar un libro en el bolso, a la playa, en vacaciones. Leer en la sala de espera, en el parque mientras ellos juegan. Verte usar y tratar los libros los hace cercanos, los acerca a su vida. Tener libros y poder tocarlos, manejarlos, y usarlos los hace a la vez cercanos en el trato y misteriosos en el contenido.

5. Establecer una rutina lectora

Igual que se enseña (o se intenta) el hábito de comer, de dormir, de ducharse y de recoger la habitación se puede enseñar a adquirir el hábito de la lectura. Advierto que es duro y a veces fantasearás con el pensamiento “bueno, si no se aficionan a leer tampoco pasa nada”… porque a última hora del día, cuando ya lo tienes limpios, cenados y acostados… la rutina de “leer un cuento” puede ser terrorífica según el día, el cuento y su estado de ánimo.
Por supuesto para esto hay que desechar la idealización esa de las pelis que todos tenemos en la cabeza: ellos empijamados, tú pletórico de fuerzas y colmado de amor por tus hijos, iluminados por una lámpara de princesas, dinosaurios o astronautas en una escena idílica leyendo un cuento molón. La realidad se asemeja más a tú utilizando tus últimas fuerzas del día, mientras ellos protestan y tú lees por enésima vez un cuento espantoso y que a pesar de tener 20 páginas se te hace eterno. Por supuesto y por si alguien cree en ello, los niños JAMÁS se duermen mientras les lees un cuento y si hay más de uno se pelearán por el sitio, por ver, por el cojín, por la almohada…
Tampoco hay que fanatizarse con eso, si un día no te apetece o ellos no tienen ganas, no pasa nada, pero piensa que al final funciona. Un día llegarán y dirán: me voy a la cama a leer… y se te caerán las lágrimas de la emoción.
Después llegará el día en que no habrá manera de apagarles la luz, pero de eso ya te preocuparás más adelante.

6. Nunca obligar a leer un libro

Que lean lo que quieran, obviamente dentro de lo que es más o menos adecuado a su edad, pero nunca obligarles a coger un libro sencillamente porque a ti te encantó. Que lean lo que quieran, que se atiborren a Gerónimo Stilton, o Harry Potter o que decidan leer solo libros de fantasía. Exactamente lo mismo haces tú, lees lo que te apetece, lo que te llama y poco a poco has ido saltando de unas cosas a otras, lo mismo les ocurrirá a ellos si les dejas y llegarán a dónde tú quieres, a dónde a ti te interesa que lleguen, a leer algo que te gusta a ti y poder discutirlo con ellos. Primero se adquiere el hábito de leer y después el gusto lector… y el gusto lector es muy personal y puede que no lo compartáis o que tardéis un tiempo en compartirlo.

7. Que lean cómo y cuándo quieran

Una vez que han adquirido el hábito de leer, pueden tener rachas de no soltar el libro y otras de no apetecerles o dejarlo a los diez minutos. Déjales, es su ritmo lector igual que tú tienes el tuyo. Puede que lean muchísimo en invierno y en verano se dispersen, puede que no dejen el libro en la playa y no te hagan ni caso, puede que lean tirados en el suelo, subidos a una mesa, que les den las dos de la mañana o que no lean en un mes. Déjales a su aire… poco a poco lo controlaran.

8. No regalar libros en contraposición a juguetes

Leer es un placer y jugar también. No son cosas opuestas y nunca jamás hay que decir cosas horribles del tipo: “no te regalo un juguete, te regalo un libro” como si un libro fuera lo bueno y un juguete lo malo. Hay tiempo para jugar y tiempo para leer y atiborrar a un niño de libros cuando lo que quiere es una muñeca o motos o coches o unos patines es una putada y un sinsentido; seguirá queriendo su juguete, odiará el libro y te odiará a ti.

9. Enseñarles parafernalia libresca

Escribir su nombre en el libro cuando lo compran o se lo regalan, ordenarlos en la biblioteca, tener un cuaderno donde apunten los libros que han leído, que han cogido de la biblioteca, quién se los ha regalado. Hacer dibujos de los personajes y ponerlos en la nevera mientras los están leyendo, buscar las pelis sobre los libros después de que los hayan leído… todo un mundo de cosas para hacer que no mejoran la lectura pero que mola y engancha.

10. Darle un poco de misterio

Establecer con ellos un vínculo misterioso a través de los libros. Rebuscar entre tus libros el título justo que quieres o comprar el libro que en un determinado momento te marcó y quieres regalarles y dárselo diciendo: “Mira, este libro lo leí yo cuando tenía tu edad y me encantó, espero que te guste”. Por supuesto, volvemos al punto 6, no hay que obligarles a leerlo. Se echa la caña y se espera… con el tiempo acaban picando.

11. Compartir una lectura en alto

Esto no es exactamente igual que establecer una rutina lectora. Cuando les lees un cuento por la noche lo haces para que se acostumbren a tener ese rato para leer, compartir una lectura en alto persigue otra finalidad. Se trata de acercarles un libro más de mayores, que ellos solos no podrían leer porque “es demasiado gordo” e introducirles en ese mundo de tu mano. Tú lees en alto y ellos escuchan, preguntan lo que no entienden, se preocupan por los personajes, por lo que pasará, por lo que no pasará, a veces querrán que sigas leyendo más allá de tus fuerzas, otras veces no querrán que empieces, querrán leer ellos en alto…Compartir esa lectura tiene que ser un momento especial y que al terminar digan: cuando sea más mayor lo voy a leer yo solo.

12. Leer, leer, leer, leer

Es obvio pero indispensable y por eso lo repito. Si tus hijos te ven leer, te ven disfrutar con la lectura. Ven que en cuanto tienes un hueco te pones a leer, que tratas los libros con mimo, que los quieres. Te ven reírte, llorar, abstraerte. Si contestas a sus preguntas con algo como “Lo he leído en un libro” o al ver una película les dices: “en el libro pasan más cosas”…les irás metiendo poco a poco el gusanillo de la lectura, del interés y el amor por los libros.


Leer mola, enséñaselo.


Sobre Molinos


Un día abrí un blog... Pensamientos. Libros. Frivolidades. Críticas destructivas. Recomendaciones. Indignaciones. Perfiles. Cuentos "didactivos". Grandes momentos etílicos. Despellejes. Documentales. Filosofía de garrafón. Conversaciones. Recetas. Maternity. Y más... Finalista de los Premios Bitácoras y de los Premios 20Blogs 2012.

“Republicado con permiso, cortesía de Unadocenade.com”.

    Un vello anuncio

    Un vello anuncio que moitos lembramos e que nos recorda que os plans que fagamos para os nosos fillos, ás veces, nunca pasarán de ser iso... soños.


    Sobreproteger a tus hijos

    Artículo publicado con autorización de su autora, Amparo Calandín ( Psicóloga infantil y juvenil). Extraído de su página:


    Las prisas, las ganas que tenemos de que nuestros hijos disfruten de su infancia, el ansia del perfeccionismo, etc, pueden llevarnos como padres a anticiparnos en la satisfacción de las necesidades de sus hijos y a evitarles algunas dificultades. Si les protegemos en exceso, se les puede perjudicar más que beneficiar. No podemos mantener a nuestros pequeños constantemente en una burbuja, convirtiéndolos en el centro de todas las miradas y privándoles de todas las dificultades y peligros.
    Ya desde muy pequeños empiezan a buscar ser independientes y a investigar todo lo que les rodea: tocan, chupan y huelen cualquier objeto que cae en sus manos. Los padres pensamos que su comportamiento es peligroso o dañino y, a veces, les sobreprotegemos pensando que así estarán mejor cuidados. ¡Evita cometer estos errores y deja que tu hijo disfrute con sus hallazgos!
    Los expertos definen la sobreprotección "como un exceso de celos en el cuidado de los pequeños, tanto que, a veces, les ofrecemos cosas que ni siquiera nos han solicitado". Además, la sobreprotección supone una dedicación absoluta al cuidado de los niños, hasta el punto de intervenir en cualquier situación problemática o conflictiva que se les presente, con lo que impedimos su aprendizaje y, por lo tanto, su adecuado desarrollo en su camino hacia la madurez y posterior adultez.
    ¿Qué puedes hacer?
    A continuación, te ofrezco algunas pautas que te van a ayudar a proporcionar a tus pequeños los cuidados que necesita para sentirse seguro y querido, sin que caigas en una excesiva protección:

    • Deja que se enfrente a las dificultades, que se adapte a un entorno que cambia constantemente y a que desarrolle sus habilidades por sí mismo.
    • Déjale respirar, no puedes estar permanentemente controlándole o encima de él con preguntas o preocupaciones por su bienestar y salud.
    • Fomenta que aprenda a pensar por sí mismo, que asuma nuevos retos (como aprender un nuevo deporte), a tomar la iniciativa y a tomar sus primeras decisiones. Ofrécele sugerencias, pide su opinión, tenlo en cuenta...
    • Anímale a que juegue o realice actividades con otros niños, sin la presencia constante de los mayores.
    • No le des todo lo que pida o todo lo que crees que necesita. Enséñale el valor del esfuerzo y todo el aprendizaje que llevan superar las dificultades y la frustración.
    • Demuéstrale que estás a su lado cuando te necesite, pero para apoyarle, no para solucionar sus problemas y hacer sus tareas.
    • Permite que pase tiempo con otras personas cercanas para establecer vínculos afectivos como con abuelos y tíos e “independizarse” un poco de vosotros.
    • Trátale de manera acorde a su edad.  Que coma solo o se vista cuando ya pueda hacerlo; y a medida que van pasando los años, quítale el chupete, el biberón, la silla de paseo...