Sete consellos para evitar que os teus fillos teñan relacións tóxicas con e a través da tecnoloxía.


Artigo publicado no diario ELPaís o 28 de xaneiro de 2019-01-29
Autoría: Aminie Filippi


De la mano de una psicóloga especializada en intervención y prevención de riesgos en Internet, reunimos algunos consejos para educar a los menores a relacionarse en la Red
A ninguno se nos escapa que Internet y las nuevas tecnologías invaden nuestras vidas más rápido de lo que podemos asimilar. Los expertos dicen que usadas con responsabilidad, las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) constituyen una herramienta positiva y estimulante de aprendizaje, socialización y diversión. Sin embargo, el problema está cuando la relación con y a través de la tecnología se vuelve tóxica, dependiente y peligrosa. Internet y sus dos caras: al mismo tiempo que es una gran ayuda, tiene todas las papeletas para convertirse en un enjambre donde se alimentan estas relaciones tóxicas, entendidas como aquellas negativas, en las que nos quedamos atrapados, con consecuencias cognitivas, emocionales y físicas.
Quizá la solución no es resistirse al hecho innegable de que la tecnología forma (y seguirá formando) parte de la vida de nuestros hijos o, al menos, del mundo en el que viven. La psicóloga Pilar Rodríguez, junto a los periodistas Juan Carlos Blanco y Sonia Martín, ha dado forma al libro Familias EnRedadas (Editorial Morata), en el que explica que para combatir esas relaciones tóxicas es necesario conocer y entender la tecnología, en familia, “porque estamos todos en el mismo barco”. El libro nace “para los padres, preocupados por los contenidos que ven sus hijos en Internet, la facilidad con la que acceden a todo y con la que todos acceden a sus datos y fotos. Y el tiempo que dedican a los dispositivos”. Según el estudio estadounidense Monitoring the Future, “el mayor cambio en la vida de los adolescentes entre 2012 y 2016 ha sido el aumento de tiempo que usan soportes digitales". En España, el Ministerio del Interior contabilizaba ya en 2014, que el 83% de los mayores de 15 años usaba la Red, entre dos y seis horas diarias. La experta recomienda que “dejemos de preocuparnos y empecemos a ocuparnos. La idea es educar a los niños a relacionarse con la tecnología de manera sana, desde las emociones, respetando espacios, pero con normas y límites e identificando los riesgos. No se trata de prohibirla ni quitarla como un castigo”. De su mano, conoceremos dos grandes relaciones tóxicas, la adicción y los delitos telemáticos.

La adicción a la tecnología

“El uso excesivo del smartphone, la tableta o los videojuegos es uno de los temas más consultados”, explica la especialista. “Como toda adicción –explica-, crea dependencia y búsqueda patológica de la recompensa, con un uso abusivo, compulsivo y reiterado en el tiempo de la tecnología”. Lo novedoso es que los mismos jóvenes se están dando cuenta de cómo la tecnología los seduce. “Reconocen ser un segmento vulnerable, que no pueden regular tiempos ni dejar de estar conectados”. Esta sensación parece ser común en todo el mundo. Según un estudio del Pew Research Center, el 54% de chicos de entre 13 y 17 años, siente que pasa demasiado tiempo al móvil y un 41%, que su uso de redes es excesivo. Por su parte, la organización Common Sense Media indica que el 78% de los jóvenes de esa edad revisa sus redes cada hora y un 75% de ellos admite que sienten la necesidad de contestar inmediatamente. Así, uno de cada dos no descarta que se esté volviendo ciberadicto.
Rodríguez advierte que a los muchos tipos de adicción tecnológica como a navegar de una web a otra sin ninguna finalidad (infosurfing; al móvil (nomofobia es el pavor de estar sin él) o a la compra online compulsiva, hay que añadir, el poder adictivo de los videojuegos. “Los menores no pueden desconectar, se despiertan para jugar, se aíslan y no lo identifican como adicción tecnológica”, señala.

Señales para saber si nuestros hijos están enganchados

  • Si observas cambios en sus rutinas diarias
  • Si disminuyen su concentración y rendimiento
  • Si sustituyen sus actividades de ocio y deporte por tecnología
  • Si se levantan por la noche a jugar videojuegos o chatear
  • Si se saltan horas de comer o dormir por usar tecnologías
  • Si se aíslan de amigos
  • Si se enfadan o frustran por no tener conexión

Delitos telemáticos: relaciones tóxicas a través de la tecnología

Según los últimos datos del INE, el 69,8% de los niños de 10 a 15 años posee un móvil, siendo los 10 años la edad a la que lo reciben por primera vez; a los 12, el smartphone. Este pequeño dispositivo abre más el acceso a un mundo infinito de contenidos y a otras personas con quienes establecer una relación indeseada. Aparecen nuevos riesgos: los delitos telemáticos o ciberdelitos.

Reconocer los riesgos más frecuentes

  • Cyberbulling: El acoso no se acaba en las aulas; las burlas, humillaciones y mensajes vejatorios a través de redes sociales se hacen a cualquier hora, desde cualquier lugar. Pilar Rodríguez cuenta que “algunas señales son que el niño no quiere ir a clase, disminuye su atención, tiene pesadillas, está irritable, triste, ausente y se aísla. Y, luego, no quiere saber nada de redes sociales”.
  • Grooming: La víctima es un menor acechado por un adulto que se hace pasar por alguien de su edad en las redes sociales, atrayendo su confianza. “Su finalidad es abusar sexualmente de él”, alerta Rodríguez. No deja de sorprender el dato de Net Children Go Mobile (2015): el 11% de menores afirma haber contactado en la vida real con personas que ha conocido online. Los signos: se retraen socialmente, modifican su lenguaje corporal ante adultos (cabeza baja, falta de contacto ocular, rechazo), empeoran su rendimiento escolar, sienten ira y miedo.
  • Sexting Es el envío de imágenes cuyo origen está en una acción voluntaria (del protagonista o un tercero con su consentimiento), pero que, posteriormente, otro las difunde sin consentimiento. El delito no es mandar la foto, sino difundirla sin consentimiento.
  • Sextorsion y otras versiones Una derivación del sexting, ya que es el chantaje y amenaza de difusión de imágenes íntimas. Otras relaciones peligrosas son el sexcasting, en el que se obtienen imágenes, con una webcam y sin consentimiento, llegando incluso a hacer montajes con ellas. El stalking es el acoso persistente y obsesivo mediante amenazas e intimidación física.

¿Qué hacer para evitar todas estas relaciones tóxicas?

1. Dime cuánto tiempo estás conectado... Y te diré cómo aumentan las posibilidades de que tu hijo esté enganchado a la tecnología. La autora nos da un ligero rapapolvo: “¿cómo exigirle a un menor que deje a un lado su móvil si lo primero que hacemos los adultos es sumergirnos en nuestro mundo digital de nunca acabar?”. Según el Estudio Anual de Redes Sociales, realizado por IAB y Adglow, los adultos españoles estamos conectados a Internet durante una media de 5 horas y 20 minutos al día. La psicóloga hace énfasis en el punto de partida, el ejemplo.

2. Educar en los conceptos. Pilar Rodríguez recomienda definir a qué nos referimos en cada momento. “Un amigo no es lo mismo que un conocido”, dice. “O una foto puede ser comprometida para unos, mientras no serlo para otros”.

3. Limitar el tiempo de uso. Una medida imprescindible. “Siempre dependerá de la edad y de la madurez del niño, pero es recomendable no superar las dos horas frente a las pantallas. Se puede establecer un horario fijo o permitir a los chicos que organicen esas horas a lo largo del día”, aconseja la experta. Hay que evitar que se levante a ver su móvil por la noche o chatear hasta tarde, perdiendo horas de sueño, así como tener el teléfono encima de la mesa a la hora de comer (empezando por los padres).

4. Participar en su vida digital. Conocer las páginas que ven y conocer la tecnología que usan. ¿Por qué no jugar un día una partida de su juego online favorito? No hablamos de fomentar la adicción; tan solo, compartir lo que a ellos les gusta para poder empatizar y enseñar a los niños a manejarse con criterio, a definir los tiempos y a detectar los riesgos.

5. Poner límites y facilitar la autorregulación. Las normas y límites enseñan a gestionar las emociones de los niños, y fomentar pequeñas responsabilidades desde la infancia como hacer su cama o poner la mesa, ayuda. El buen juicio y el autocontrol son habilidades que resultan especialmente difíciles para los pequeños, porque están asociadas al lóbulo frontal del cerebro, que sigue desarrollándose hasta la segunda década de vida. Por eso, somos los adultos quienes debemos orientarlos. “Cuando un niño se violenta porque se le acaba su tiempo de pantallas o se le corta inesperadamente la WiFi, es importante atajar la conducta. No la emoción: el enfado es válido, pero cómo reaccionar frente a él hace la diferencia”.

6. Tener un adulto a quien acudir. Los padres son el referente de los niños, la mayoría de las veces, aunque es cierto que llegados a la adolescencia, lo son sus pares u otros adultos cercanos. En caso de dificultad, la comunicación con un adulto aligerará su carga para que el joven pueda hablar sin miedo a ser juzgado.

7. Recurrir al control parental. Si bien, lo ideal es basar la relación en la confianza, ante señales de alarma, conviene tener presente que la seguridad del menor prima sobre la privacidad. “En ocasiones el control parental puede ser de ayuda. Este, además de revisar contenidos, permite también bloquear webs y limitar el tiempo de uso”.

Que pasa co abuso das "pantallas"?


Artigo publicado no diario ElPaís o 28 de xaneiro de 2019.
Autoría: Javier Salas

Un nuevo estudio asocia el uso de pantallas con un peor desarrollo de los niños
Los que más tiempo las consumen a los dos y tres años menos capacidades alcanzan con tres y cinco
"Los padres pueden pensar en las pantallas como si les dieran comida basura a sus hijos: en pequeñas dosis no es tan malo, pero con exceso tiene consecuencias", afirma la psicóloga Sheri Madigan. Hoy se ha hecho público su último estudio, en el que se empezó a trabajar hace una década, reclutando a embarazadas dispuestas a que se analizara el desarrollo de sus futuros bebés. En concreto, cómo les afectaría el tiempo que pasan delante de pantallas: televisión, ordenadores, videojuegos, tabletas, móviles... "Este estudio muestra que, con exceso, el tiempo frente a la pantalla puede tener consecuencias para el desarrollo de los niños", resume Madigan, investigadora de la Universidad de Calgary. Además, esta relación podría tener un componente socioeconómico.

Los que abusan de pantallas,
tardan más en realizar tareas
como decir una frase de cuatro palabras
o meter cuentas en una cuerda


El estudio, que siguió a 2.400 niños canadienses, mostró que cuanto mayor era el tiempo pasado delante de pantallas a los dos y tres años, peor era el desempeño de estos críos a los tres y cinco años, cuando se les realizaba un test de desarrollo. Este examen analiza su progreso en cinco dominios clave: comunicación, habilidades motoras (gruesas y finas), resolución de problemas y habilidades sociales. "Para medir la comunicación en un niño de tres años, por ejemplo, preguntamos si un niño puede formar una oración de cuatro palabras o identificar las partes más comunes del cuerpo", explica Madigan. Y añade otros ejemplos, de las 30 pruebas realizadas: "Para las habilidades motoras, observamos si un niño puede ponerse a la pata coja o poner cuentas en una cuerda". Las diferencias dependiendo del uso de estos aparatos eran modestas pero significativas a lo largo de las tres oleadas del estudio, según la psicóloga, que dirige el laboratorio especializado en estudiar los determinantes del desarrollo infantil de la universidad canadiense. Entre los niños estudiados, el pico de uso de pantallas se dio a los tres años, antes de escolarizarse, con 25 horas semanas de media.

El estudio expone que el desarrollo infantil se despliega rápidamente en los primeros cinco años de vida, por lo que es un período crítico de crecimiento y maduración. Y el mecanismo por el que estos aparatos lastran ese despliegue es sencillo: "Cuando los niños pequeños están observando pantallas, pueden perder oportunidades importantes para practicar y dominar las habilidades interpersonales, motoras y de comunicación", explica el estudio. Por ejemplo, cuando están ante la pantalla sin un componente interactivo o físico se hacen más sedentarios y, por lo tanto, no practican habilidades como caminar y correr, que a su vez retrasan el desarrollo en este campo. Las pantallas también pueden interrumpir las interacciones con sus padres y su entorno al limitar las oportunidades de intercambios sociales verbales y no verbales, que son esenciales para fomentar un crecimiento óptimo, según este trabajo.

Los dispositivos digitales y las pantallas son ahora omnipresentes en las vidas de los niños y en los últimos años varios estudios han encontrado asociaciones negativas con el excesivo tiempo de ocio que les dedican, explican los autores de este estudio, que se publica en JAMA Pediatrics (de la Asociación de Médicos de EE UU). Por ejemplo, ya se sabía que el abuso de la tele hace que el habla avance más lentamente entre los más pequeños. Que las pantallas perjudican el sueño de los menores en una etapa crucial. Y que incluso en críos más mayores, alrededor de los diez años, también parecen lastrar su desarrollo cognitivo.

"Cuando los niños pequeños están observando pantallas, pueden perder oportunidades importantes para practicar y dominar las habilidades interpersonales, motoras y de comunicación", dice el estudio

Lo que querían descubrir los científicos canadienses liderados por Madigan es si esta correlación era causal: si son los niños peor desarrollados los que pasan más tiempo ante la pantalla o si pasar más tiempo así es lo que lastra el desarrollo. "Los resultados de este estudio apoyan por primera vez la asociación direccional entre el tiempo de pantalla y el desarrollo infantil", concluyen en el estudio. "Cuando un niño en particular mira demasiado las pantallas, termina teniendo un desarrollo peor en comparación con lo que esperábamos que hiciera", añade la investigadora.

Hace cuatro meses, un estudio comparó el desempeño intelectual de 4.500 niños estadounidenses de entre ocho y 11 años en función de si pasaban más o menos de dos horas de ocio ante pantallas. Y cuanto mayor era el uso de aparatos, peor completaban las pruebas. Pero los científicos no podían asegurar con firmeza que la correlación implicara que ese era el origen: "No podemos establecer causalidad en nuestro estudio", admitía entonces a EL PAÍS su investigador principal Jeremy Walsh. Ahora, consultado de nuevo con motivo de este estudio, Walsh considera que "los hallazgos de este estudio son importantes porque proporcionan una dirección desde el punto de vista de la relación entre el tiempo de pantalla y el desarrollo del niño en los primeros años de vida". "Los resultados sugieren que los niveles más altos de exposición se asocian con un desarrollo más deficiente, y no al revés", resume.

Importancia socioeconómica
Los investigadores del presente estudio controlaron los efectos en función de distintas variables, como el sexo del menor o las condiciones de la madre. Las niñas obtenían mejores resultados en los test y pasaban menos tiempo con pantallas. Los preescolares que recibían más lecturas, que hacían más ejercicio, que dormían más o que tenían madres con menores niveles de depresión también tenían mejor rendimiento. Pero al controlar los datos por todos estos factores, incluidos los ingresos familiares, el resultado seguía siendo el mismo: a más pantalla, peor desarrollo.

"Creo que atraviesa a todos los estratos socioeconómicos, porque vivimos en un mundo saturado de medios", asegura Madigan. No obstante, hay un problema evidente: los menores más pobres pasan más tiempo con estos dispositivos, por lo que esta relación les perjudicaría más a ellos. "Los niños de contextos socioeconómicos comparativamente más bajos pasan mayores niveles de tiempo mirando pantallas y obtienen puntuaciones más bajas en el cuestionario de desarrollo, en comparación con aquellos con una mejor situación económica", señala Madigan.

El abuso de estos aparatos
retrasa el desarrollo del habla 
y perjudica al sueño de los más pequeños,
un elemento esencial en ese periodo

Una de las principales limitaciones de este estudio, como sus precedentes, es que no se hace ningún tipo de distinción por aparato, contexto o tipo de contenido. Es decir, una hora a solas ante la tableta viendo vídeos online en bucle cuenta igual que una hora viendo un programa interactivo de baile junto a su madre. Para Madigan es probable que cuando se analicen estos detalles aparezcan diferencias mucho más significativas. De este modo, quizá podríamos saber en detalle cuáles son los hábitos realmente nocivos para los pequeños y cuáles completamente inocuos, aunque se hagan mirando a una pantalla igualmente. La Academia de Pediatría de EE UU recomienda limitar el uso de todos estos medios porque "puede significar que los niños no tienen suficiente tiempo durante el día para jugar, estudiar, hablar o dormir". La Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y de Atención Primaria defiende que "los niños menores de dos años no deben ver televisión".

Se educar non é controlar, por que necesitamos controlar tanto aos rapaces?


Si educar no es controlar ¿Por qué necesitamos controlar tanto a los niños?
Autoría:  Sara Tarrés
Republicado con autorización de: https://www.mamapsicologainfantil.com

Educar no es controlar aunque muchos padres y madres no saben relacionarse de otro modo con sus hijos. Ésta es una de las muchas cuestiones que plantea Tania García en “Educar sin perder los nervios. Guía emocional para transformar tu vida familiar” y que conforma el segundo capítulo de este maravilloso y necesario libro. Publicado por la editorial Vergara del grupo Penguin Random House.
Ciertamente si educar no es controlar ¿por qué necesitamos controlar tanto a nuestros hijos? Tania García da su visión sobre el tema de una forma muy cercana y acertada. Leyéndola no he podido más que reflexionar sobre este tema, cosa que me ha impulsado a escribir este post a la vez que te recomiendo el libro, del pronto podrás leer la reseña completa aquí. Pero vamos al tema que nos ocupa: entender la educación de nuestros hijos lejos del control que ejercemos sobre ellos.

educar no es controlar

Para empezar a enmarcar este asunto deberíamos formularnos una cuestión previa que no es otra que : ¿Qué nos impulsó a ser padres? Ante esta pregunta cada uno de nosotros responderemos de una forma muy distinta pero seguro que entre todas nuestras respuestas no encontraremos ninguna que diga “para controlar a mis hijos”.

El inicio de la confusión: cuándo educar pasa a ser controlar.

Es improbable que nadie desee tener hijos para controlarles pero lo cierto es que una vez tenemos a ese pequeño ser entre nuestros brazos ocurre algo muy curioso: nos invade el miedo y necesitamos tenerlo todo bajo control.
Y aquí empieza todo. Veámoslo con más detalle.

Desde los primeros días hasta más allá de la adolescencia

Desde los primeros días de vida de nuestro hijo o hija empezamos a ejercer un control excesivo sobre ellos. Y ese control no es otra cosa que el intento de contener nuestros propios miedos. Miedo a no ser buenos padres, miedo a que no sean felices, miedo a que no lleguen a ser quienes nosotros planeamos que sean, miedo a que no tengan un buen futuro, miedo a que suspendan, miedo a que otros padres nos juzguen … y así hasta el infinito y más allá.
Sí, ya desde el mismo inicio de nuestra paternidad o maternidad, en la gran mayoría de casos (entre los que yo misma me incluyo) pasa lo siguiente:
  • Queremos controlar sus ritmos biológicos de sueño y alimentación.
  • Intentamos controlar sus emociones.
  • Tratamos de controlar sus estudios.
  • Deseamos controlar sus amistades.

En definitiva pretendemos que piensen, sientan y actúen como nosotros lo haríamos y nos olvidamos que nuestros hijos son personas diferentes, únicas y singulares. Al no cumplirse nuestras expectativas nos genera profundo sentimiento de frustración.
Te explico punto por punto qué ocurre y te invito a que reflexiones junto a mí y que luego me escribas si lo crees necesario. Debido a un problema técnico parece ser que los comentarios no funcionan por lo que te invito a escribirme que encontrarás en el apartado contacta conmigo.

Queremos controlar sus ritmos biológicos de sueño y alimentación.

Ya desde un primer momento queremos que nuestros hijos coman y duerman cuando nosotros decidamos, pero lo cierto es que los bebés y los niños, como personas independientes que son, tienen sus propios ritmos. Y éstos no suelen coincidir con los nuestros. Y aunque los hábitos y las rutinas ayudan mucho a sincronizarnos, no siempre se cumplen nuestras expectativas.
Lo sabes bien, porque así lo vives o lo has vivido. A veces nuestros hijos no tienen hambre y se niegan a comer. En otras ocasiones no quieren dormirse si no es en nuestra cama o en nuestros brazos. Situaciones que, por lo general y debido a nuestro propio cansancio, suelen frustrarnos y enfadarnos. Situaciones a las que nos enfrentamos sin saber cómo actuar. Y como que no existe manual de instrucciones ni fórmulas mágicas que nos digan cómo proceder acaban generándonos más confusión, ansiedad y necesidad de control.
Y lo mismo ocurre en los siguientes puntos, porque es el miedo a no saber qué hacer o la ansiedad que nos produce no saber si lo que estamos haciendo está bien lo que nos empuja a querer tenerlo todo bajo control.

Intentamos controlar sus emociones.

Sobre los 2 años sucede que llega ese momento en el que nuestros hijos empiezan a ser más conscientes de su propio yo. Es justo en este momento en el que suelen iniciarse las temidas rabietas. Esa forma de expresar su desacuerdo o frustración que los padres no entendemos y que deseamos evitar a toda costa.
A los padres nos cuesta mucho a estar las emociones desagradables de nuestros hijos. No queremos que se enfaden, ni que lloren, ni que tengan miedo … de modo que intentamos controlar todas sus emociones y lejos de ayudar a gestionarlas tendemos a reprimirlas y a negarlas. Algo totalmente contraproducente que genera más frustración en los pequeños y en nosotros mismos. 

Tratamos de controlar sus estudios.

Y ¿qué me decís de cuándo empiezan el cole y deben estudiar y hacer deberes? Este es otro de los momentos clave y del que tanto hemos hablado y debatido psicólogos, maestros y profesores. Padres helicóptero, madres tigre, y un sin fin de padres y madres sin etiquetar que cada día se sientan al lado de sus hijos para hacer con ellos los deberes y ayudarles a estudiar.
Porque este es otro de los grandes miedos que sentimos los padres de hoy en día y que expresamos en forma de control excesivo sobre nuestros hijos: miedo a que nuestros hijos no saquen buenas notas o lo que es peor: que no sean los mejores.
Y aquí me permito citar a Cristina Guitiérrez Lestón, experta en educación emocional, y haceros la reflexión que ayer en su ponencia en el Emotour19 nos planteaba: 

¿Qué queréis para vuestros hijos: que sean los mejores niños del mundo o que sean los mejores niños para el mundo? Y sin duda mi respuesta es clara, yo no quiero el mejor niño del mundo, deseo educar a mis hijos para que sean los mejores niños para el mundo. Pero … ¿cómo se hace esto? En primer lugar dejando que tomen sus propias decisiones y que permitiendo que se equivoquen, alimentando su autoestima, nutriendo su confianza, … y por supuesto no proyectando nuestros miedos y frustraciones sobre ellos.

Deseamos controlar sus amistades.

El control de las amistades es otro de los grandes temas. No son pocos los padres que se dedican a escoger los amigos perfectos para sus hijos desde el mismo día que entran en el aula de educación infantil. Padres y madres que buscan el amigo ideal para su hijo se codee con lo “mejorcito” y se aleje de lo que consideran menos recomendable. Por decirlo de una forma elegante.
Y es verdad que las malas compañías pueden ejercer una muy mala influencia en una etapa crucial como es la adolescencia. No lo negaré, porque sería mentir. Sin embargo, si los padres hemos ejercido de padres y hemos educado en lugar de controlado habremos sabido transmitir las herramientas necesarias para que nuestros hijos sepan escoger quienes son las personas más adecuadas con las que desean compartir su camino. Y ¿cuáles son estas herramientas? Autoestima, autoconfianza, asertividad, empatía, en definitiva habilidades sociales, o lo que es lo mismo: inteligencia emocional. Algo que no se aprende cuando no te dejan ser quien eres y te controlan excesivamente.

Educar significa guiar,
ser luz en la oscuridad
no control y dominio

Educar no es controlar y dominar. Educar significa guiar y ser luz en la oscuridad. Educar es ofrecer oportunidades de desarrollo, confiar en el otro, permitir que aprenda de sus errores. Y aunque es cierto que los debemos poner normas y límites, porque son absolutamente necesarias para nuestros hijos crezcan de un modo equilibrado, estable y seguro, confiando en nosotros, no debemos confundirnos y ejercer nuestra autoridad con autoritarismo.
Para educar sin dominar debemos gestionar nuestros miedos. Ser más empáticos con nuestros hijos, escucharlos más y castigarles menos. Desarrollar nuestra propia inteligencia emocional para poder ayudarles a ellos. Nuestros hijos necesitan padres que les escuchen, que acepten sus emociones, que las validen, que les ayuden a identificar lo que sienten, que les ofrezcan alternativas de conducta. Nuestros hijos necesitan padres menos asustados que promuevan su independencia, autonomía y seguridad en ellos mismos. Y esto, queridos papás y mamás, no se consigue con control y dominio.



Consellos para estimular ao neno a escoller a súa roupa.


Autoría:  Sara Tarrés
Republicado con autorización de: https://www.mamapsicologainfantil.com

La ropa tiene una utilidad práctica. Por supuesto, se usa para proteger del frío y de los agentes externos pero es indudable que también reflejan la personalidad, creatividad y hasta el estado de ánimo. En los niños, la escogencia de los atuendos es una actividad que favorece su autoestima, la imaginación y hasta el aprendizaje. Se puede ver ejemplos de a lo que nos venimos refiriendo con respecto a la ropa infantil en esta web, donde todos y cada uno de los modelos y prendas sueltas son capaces de evocar todos estos elementos y mucho más.
Los niños muy pequeños no son conscientes de que hay distintos tipos de ropa y que se puede elegir qué usar, es hacia los dos años que ya comienzan a interesarse en las prendas y en los zapatos. Veamos algunos consejos a seguir a la hora de enseñar a los niños a escoger su ropa y calzado:

  • Introducir el tema. Los niños desde muy pequeños manifiestan alguna preferencia por alguna ropa, en el momento en el que diga que prefiere esa chaqueta o un pijama particular, se le puede preguntar por qué le gusta más y estimulamos la conversación del tema, tal vez se descubra que prefiere la comodidad a la estética o que le gusta determinado tejido.
  • Enseñarle los colores. Al vestirse se le pueden enseñar los diferentes colores y cuáles se combinan bien y cuáles no, de esa manera se estimula el aprendizaje y la creatividad. Para más consejos se les pueden mostrar atuendos combinados para que ellos vean cómo lucen las prendas juntas.
  • Hablarle de las estaciones del año. Se le puede explicar que durante el año las condiciones cambian y la ropa debe cambiar en función de si hace frío o calor. Hay que usar un lenguaje sencillo pero tampoco se debe subestimar al niño, entienden más de lo que nos imaginamos. Entonces, hay que hablarles de la ropa que se usa en diferentes condiciones y explicarles que si se sale destapado y hace frío va a estar muy incómodo, lo mismo si hace calor y se sale con ropa de invierno.
  • Ofrecerles pocas opciones. En un principio se le pueden mostrar dos opciones contrastantes. Por ejemplo, a una niña se le puede enseñar un vestido de color rosa y un conjunto de pantalón en un color fuerte, se le pide que escoja entre los dos y así se observa cómo va manifestando su personalidad y preferencias.
  • Aceptar su decisión. Con el fin de fortalecer su autoestima, se debe aceptar la elección que tome el niño, jamás se debe cuestionar lo que elija ni mucho menos ignorarlo, ya que eso sería contraproducente, además le frustraría. Cuando un padre quiere que su hijo tome decisiones debe aceptar que no siempre va a tomar la decisión que él querría, debe admitir que es un ser humano diferente y que sus gustos pueden ser opuestos.
  • Opciones pre aprobadas. Para comenzar, se le ponen opciones dentro de las condiciones aceptadas, por ejemplo si está haciendo frío, las dos opciones deben ser para frío, si vamos al parque las dos opciones deben ser para ir al parque, de esa manera no lo tenemos que rechazar o tener que dejarlo salir con una opción poco adecuada.
  • Ir aumentando las opciones. A medida que vaya aprendiendo, se le muestran 3, 4 o más opciones, e ir aumentando hasta que vaya solito a su armario y escoja lo que quiera.
  • Salir a comprar con el niño. A medida que están un poco más grandes se les puede llevar de compras, de esa manera ellos ven que hay muchas opciones disponibles. Para ello se le debe explicar qué vamos a comprar, por ejemplo se le dice que van a salir para comprar ropa de invierno y que debe ser muy abrigada y tener algunas características, ya en la tienda se le pide que busque opciones con tales características, como en un juego. De esta manera se le enseña a seguir un objetivo y a hacer elecciones al mismo tiempo.


Extender las decisiones


Escoger la ropa es una excelente manera de enseñar al niño a tomar decisiones. De esa manera ellos entienden que las decisiones tienen consecuencias y que si elige un atuendo inadecuado tiene que pasar la tarde usándolo. Se puede continuar dejándolo decidir qué perfume usar, qué película ver en el cine, que merienda llevar al cole y muchas otras que poco a poco le enseñen que son muy válidas sus elecciones.

Adaptacións curriculares (ACI): orientacións para pais


Autoría: Celia Rodríguez Ruiz
Republicado con autorización de: https://www.educapeques.com

Las adaptaciones curriculares son un tipo de estrategia educativa, cuyo sentido y finalidad es proporcionar las mismas oportunidades de aprendizaje a todos los alumnos.  Se trata de facilitar el proceso de enseñanza-aprendizaje para aquellos alumnos que presenten necesidades educativas especiales, dando así una respuesta a la diversidad individual.

¿Qué es una Adaptación Curricular?

Las Adaptaciones Curriculares Individuales, consisten en modificaciones más o menos extensas del currículo ordinario, haciendo éste accesible a aquellos alumnos que presenten alguna necesidad educativa específica, independientemente del tipo y origen de estas necesidades: historial personal, historial educativo, motivación e interés, ritmo y estilo de aprendizaje.
Es un tipo de planificación ajustada a las necesidades y forma de aprender del alumno  que se plasma en una programación específica, con objetivos, contenidos, evaluaciones, orientaciones metodológicas, organizaciones escolares y materiales, propias y adecuadas a la necesidad en cuestión.

Tipos de Adaptaciones Curriculares

Adaptaciones Curriculares de Acceso al Currículo. Se trata de modificaciones espaciales, materiales, personales o de comunicación que tienen como finalidad facilitar el acceso al currículo a determinados alumnos. Son las empleadas para alumnos y alumnas con deficiencias motoras o sensoriales. Estas a su vez, pueden ser de dos tipos:
De acceso físico, como eliminación de barreras arquitectónicas, iluminación y sonoridad, mobiliario adaptado, profesorado de apoyo, etc.
De acceso a la comunicación, como puede ser sistemas alternativos de comunicación: braille, lupas, grabadoras, ordenadores, etc.
Adaptaciones Curriculares de Individualizadas (ACIs): Son el conjunto de ajustes o modificaciones efectuados sobre los diferentes elementos, para dar respuesta a las necesidades educativas especiales. Pueden ser de dos tipos:

  • No significativas: adaptaciones relacionadas con el tiempo, actividades, metodología, evaluación, etc. Son realizadas de forma temporal y pueden estar destinadas a cualquier alumno/a. Su carácter es preventivo y compensador, con el fin de individualizar la enseñanza.
  • Significativas o muy significativas: Son modificaciones de la programación, están basadas en una evaluación psicopedagógica previa. Se adaptan los elementos prescriptivos del currículo: objetivos generales, contenidos nucleares y criterios de evaluación. Este tipo de adaptación requiere un documento escrito que incluya los datos del alumno, su valoración, la delimitación de las necesidades educativas especiales y determinación de las adaptaciones y modificaciones.


Cómo se desarrolla una adaptación curricular.

El desarrollo y puesta en práctica de las adaptaciones curriculares se rige por los siguientes principios pedagógicos:

  • Principio de normalización. Siempre que sea posible se desarrollará la actuación más normalizadora para el alumno. Esto quiere decir que la adaptación curricular solo se llevará a cabo cuando sea estrictamente necesaria. Y en todo momento el fin de la misma será alcanzar los objetivos del currículo ordinario.
  • Principio Ecológico. La adaptación se centrara en adecuar las necesidades educativas al contexto más inmediato.
  • Principio de Significatividad. Las adaptaciones curriculares irán de modificaciones poco significativas a lo más significativo. Atendiendo al principio de normalidad, empezaremos por modificaciones menos significativas, sin modificar los elementos prescriptivos del currículo, y solo cuando sea estrictamente necesario se efectuarán adaptaciones significativas.
  • Principio de Realidad. Se ha de partir de elementos realistas, conociendo las necesidades, los recursos disponibles y los objetivos que pretendemos alcanzar.
  • Principio de participación e implicación. La competencia es del tutor y de los profesionales que se encargan del proceso de enseñanza y aprendizaje del alumno. Las decisiones en torno a las modificaciones y adaptaciones deben realizarse de forma consensuada y con un acuerdo.


Orientaciones para los padres y madres,
¿Qué debemos saber de las adaptaciones curriculares?

  • Una adaptación curricular es una modificación y/o adaptación de elementos físicos, materiales o de programación para favorecer el proceso de aprendizaje de todos los alumnos.
  • Las adaptaciones de acceso al currículo deben ser proporcionadas desde un primer momento, como modificaciones necesarias para las necesidades de estos alumnos.
  • Como principio general, debemos proporcionar el modelo más normalizado para el alumno. Es decir, siempre que pueda se le permitirá seguir el currículo ordinario sin modificaciones significativas.  Las modificaciones se realizarán cuando sean necesarias para el proceso de aprendizaje.
  • Las adaptaciones curriculares significativas, deben estar basadas en una valoración previa, que delimite el nivel de competencia del alumno, los objetivos que se desean alcanzar y que formas tiene el alumno de alcanzarlos.
  • Las ACIs, deben quedar en un documento escrito y ser aprobadas por la administración educativa.
  • Las ACIs, tienen una  duración será de un curso escolar. Con el nuevo curso se debe realizar una nueva valoración, para determinar las necesidades del siguiente curso.


Guía para pais da depresión infantil


Republicado con autorización de: https://www.educapeques.com

Muchos comentarios nos llegan para que tratemos el tema de la depresión infantil: Ya sabéis que la depresión no solo afecta a las personas adultas, es cada vez más frecuentemente observar casos de depresión en niños. La depresión es un estado de ánimo, común y universal a los seres humanos. Puede ocurrir a cualquier edad y en este artículo vamos a comentar las causas, síntomas y cómo tratar la depresión infantil.

Depresión en niños

Los niños pueden presentar estados de ánimo muy variables incluyendo sentimientos puntuales de tristeza, pero estos deben ser pasajeros y lo normal es que desaparezcan de forma rápida.
Sin embargo, en algunos casos, esta tristeza puede ser severa y persistente, llegando a interferir en los aspectos de la vida diaria y en el funcionamiento normal del niño. En estos casos estamos ante una depresión infantil.

Causas de depresión infantil

Los investigadores han dividido en 4 las posibles causas de depresión en niños, estas son:
  1. Causas biológicas: factores hereditarios, bioquímicos, hormonales y neuronales.
  2. Causa estacional: trastorno afectivo estacional, se ha relacionado la depresión con la cantidad de luz debida al cambio estacional, hay estudios que han demostrado esta teoría. Una estación más sombría aumenta las posibilidades de depresión.
  3. Causas psicológicas: Estas son obvias, la pérdida de un ser querido, alguna mascota o simplemente la mala relación entre los padres puede llevar a procesos de depresión infantil.
  4. Causas del entorno: Finalmente la presión social, la competitividad y el miedo a no alcanzar las metas esperadas por su entorno pueden dar lugar a depresión.

Se estima que aproximadamente un 2,5 % de la población infantil (2 a 12 años) padece este trastorno. Vamos a presentar algunos de los síntomas que pueden hacer sospechar que un niño o niña está padeciendo depresión.
Estos síntomas deberían estar presentes durante dos semanas al menos y suponer un cambio importante en la actividad previa del niño o niña.

10 síntomas de la depresión infantil

El diagnóstico debe realizarlo un especialista en salud mental infantil: psicólogo clínico o psiquiatra. Este especialista es el que debe considerar los síntomas, cuántos deben estar presentes y diferenciar la depresión de otros posibles trastornos.

Los síntomas pueden variar dependiendo de la personalidad del niño y de su edad y etapa de desarrollo. Como síntomas generales, a modo orientativo, podemos enumerar los siguientes, que nos servirán para alertarnos y consultar con un especialista.
Los síntomas de depresión en niños pueden ser:


  • Estado de ánimo triste irritable. Este estado de ánimo está presente casi todo el día y casi todos los días.
  • El niño o niña pierde capacidad de disfrutar: no tiene interés por actividades que le gustaban; parece que nada le resulta agradable ni interesante.
  • Puede haber cambios de peso considerables: bien disminución, aumento o no se alcanzan los aumentos de peso esperables a su edad.
  • Problemas de sueño.
  • Pérdida de energía.
  • El niño o niña está muy agitado o excesivamente lento casi todo el día.
  • Hay sentimientos de culpabilidad o de inutilidad o baja autoestima.
  • Se aísla de los demás.
  • Pérdida de concentración.
  • Conducta dirigida a lastimarse a sí mismo, pueden aparecer ideas suicidas.



La presencia de estos síntomas deterioran algunos aspectos de la vida del niño como la relación con los demás, la relación familiar o sus estudios.
Es una tarea complicada y especializada ya que debemos tener presente que la depresión suele acompañar otros trastornos infantiles como el trastorno por déficit de atención con hiperactividad, trastornos de conducta o los trastornos de aprendizaje, entre otros.
El tratamiento previsto para la depresión infantil suele ser terapia psicológica, tratamiento farmacológico o la combinación de ambos. Nosotros como siempre os proponemos unos consejos fundamentales para ayudar en caso que detectemos síntomas de depresión leve en nuestros hijos.

10 Consejos cómo ayudar a un hijo con depresión

Hay consejos básicos que ayudarán a un niño con síntomas depresivos y que te resumimos en estos 10:
  1. Indaga en las causas de la depresión. No ignores lo que pasa, pensando que ya se le pasara. Habla con él,  puedes aprovechar juegos y/o cuentos, crearás un ambiente cercano y sin tensiones.
  2. Presta atención a su autoestima. Averigua lo que el pequeño piensa sobre sí mismo y ayúdale a tener una sana autoestima.
  3. Establece y mantén unas rutinas. Los niños y niñas se sienten seguros con las rutinas, les aporta confianza y tranquilidad.
  4. Evita que el niño tenga estrés. Presta atención a su calendario de actividades.
  5. Comprueba que no se sienta culpable por cosas que están fuera de su control. Enséñale a distinguir entre los acontecimientos que puede controlar y los que no.
  6. Tranquiliza al niño. Estate pendiente de sus cambios y ayúdale a comprender aquellas situaciones que le pueden hacer sentirse triste.
  7. Muéstrale tu cariño y amor. Es importante que los niños se sientan queridos.
  8. Busca y comparte con ellos, actividades para la distensión y la diversión. La alegría genera felicidad y elimina la tristeza, poder desconectar y disfrutar de las pequeñas cosas es imprescindible.
  9. Trata la depresión con naturalidad. Debes prestar atención a esta circunstancia, pero evita que el niño/a se sienta culpable por sentirse triste y preocupar a sus familiares (tenderá a esconder sus sentimientos si así lo percibe).
  10. Acude a un especialista si las consecuencias son graves y el estado de ánimo persiste y no mejora.




Mi recomendación desde aquí para las personas que están más en contacto con los niños (familias y maestros) es que si sospechan que un niño o niña pueda padecer depresión infantil, se realice una valoración para descartarla o en su caso, confirmar y realizar el tratamiento lo antes posible.

O meu fillo é desobediente: 5 pautas para mellorar a conduta en rapaces desobedientes.


Republicado con autorización de: https://www.escuelaenlanube.com

El 15% de los niños presentan problemas de desobediencia que se pueden catalogar como graves, y esos problemas de desobediencia generalmente se acompañan de una actitud muy desafiante que empieza a generar otro tipo de problemas de conducta y actitud que a su vez desencadenan problemas emocionales y relacionales.
Muchos padres buscan ayuda profesional diciendo “Mi hijo es desobediente, y desafiante” y tienen mucha razón al buscar ayuda pues esta es una conducta que puede afectar mucho a los niños y a su entorno familiar.
Así que lo primero que debe hacerse es identificar los problemas de desobediencia y desafío que generalmente aparecen a partir de los dos o tres años de edad para así poder ofrecerles consejos y corregir ese comportamiento a tiempo.

¡Ayuda: Mi hijo es desobediente!

Como mencionamos anteriormente, lo primero que debe hacerse es identificar el problema y saber claramente cuando aparece dicha conducta para así poder actuar en contra de ella y entregar las soluciones adecuadas.
Por lo general, este problema aparece casi en un 50% más en niños que en las niñas y se presenta sobre todo, en contra de personas con gran autoridad como los padres, lo cual genera problemas dentro del hogar.

5 pautas para mejorar la conducta en niños desobedientes

Luego de identificar el problema y saber en qué momentos se presenta, se debe comenzar a motivar al niño, eso se consigue reforzando sus actitudes positivas y castigando o ignorando las actividades y actitudes negativas.
Para poder mejorar o modificar la conducta de los niños desobedientes, se recomienda que los padres muestren una actitud colaborativa, que dejen que el niño se exprese y sus preocupaciones puedan ser escuchadas atentamente, pero también, se hace necesario explicarle los problemas que se causan a raíz de su actitud negativa.
En segundo lugar, resulta muy importante que los padres reflejen autoridad no tengan miedo o nerviosos ante la actitud desafiante del pequeño. Una recomendación importante es colocarse a la altura del niño, mirarlo a los ojos y desde ahí decirle que la actitud que tiene no es aceptable.
Se deben colocar normas y límites para frenar la desobediencia, estos resultan ser fundamentales para establecer lo que se debe y no se debe hacer, deben ser claras y razonables. Además, es importante que estén adaptadas según la edad del niño, y que ellos sepan el porqué de cada norma y que beneficio les entregara el seguirlas.
Se deben establecer horarios para todas las actividades y en orden de prioridad, eso le ayuda a darle un orden a la vida y a fomentar en ellos una actitud colaborativa y asertiva.
Finalmente, se deben premiar los buenos comportamientos de los niños, eso es fundamental para que el entienda que debe repetir esos comportamientos o actitudes, eso sí, debe tenerse en cuenta que no solo se trata de regalos materiales, sino que, un gesto, un abrazo o palabras de felicitación funcionan de forma perfecta.

Que os policías eduquen ao teu fillo.


Autoría: Carlos Pajuelo
Republicado con autorización do autor: http://blogs.hoy.es/escuela-de-padres


 “Niña no grites que está ahí el guardia mirándote y si gritas te va a llevar”. Esto es lo que le soltó una madre a su hija en un centro comercial, después de que la niña llevase un ratito haciendo cosas de criaturas (correr y gritar). A menudo padres y madres recurrimos ante determinados comportamientos de nuestros hijos a los mensajes emocionales que apelan al miedo (y que suelen ser efectivos solo a corto plazo) en vez de dar mensajes racionales que apelen a cómo debemos ir aprendiendo a comportarnos (y que suelen ser efectivos para siempre).
La policía nos protege, no nos educa. Eso es lo que hay que enseñar a nuestros hijos, bastante tarea tienen con la de la protección de la sociedad como para que les encasquetemos también la tarea, que nos corresponde fundamentalmente a los padres, de educar.
El coco y demás monstruos, ogros, orcos etc. tampoco deberían utilizarse para que los padres y madres nos quedemos tranquilos. El coco terminará sacándote de quicio a ti (a las tres de la mañana) y no habrá educado a tus hijos, bueno sí, los habrá enseñado a tener miedos irracionales, a perder confianza en sí mismo, a vivir asustado.
Te imaginas a tus hijos diciéndote, cuando te pillen en un renuncio, “sigue así me vas a convertir en un desgraciado, en un drogadicto”, metiéndote miedo “me tenéis agobiado, preferiría estar muerto”(sic). Asusta ¿verdad?, ¿quién les habrá enseñado a asustar?
Utiliza mensajes racionales del tipo:  “hijo, aquí no puedes correr porque hay mucha gente”, “hijo, habla más bajo, gritar es molesto” y esto además hay que repetirlo una y otra vez. Es lo que tiene la tarea de educar.
Meter miedo es pan para hoy y hambre para mañana. ¿Acaso quieres hijos temerosos? ¿Asustadizos?, ¿no será mejor tener hijos educados?

Este neno é moi "infantil"


Autoría: Carlos Pajuelo
Republicado con autorización do autor: http://blogs.hoy.es/escuela-de-padres


A menudo escucho a adultos referirse a algunos niños y niñas diciendo de ellos, con un tono de preocupación, que son muy infantiles. Niños de 6 años, de 8, de 12, incluso de algunos  adolescentes. ¿Será malo ser “muy infantil” cuando uno está en edad de ser infantil?


Intentar que un niño
 se comporte como un adulto
 es una manera de negar la infancia


¿Qué es lo que queremos decir cuando nos referimos a un niño o adolescente
como “muy infantil”?

Pues generalmente que es ingenuo, que le gusta jugar a cosas de niños, que es emotivo, vamos que se emociona con lo que ocurre a su alrededor y a veces se ríe a carcajadas o llora ante situaciones injustas; que no tiene interés por hacer cosas de “mayores”; que le gusta que lo abracen y le hagan cosquillitas; que tienen miedo y te piden que los protejas; que piden que les cuenten cosas de cuando eran más pequeños, que su mayor procupación no es anotar las tareas que hay que llevar al colegio, etc.

En esta sociedad que roba la infancia a los niños ya no les dejamos ni ser niños, nos parece un problema que se comporten como niños y los llamamos inmaduros.

Es muy inmaduro es una manera de decirle a un niño que su forma de ser no nos gusta, que algo le falta, es una manera de de trasmitir que estamos deseando que se haga un maduro, para que no moleste. Inmaduro dicho como problema y no como una realidad del desarrollo: los niños van madurando a través de experiencias y tiene un ritmo, propio e individual, de maduración. Y mientras maduran, necesitan la ayuda de los adultos.

No tengáis prisa, tienen que ser niños, tienen que ser adolescentes y luego se convertirán en hombres y mujeres adultos capaces de gobernar su vida.

Los niños solo son niños y lo que tienen que aprender es a ser buenas personas, no a ser maduros precoces. La madurez necesita vida para ser vivida, ser niños el tiempo que dura la infancia, ser adolescentes el tiempo que dura la adolescencia, y ser adulto el tiempo que dura la vida adulta.

Así que cuando alguien diga que es un niño muy infantil tú contesta que eso es más normal que ser un niño “viejuno”.

Los niños son niños, dejadles que vivan su infancia, no les metáis prisa para que crezcan porque  los trienios y las canas llegaran de todas manera.

Como aprenden os nenos cales son as súas tarefas


Autoría: Carlos Pajuelo

Republicado con autorización do autor: http://blogs.hoy.es/escuela-de-padres


Los niños nacen con derechos, con todos los derechos, pero luego tienen que aprender cuáles son sus deberes. Sí, lo has leído muy bien, los deberes se  tienen que aprender y eso quiere decir que alguien se los tiene que ir enseñando. Esta es la razón por la que educamos, para enseñar, para ser modelos de qué, cómo, dónde y cuándo. Un magnifico aprendizaje, que necesita su tiempo, del que te examinan constantemente y que ayuda muchísimo a manejarte en eso de convivir.

los niños
tienen el deber de comportarse
como niños

¿Cuáles son los deberes de los niños?

Los niños tienen el deber de aprender a amar y cuidar. Así que enséñales cómo se ama gratis, día a día, enséñales cómo se ama cuando se confundan, cuando se equivoquen, cuando te hagan sentir frustrado como educador. Enséñales cómo se habla cuando se ama, cómo se riñe a quién amas,  cuáles son las palabras apropiadas, cual es el tono con el que se pronuncian. Enséñales cómo se cuida y se apoya en los momentos en los que la decepción, la rabia o el miedo se apodera de uno.
Los niños tienen el deber de aprender a respetar. El respeto no es una excusa para no tener conflictos, ni una muralla infranqueable, ni un convencionalismo. El respeto no se impone, el respeto se gana. Enseña a tus hijos a que sean respetuosos con sus compañeros, con sus profesores, con sus vecinos, con vosotros. Y para eso sé un modelo de respeto. Los niños tienen que ver y sentir respeto a su alrededor para ejercer su deber de respetar.
Los niños tienen el deber de aprender a aprender. El deber de fomentar la curiosidad, el deber de cuestionar, el deber de aprender activamente, el deber de ser protagonistas de su aprendizaje. El deber de ir a la escuela, pero no les pidamos que tengan el deber de aprender lo que les enseñamos, aprender no es una obligación, es un premio. El deber de aprender el valor de un maestro, lo valioso que es. Pero te recuerdo que somos los que educamos los que decidimos cómo queremos que nos recuerden a los que educamos.
Los niños tienen el deber de aprender a ser niños. A vivir como niños, a ser considerados niños. El deber de correr, el deber de gritar, el deber de jugar, el deber de dudar, de confundirse. El deber de la inocencia, el deber de la ingenuidad. El deber de ser niños mientras dure la infancia.
Los niños tienen el deber de aprender a que todas nuestras conductas tienen sus consecuencias. Creo que esta es la piedra angular de la educación, nuestros hijos necesitan saber que sus comportamientos les acarrean consecuencias. Y para aplicar consecuencias no hay que enfadarse, no hace falta gritar, no hay que decir “te lo dije”, es mucho más sencillo, basta con establecer unos límites y ser sistemáticos en su cumplimiento.
Hay adultos, muchos, a los que les parece que los niños de hoy en día son unos consentidos y mal criados. ¿Es que acaso es una persona bien educada la que pretende que los niños se comporten como adultos? Los niños son sólo son niños. Es verdad que hay algunos niños que no tienen la suerte de disfrutar del derecho a la educación, pero vivimos en una sociedad que está considerando, a pasos agigantados, la infancia como una molestia, así nos va. Una sociedad que no cuida a la infancia, ni la respeta, ni la protege está condenada a envejecer de manera amargada.