Nenos sen límites = pais sen autoridade

Autoría: Sara Tarrés
 Republicado con autorización de: http://www.mamapsicologainfantil.com/


Lamentablemente todos conocemos casos de niños sin límites. Niños sin límites que al llegar al cole ejercen un poderoso efecto negativo sobre los demás. Niños con caracteres fuertes o sencillamente mal educados. Y cuando digo mal educados lo digo con todo el sentido de mala educación. El exceso de permisividad y la falta de autoridad de algunos padres da lugar a niños sin límites que navegan por el mundo tropezándose con el resto de niños. Esos últimos con padres que intentan educarles, con mayor o menor acierto, en valores tan importantes como el respeto, el compañerismo, la bondad y la amistad.

 Que no debemos delegar la educación de nuestros hijos solo en la escuela se dice y se repite hasta la saciedad. Es en casa donde se educa. Es en casa donde se debe empezar a poner límites y no esperar a que alguien nos llame la atención. Los niños, sencillamente son niños y aprenden por imitación. Hacen lo que ven hacer en casa y en su entorno más cercano. La escuela es también uno de esos entornos cercanos donde niños sin control desestabilizan el grupo, ejerciendo su liderazgo negativo, captando la atención de los demás y distorsionando las actividades diarias. Y está claro que muchos copian esos comportamientos y se los llevan a casa. Es aquí donde debemos decir basta. Familia y escuela debemos trabajar conjuntamente y no hacer la vista gorda ante la agresividad, la humillación y la falta de respeto.
No vale con cerrar los ojos y mirar hacia otro lado. No hay bastante con pensar o decir que son niños en proceso de formación y que las etiquetas son malas. Ciertamente las etiquetas suelen picar y escocer, no nos gustan a nadie y por eso tendemos a cortarlas. Pero las etiquetas nos dan mucha información sobre cómo actuar con el tipo de material con el que estamos trabajando, con los niños y con los padres suele ocurrir lo mismo.
Hay que trabajar el autocontrol como padres pero también hay que inculcarlo a los hijos. Hay saber qué rol ejercemos y cómo lo llevamos a cabo. No basta con vivir con los niños, hay que educarlos para que sepan vivir y convivir.
Niños sin límites, padres sin autoridad
Estos niños sin límites a los que me refiero hoy son la consecuencia directa de la falta de autoridad, de unos padres inmaduros que pretenden ser más amigos de sus hijos que ser padres. Porque ser padres significa guiar, contener, poner límites, decir no, explicar lo que está bien y lo que no. Ser padres significa esforzarse más allá de proporcionarles abrigo, cobijo y alimentación a nuestros hijos. Ser padres significa también asumir el conflicto y no solo divertirse con ellos.
Los niños sin límites son pequeños tiranos, pequeños dictadores que no entienden de respeto hacia los demás. Niños con conductas groseras y violentas. Niños faltones e irrespetuosos. Unos pequeños matones que van de aquí para allá sin importarles absolutamente nada. Niños a los que les faltan muchos nos y probablemente más atención parental.
¿Cómo actuar cuando convives con niños sin límites?
La actuación como padre o madre de un niño que convive con otro sin límites es seguir educando al propio en los valores en los que creéis como familia. Enseñarle a distinguir entre lo que está bien y lo que no, entre lo que se permite y lo que no en casa y fuera de ella.

Si el mal comportamiento del niño sin límite afecta a tu hijo habla con la tutora y exponle claramente la problemática. No es cuestión de buscar culpables más bien de poner soluciones.

Para ser feliz non necesita que lle merques máis cousas

Autoría: Sara Tarrés
 Republicado con autorización de: http://www.mamapsicologainfantil.com/


Para ser feliz no necesita que le compres más cosas. Tu hijo, al igual que los míos, no necesita más objetos, más juguetes, cromos o lo que sea que te esté pidiendo ahora para ser más feliz. Puede que al negarle lo que te demanda le parezca que eres la peor madre del mundo, se enfade, te monte una rabieta pero tú sabes que en realidad estás actuando correctamente.


Los niños de hoy, los que viven de forma acomodada en la sociedad de consumo en la que estamos inmersos, se han acostumbrado a tenerlo todo sin apenas esfuerzo. Padres, madres, abuelos y tíos nos desvivimos por ellos dándoles todo cuánto piden olvidando que ese niño para ser feliz no necesita que le compres más cosas. Necesita que le prestemos atención, atención a sus risas, a lo que dice y a lo que calla. Necesita entender la importancia y el valor de las cosas y dándoselo todo a la primera nunca podrá aprenderlo.
Este es uno de esos artículo de opinión, en los que pesa más mi punto de vista de madre que el de psicóloga, porque hay cosas que me ocurren igual que a ti.
Soy madre de dos niños pequeños, demandantes, consumistas, igual que los tuyos. Soy mamá ante todo y lejos de intentar dar lecciones a nadie pretendo simplemente reflexionar contigo. Sabemos que sería más fácil comprarle todo cuanto nos pide y así acallar la rabieta, los malos modos o las malas caras. Sí, sería más fácil complacerle y tener una tarde tranquila después del cole. Sí, sería más fácil porque nos sentiríamos menos culpables por trabajar tantas horas. Sí, sería más fácil pero ¿estaríamos educando?
Sí, estaríamos educando un niño tirano, un pequeño dictador, manipulador, egoísta y materialista. Educaríamos a un niño que para ser feliz necesitaría siempre tener a alguien que le satisficiera su necesidad constante de cosas nuevas, una persona que no valora lo que tiene…
Así que yo me niego, me niego en rotundo a estar permanentemente comprando todo aquello que mis hijos piden. No solo eso, me niego a caer en la trampa de las colecciones de cromos, muñequitos o demás historias que se inventan unos cuantos para hacer dinero a costa de nuestros peques. Me niego a estar atrapada en el compra-compra diario y como madre con criterio propio me siento en la obligación de decir basta!

Que hay colecciones de cromos maravillosas pero señores… no podemos gastarnos los sueldos en álbumes que nunca se acaban porque aparecen otros más chulos… por ejemplo!

Recompensas materiais: un perigo para a educación dos nosos fillos

Autoría: Sara Tarrés
 Republicado con autorización de: http://www.mamapsicologainfantil.com/

Una de las formas que tenemos los padres a la hora de motivar la buena conducta de nuestros hijos es otorgarles recompensas por su buen comportamiento. Recompensas que los expertos siempre recomendamos que no sean materiales, ya que con ellas corremos el peligro de convertir a nuestros hijos en chantajistas profesionales.

¿Por qué creo que las recompensas materiales son un peligro para la educación de nuestros hijos?
El peligro de utilizar recompensas materiales va más allá de que no son eficaces para mejorar la conducta de nuestros hijos a largo plazo  porque:
  1. Cada vez que le compramos un juguete a nuestro hijo por portarse bien él recibe el mensaje de que tener cosas es lo más importante en la vida.
  2. Con este mensaje en mente crecerá creyendo que para ser feliz necesita tener cosas y más cosas, por lo que siempre se sentirá insatisfecho con aquello que haga si no obtiene una recompensa material tras su esfuerzo.
  3. Con las recompensas materiales los niños se vuelven materialistas y caprichosos.
  4. Solo se esfuerzan si hay una recompensa al final. Las recompensas materiales se vuelven el motor de sus conductas.
  5. Corremos el peligro de estar programando a nuestros hijos para sentirse poco valiosos y desdichados en un futuro cuando se den cuenta que la vida real funciona de un modo distinto al que le hemos estado acostumbrando.

Cuando tenemos que escoger una forma de recompensar a nuestros hijos por algo que han hecho bien debemos tener en cuenta que no todos los premios son igual de eficaces, es más, algunos son incluso contraproducentes como hemos visto en el caso de las recompensas materiales. Pero sí podemos otorgar pegatinas, insignias o tickets validos para canjear por actividades (ir al cine, hacer una excursión).


Las recompensas materiales son menos gratificantes y menos efectivas que los refuerzos emocionales como por ejemplo ir a dar un paseo en bici con papá o mamá, preparar un pastel o jugar al parchís. Los niños aprenden más lentamente cuando solo les recompensamos con juguetes o golosinas por una cuestión del tipo de conexiones neuronales que provoca una gratificación emocional versus una material.

Os 3 trucos cos que conseguín que os meus fillos deixen de pelexar

Republicado con autorización de: http://www.escuelaenlanube.com/

Aunque ciertamente se trate de un comportamiento no solo molesto sino que, a menudo se torna insostenible, lo cierto es que las peleas entre hermanos no sólo son necesarias sino que también son constitutivas de la subjetividad de cada niño y de su mundo interior

Peleas entre hermanos ¿Cómo es esto?

Sucede que aunque para todos los adultos una riña nos deje los “nervios de punta” para los niños los gritos, las quejas, los berrinches, etc marcan una postura no sólo ante otro niños (en este caso con sus hermanos) sino que también les otorga una identidad en el hogar.
Por si esto fuese poco las peleas son una forma de manifestación por parte de los niños de que “ellos existen” y se reconocen dentro del seno familiar que los ubica como sujetos partícipes.
Además hay que tener en cuenta que entre los 3 y los 10 años de edad un niño tienen como característica expresarse mediante la disputa con su/s hermano/s.
Sin embargo esto no quiere decir que ante las constantes (y a menudo ininterrumpidas) peleas, los padres no debemos intervenir. Por el contrario es necesario tomar cartas en la situación.

peleas entre hermanos

Estos son los 3 trucos con los que he logrado que mis hijos dejen de pelearse.

Respeto por la convivencia. Para poder inculcar este principio debemos como adultos, ser el ejemplo de lo que profesamos. Es decir si intentamos enseñarles a los niños el respeto por la convivencia, es fundamental que como padres tengamos un respeto entre todos los adultos que vivan en esa casa y no sólo respeto por ellos como niños.
El respeto por la convivencia exige:

  • Es importante amarlos pero sin hacer diferencias entre los hermanos.
  • Muéstrate como un adulto empático.
  • Crea un clima agradable en el hogar.
  • Establece límites claros siempre.

Enséñales a reconocer sus errores. Es importante que no sólo aprendan a reconocer sus propios errores sino que también no se vayan a la cama enfadados uno con el otro. Por el contrario debemos utilizar nuestro conocimiento y madurez para hacer de intermediarios. Es importante recordar que toda pelea o discusión (en el 90% de los casos) se debe a un malentendido. Muéstrales qué es lo que ha sucedido en la pelea o discusión y fomenta la reconciliación para que ellos “hagan las pases”.

Derecho por el enfado. Así como hemos dicho que como adultos debemos intervenir para que ellos no discutan de manera constante y sin motivo, también es importante mostrarles que ellos tienen derecho a expresar sus emociones y sus sentimientos. Si se han sentido agredidos por alguna razón lo mejor es decir lo sucedido, con respeto pero decir aquello que les ha fastidiado. De este modo ellos aprenderán a reconocer sus propios errores, los errores de los demás y a no sentirse ofendidos por las acciones de los otros. Por el contrario aprenderán a enfrentar situaciones conflictivas y poder solucionarlas de la manera más conveniente.

Luego de llevar a cabo estos 3 trucos, he notado un considerable descenso de las discusiones agresivas en mis hijos. Claro que esto te llevará cierto tiempo. Lo importante es ser constante y no perder la calma frente a las peleas entre hermanos.

Medo a perder nos nenos

Republicado con autorización de: http://www.escuelaenlanube.com/


El miedo, así como el resto de los sentimientos, es algo característico y necesario en todos los seres humanos. De hecho el miedo puede funcionar como un arma de defensa frente a lo desconocido o frente a circunstancias que el cerebro interpreta como “posibles peligros”.
Existen dos tipos de miedos: el miedo sobre el cual el niño aprende (por ejemplo aprende a no tocar un enchufe pues produce una descarga eléctrica que lo lastimará) y el miedo paralizante (aquel que no le permite al niño explorar, jugar, divertirse, etc por miedo a que se lastime o muera).

Ubicado en uno u otro de estos grupos (dependiendo del niño en particular y de su crianza) se encuentra un tipo de miedo a perder: perder una competencia, perder un afecto o la estima de algún adulto, perder algo material, etc.
Es importante como educadores y padres trabajar sobre el miedo a perder que puede surgir en los niños.
El sentimiento de pérdida de algo (tangible o intangible) tiene sus orígenes en la subjetividad, (personalidad del niño) y en sus propias vivencias. Por tanto no es correcto evaluar a todos de la misma forma. Deberemos tomar cada caso en particular para poder ayudar a un niño que tiene miedo a perder.
A continuación mostraremos algunas estrategias que nos pueden servir a grandes rasgos:


Si la pérdida ha sido sobre una competición o cosa material

  • Desdramatizar la situación. Es decir quitarle el toque dramático con el que el niño está vivenciando esta experiencia. Por supuesto que no es conveniente minimizar lo ocurrido pero sí es importante darle la trascendencia que esto tiene: ni más ni menos.
  • Evaluar qué fue lo que ocurrió. Es decir, medir las acciones que desembocaron en la pérdida de la competencia del niño (o la pérdida del objeto): evaluar si su acción pudo ser mejor o bien si sólo fue una circunstancia el hecho de haber perdido la competencia o el objeto.
  • Enseñarle a aprender de las derrotas. A menudo se enseña a los niños a ganar y competir para alcanzar una meta pero pocas veces se enseña que para ello es necesario equivocarse.
  • Permite que exprese sus emociones. Tras una derrota o pérdida material emergen sentimientos de bronca, gritos, llanto, etc. Muéstrale al niño que estos sentimientos son parte del proceso del aprendizaje hasta que, con perseverancia y trabajo él logre vencer otra competición.


Si la pérdida ha sido la de un ser querido o el afecto de alguien

Este es uno de los temas más delicados y difíciles de afrontar para todo niño (y adulto también).
Sugerimos lo siguiente:

  • Muéstrate completamente honesto con el niño. Es importante decirles la verdad y no querer apartarlos de la realidad. De igual modo la situación le producirá un sufrimiento que es inevitable.
  • Sé cauteloso en cómo y cuándo darle la noticia de la pérdida.
  • Si el niño/a tienen menos de 5 años, lo mejor es hablar directamente de lo que ocurrió, ya que ellos no podrán interpretar la frase “se ha ido” pues entienden literalmente cada palabra. En estos casos es mejor ser directo e indicar qué es lo que sucedió a la persona: falleció, está privada de la libertad, está internada y no la podemos visitar, se mudó muy lejos, etc, pero siempre actuar con la verdad.
  • Anímalo a que el niño exprese lo que siente. En caso de fallecimiento a menudo los niños desean asistir al funeral. Aunque esto pueda parecer muy brusco, el niño (así como el adulto también) necesita procesar lo que ha ocurrido y es conveniente que asista al entierro si así lo desea para que pueda procesar mejor lo ocurrido.



Os nenos que xogaban a ser maiores

Autoría: CARLOS PAJUELO 
Republicado con autorización de: http://blogs.hoy.es/escuela-de-padres/


La muerte de una niña de doce años por un coma etílico al acudir a un botellón es una de esas noticias que, como padre o madre, te dejan totalmente confundido, asustado.
No hace mucho escribí sobre la infancia robada, sobre cómo nuestra sociedad, o sea todos y cada uno de nosotros, empuja a los niños y niñas a “jugar a ser mayores” antes de tiempo.
El tiempo de poder ser niños cada vez es más corto porque generamos la idea de que los niños son “molestos”. Los niños “revuelvencorrengritaninvaden”, es verdad,  por eso, la naturaleza que es sabia, los dotó de padres y madres para intervenir en esas situaciones, y no para mirarlos con cara de hartazgo y decir, “a ver si crecen ya de una vez
Un niño o una niña de 12 años son un niño o una niña. No son ni un hombrecito ni una mujercita. Los de 14 años, no son un hombrecito ni una mujercita, son adolescentes.

Los niños y los adolescentes necesitan supervisión. Muchos padres no tienen ni idea sobre qué hacen sus hijos cuando salen de casa. ¡Mi hijo no bebe!, ¡mi hijo no fuma!, ¿mi hijo? No, mi hijo no. Y muchos además de los que me estáis leyendo pondríais la mano en el fuego asegurando que vuestros hijos no van al botellón. Así huele tanto a chamusquina. Los botellones no están llenos de huérfanos, están llenos de hijos que saben que sus padres ignoran que ellos están allí.
Espabilad papás y mamás.
No se puede ser condescendiente con las conductas que suponen un riesgo para nuestros hijos y para su salud. Un niño tiene que tener horarios de niños, actividades de niños, responsabilidad de niños, vida de niños y padre y madre de niños,  aunque el niño “vaya teniendo pelitos”.
Y entérate, un niño monta una bronca a sus padres si otros niños (también con pelitos) amigos suyos, tienen un horario más relajado. ¿Y qué esperabas? ¿Qué te dijera Papá, Mamá, gracias por educarme?
Educar a los hijos nos obliga a incomodarlos y a incomodarnos. No queda otra. No existe una forma de educar en la que no existan los conflictos, los conflictos son parte inherente a la educación.
Papás y mamás, ya es hora de que a vuestros hijos no los eduquen los padres y madres de los demás.
Papás y mamás, ya es hora de aguantar los envites de los hijos y mostrarse seguros y confiados en lo que hacemos.
El tiempo pasa, pasa rápido y los niños terminarán siendo hombres y mujeres y entonces podrán comportarse como tales.
¿Que a qué hora tiene que llegar tu hijo a casa? A la que tú digas, no a la que vuelvan sus amigos. Y llama a los padres de los amigos de tus hijos y se lo cascas.

Baixo a sombra do irmán maior

Autoría: Sara Tarrés
Republicado con autorización de: http://www.mamapsicologainfantil.com/


Sabemos que tener hermanos tiene muchos beneficios, tal y como escribí para un artículo de Guía infantil hace unos meses en  Ventajas de tener hermanos, pero también puede comportar algunas pequeñas desventajas, como vivir bajo la sombra del hermano mayor. Un hermano mayor que domina la situación, que acapara o intenta centralizar la atención de los padres en detrimento del pequeño imposibilitando que se manifieste su personalidad. ¿Qué podemos hacer si nuestro hijo mayor  invisibiliza al pequeño? 
De esto trataré a lo largo de las próximas líneas, intentando resumir por qué sucede esto y cómo gestionar esta situación. Pero debes saber que el primer paso ya lo has dado, has identificado el problema, por eso buscas información y lees este artículo. Pero vayamos paso a paso.

Bajo la sombra del hermano mayor. El hermano que acapara la atención de los padres.

Es posible que te hayas dado cuenta que tu hijo mayor intenta acaparar siempre que tiene la ocasión toda tu atención, habla por los codos, interrumpe a su hermano cuando éste habla, siempre quiere estar a tu lado, y muchas otras conductas como portarse mal para llamar tu atención que estés por él aunque sea riñéndole.  Por un lado es normal y lógico que el mayor realice este tipo comportamiento, a todos nos gusta que nos escuchen, nos atiendan, nos mimen y nos alaben. Generalmente, por no decir siempre porque puede existir alguna excepción, este tipo de actuación se debe a los celos que siente del pequeño con quien compite por la atención de papá y mamá. Lo malo es cuando este comportamiento acaba por hacer que estemos tan pendientes del mayor que sin darnos cuenta “invisibilicemos” al pequeño…

¿Cuándo empieza esta situación?

Normalmente ocurre al poco tiempo de nacer el hermano pequeño pero no le damos excesiva importancia. Estamos tan preocupados por el bienestar de ambos que intentamos hacer lo imposible para tratar de paliar los posibles celos que pueda llegar a sentir nuestro primogénito. Y así es como va pasando el tiempo hasta que el peque empieza a hacerse mayor y a reclamar su propio espacio espacio de juego, de diálogo, de caricias, de atención en general. Cuando llega este momento, más o menos al cumplir el pequeño los 2-3 años, el mayor sigue pujando por ser el centro de atención con cada vez mayor fuerza.
Frente a esta “lucha de poderes” generalmente el primogénito gana la partida puesto que nosotros le prestaremos atención ya sea por lo bien que ya se expresa al contarnos las cosas, ya sea por lo mal que se porta cuando ve que estamos más pendientes del pequeño. En cualquier situación pues, positiva o negativa, el mayor está consiguiendo que apartemos nuestro interés del hermano menor.

¿Qué consecuencias puede tener crecer bajo la sombra del hermano mayor?

Las consecuencias de vivir bajo la larga sombra del hermano mayor son múltiples, por lo que debemos tener especial cuidado e intentar que esta situación no se prolongue en el tiempo y se generalice en otros ámbitos como en la escuela o con los amigos. Esta temática la abordaré por separado para no hacer interminable el artículo, pero seguro que muchos de los que me estáis leyendo conoceréis a alguien a quién su hermana o hermana le hacía sombra en el cole por haber sido un alumno brillante o todo lo contrario.
Dejando de lado el cole y entrando de lleno en las consecuencias que puede tener crecer bajo la sobra del hermano mayor debemos tener en cuenta que éstas pueden incidir a nivel emocional, conductual, relacional y académico.


Podemos ver como un niño que vive bajo la sombra de su hermano se repliega sobre sí mismo, habla poco, puede que empiece a mostrar una conducta agresiva o todo lo contrario, podemos ver también apáticos, desinteresados en todo, niños que no piden ayuda cuando la necesitan puesto que han aprendido a ser independientes y autónomos antes de tiempo. En niños más mayores las repercusiones las observamos a nivel académico, por ejemplo que empiecen a mostrar obsesión por sus notas con el afán de lograr ser como su hermano o justo todo lo contrario, a sabiendas de que nunca lograrán emularlo adopten una actitud pasiva a ver si de este modo sus padres se dan cuenta de que él está ahí. Esta es la clave, que nos demos cuenta que el pequeño existe de una forma individual y no como una parte más de un todo, que también.


¿Qué podemos hacer para cambiar esta situación? 

Lo mejor que podemos hacer es identificar la problemática, darnos cuenta  a tiempo que el hermano mayor ensombrece al pequeño. Una vez identificada la situación debemos empezar por promover un cambio. Este cambio empieza por nosotros mismos intentando visualizar al pequeño, verlo como un niño con su propia personalidad, sus propios intereses, problemáticas y necesidades. Identificarlo de este modo nos hará ver que no debemos tratarlos a nuestros hijos por igual, ya que al hacerlo seguimos manteniendo una situación incómoda que favorece la rivalidad y competencia entre hermanos.
Es importante, por no decir imprescindible que cada uno tenga sus propios amigos, espacios y tiempo a solas con papá y mamá. Debemos dedicar un tiempo para que cada uno se sienta único y especial, no es necesario hacer grandes cosas, con el simple hecho de ir a comprar al súper con uno de ellos a solas muchas veces basta para cubrir la necesidad de atención que requieren nuestros hijos. Dales su espacio, cubre sus necesidades y sobre todo escucha a cada uno de ellos. No permitas que uno de ellos centralice toda tu energía y atención. 

10 erros que fomentan os celos entre irmáns

Autoría: Sara Tarrés
Republicado con autorización de: http://www.mamapsicologainfantil.com/


Los celos entre hermanos son universales y naturales, surgen como respuesta al miedo a perder la atención y/o el amor de mama o papá que experimenta el niño con la llegada de un nuevo miembro a la familia (por lo general).

Aunque los padres no podamos evitar que nuestros hijos sientan celos, lo que sí que podemos hacer es evitar caer en estos 10 errores que fomentan los celos entre hermanos.
10 errores que fomentan los celos entre hermanos:
  1. Mostrarnos más impacientes e intolerantes con las conductas del hijo mayor.
  2. Destacar sus errores, ver todo lo negativo que hace, seguro que a lo largo de día nuestro hijo mayor hace multitud de cosas bien. Fijémonos en ellas más que en los errores que puede cometer. es solo un niño y es normal que se equivoque.
  3. Tener altos niveles de exigencia y expectativas, recordar que solo es un niño pequeño.
  4. Intervenir en todas las pequeñas rencillas, peleas o roces que inevitablemente se producen en la convivencia entre hermanos.
  5. Reñirle constantemente, no es necesario estar siempre encima de él, esto provocará más frustración y sumará malestar.
  6. No demostrarle lo mucho que le queremos, por muy enfadados que estemos en una situación límite, hay que seguir demostrándole que seguimos estando a su lado, que le queremos y que no perderá nuestro amor. Somos sus padres, siempre estaremos a su lado y le ayudaremos.
  7. Hablar de él ni de su comportamiento delante de otras personas, aunque sea un niño y parezca distraído en otras cosas, él o ella entiende todo lo que decimos y se siente mal cuando le “criticamos”.
  8. Compararle con otros niños o con su hermano, aunque pueda parecer inevitable sabemos que las comparaciones son odiosas y producen un dolor añadido que no lleva a nada. Cada persona es como es y a pesar que tengamos mucho por aprender cada uno somos quienes somos con nuestros más y nuestros menos.
  9. Compartir todo con su hermano. Debemos procurar que cada niño tenga tiempo con mamá y papá a solas, que tengan sus propias cosas, sus gustos y amigos, es decir, que cada cual tenga su propia vida.
  10. Alabar en exceso los comportamientos, conductas o trabajos del hermano menor. Muchas veces sin darnos cuenta nos volcamos en uno de nuestros hijos, por lo general el pequeño y sobre todo cuando empieza a hacer monerías que atraen toda nuestra atención. Si bien es cierto que debemos alentar los avances y progresos de nuestros hijos debemos hacerlo de un modo ecuánime y razonable. Si el niño que siente celos observa que solo destacamos todo lo bueno y maravilloso que hace su hermano es posible que se sienta menospreciado y relegado a un segundo plano. Intentemos destacar todo lo buenos que tienen ambos sin que uno de ellos acabe acaparando toda nuestra atención.



Pais pesados? Non, pais sistemáticos

http://blogs.hoy.es/escuela-de-padres/

A menudo nuestros hijos, mientras los estamos educando, nos sueltan frases del tipo: ¡sois unos pesados!, todo el día repitiendo lo mismo, que si estudia, que si recoge, que si dónde estás, ¿me queréis dejar en paz?, ¡me estáis amargando la vida!.
A menudo los padres, mientras educamos, les decimos, una y otra vez, frases del tipo: ¡pero cuántas veces te tengo que repetir lo mismo!, ¡es que como yo no esté encima!, ¡ estoy harto de repetirte todos los días lo mismo!
Ya ves, un drama doméstico en dos actos, que tiene toda la pinta de terminar en portazo, alguna voz más alta que otra, miradas asesinas, llantos  y sensación de hartura.

Lo peor de todo esto es que muchos padres y madres tienen la sensación de que son unos pesados con sus hijos  y que, además, su pesadez no sirve para lograr que  modifiquen sus hábitos y sí para sentirse unos padres incompetentes.
Para educar hay que repetir muchas veces las lecciones que queremos enseñar, por eso nuestros hijos nos llaman pesados.
¿Tú crees que eres un padre o una madre pesada?.  Puede que creas que eres una madre pesada o un pesado padre pero los padres no tienen que sentir que son unos pesados lo que tienen es que sentir que educan de manera sistemática.

¿Cómo diferenciar ser pesado de ser sistemático?

1.- Los padres pesados repiten las instrucciones con desesperación y enfado. Los padres sistemáticos repiten las instrucciones con seguridad y firmeza.
2.- Los padres pesados hablan constantemente. Los padres sistemáticos actúan constantemente.
3.- Los padres pesados recuerdan a sus hijos las cosas que hacen mal. Los padres sistemáticos recuerdan constantemente cómo se hacen las cosas bien.
4.- Los padres pesados dan respuesta a todas las demandas de sus hijos y, además, les llaman pesados. Los padres sistemáticos  animan a sus hijos a que busquen las respuestas.
5.- Los padres pesados tiene la necesidad de saber constantemente, qué están haciendo y dónde están sus hijos y para ello entran es sus cuartos, o  los llaman al móvil,  cada dos por tres; los padres sistemáticos se informan previamente de dónde están sus hijos y de qué van a hacer y saben cómo supervisar.
6.- Los padres pesados no confían en sus hijos, los ven siempre más ingenuos, más incapaces, menos preparados y se sienten en la obligación de protegerlos; los padres sistemáticos ponen normas y límites y dejan claras cuales son las consecuencias de saltarse dichas normas.
7.- Los padres pesados, tienen mucho miedo y lo trasmiten a sus hijos; los padres sistemáticos también tienen miedo, pero no dejan que sea el temor el que eduque.
8.- Los padres pesados se consideran los mejores padres; los padres sistemáticos saben que todos los días se aprenden lecciones nuevas y,  a veces, de los propios hijos.
9.- Los padres pesados  nunca están lo suficientemente satisfechos con lo que hacen sus hijos; los padres sistemáticos procuran estar satisfechos con ellos mismos para que sus hijos lo vean y lo escuchen.
10.- Los padres pesados son compañeros pesados, cuñados pesados, amigos pesados, son unos pesados allá donde vayan y los padres sistemáticos educan a los que tienen en casa y cuidan a sus amigos, a su familia, a sus compañeros.

Efectivamente, hay que repetir a los hijos muchas veces las cosas, hay que recordar y volver a recordar lo que es tolerable y lo que no lo es. ¡Claro que hay que educar a todas horas!, y te recuerdo que ya seas pesado o sistemático, tus hijos siempre van a llamarte pesado.  Pero tú a lo tuyo, a educar.
Así que ya sabes, la próxima vez que tu hijo te llame pesado o pesada contéstale:

 ¿Pesada yo?, No hijo, llámame sistemática.

12 Consellos para regalar con criterio en Nadal

Autoría: Elena Roger Gamir (pedagoga)
Republicado con autorización de http://www.solohijos.com/

Se acerca la Navidad. Abriremos las puertas de nuestro hogar a unas fiestas en origen entrañables, familiares y trascendentes pero desvirtuadas actualmente por nuestras ansias de tener y acumular. ¿Acabarás estas Navidades sintiéndote vacío y con la sensación de no haberlas sabido aprovechar? ¿Con la habitación de tu hijo llena de juguetes que no sabes dónde guardar? ¿Con la satisfacción de tu hijo por haber conseguido ese fantástico juego de ordenador, brutal y cruel, que provocará un año más conflictos entre vosotros?
En algún momento te tienes que cuadrar ante este desaforado consumismo que no solo invade nuestro bolsillo sino nuestras mentes y las de nuestros hijos. ¡Y nuestros valores! La Navidad nunca debería ser lo que la televisión y los catálogos de regalos se empeñan en conseguir: un oneroso y especulativo tiempo de gasto compulsivo donde nosotros nos dejamos manipular por nuestros hijos que, a su vez, son manipulados por estas influencias sutiles.
Regala con inteligencia:


1.      Cuanto más tienen, más fácil es que lo valoren menos. Si lo que pretendes es conseguir que tu hijo disfrute de los regalos, no le des todo lo que pide. Llega un momento que su capacidad de atención sobrepasa su umbral y ni disfrutan ni son capaces de valorarlos. Prioriza y contrasta con tus objetivos educativos. No les ayudes a confundir capricho con necesidad.

2.      Si regalas tecnología (móviles, ordenadores…), no te olvides de regalar también las normas de uso.

3.      No compres nada que no esté dentro de tus principios educativos. Que año tras año te pida ese superregalo no quiere decir que toque comprárselo esta Navidad. Ni porque lo tienen todos, ni porque cada año lo pido y no me lo traen… Compláceles si es posible y bueno para ellos.

4.      Pregúntate qué es lo que en realidad desearía tu hijo y por qué. ¿Ha de ser ese móvil o para sus necesidades puede ser otro más sencillo? ¿Qué tal ese cursillo que te pidió hace tiempo, que es bueno para él pero que ya lo ha olvidado? ¿Qué tal una actividad conjunta para toda la familia? Pregúntate que te pediría tu hijo, que no sea material, si pudiera escribirte una carta desde el corazón. ¿Más tiempo contigo? ¿Palabras más cariñosas? ¿Más comprensión? ¿paciencia? ¿Otra manera de corregirle más respetuosa?Si te has contestado estas preguntas, ya sabes lo que deberían traerle los Reyes Magos a tu hijo.

5.      Tu hijo no se traumatizará si los Reyes Magos no le traen los regalos que esperaba con tanta ilusión. Le molestará pero sobrevivirá. ¡No lo sientas tú más que él!

6.      Si no hay dinero para comprar lo que pide, no hay dinero. ¡Y punto! Acostumbrar a nuestros hijos a pasar con lo que se tiene ya es el mejor regalo que les podemos hacer. La educación en la sobriedad ayuda a educar en el ser y no en el tener. Estrújate el cerebro y sorpréndele con cosas que no cuestan dinero pero que llenan el corazón.

7.      No hagas regalos para compensar. No te dejes llevar por tus emociones a la hora de elegir los regalos para tus hijos. No compres porque te sientes culpable, porque quieras compensar ausencias u otros comportamientos (o no comportamientos). Eso se arregla de otra manera.

8.      Lo que ellos piden para Reyes no siempre es lo que más les conviene. No tires tu dinero: regala solo aquello que de alguna forma les haga mejor.

9.      Papel y lápiz para hacer la carta de los Reyes Magos. Compra solo aquello que has meditado y que has escrito en tu lista. Evitarás improvisar y dejarte arrastrar por el torrente publicitario. A ellos les manipula la publicidad pero a los padres…¡también!

10.  Habla con tus hijos de lo que han pedido en su carta. No todos los regalos que piden son posibles (por presupuesto, por utilidad, por valores, por edad o madurez, etc). Los niños se ilusionan con todo por lo que podemos aprovechar esa capacidad de entusiasmo para sugerirles otras alternativas más enriquecedoras.

11.  Una Navidad en la que no se piense en los demás, es una Navidad pobre. Tus hijos TAMBIÉN deben regalar a los demás, tengan la edad que tengan, y no necesariamente con regalos materiales. Con detalles, con tiempo, con interés, con ilusión… como dice el refrán: “Las mejores cosas de la vida no son cosas” 

12.  Navidad es sinónimo de familia. Dedica un tiempo a saborear lo que tienes, a valorar lo que has construido a lo largo de los años con tanto esfuerzo, a lo que creaste de la nada. El regalo ya lo tienes y es tu familia. Regálate tiempo y perspectiva para disfrutar de ella.