Mis hijos se pelean: ni policía ni juez

Con la autorización de su autora: Sara Tarrés Corominas (http://www.mamapsicologainfantil.com/)


Cuando nuestros hijos se pelean, sea por la causa que sea y tengan la edad que tengan es algo que a ningún padre nos suele gustar. Siempre desearíamos que nuestros hijos se quisieran y se respetaran, pero hay ocasiones en las que esto no es posible y surgen inevitablemente las disputas y las peleas entre hermanos.

Cuando esto sucede es importante que tengamos presente que nuestro papel no debería ser el de policía, investigando y buscando el culpable o quien empezó la pelea ni quien tiene la razón. En realidad cuanto menos hagamos mejor. Hacer de juez en las peleas de nuestros hijos es un juego en el tenemos mucho que perder.


Es verdad que intentamos ser justos, es cierto que en ocasiones somos testigos presenciales de alguna agresión o insulto, pero ... ¿sabemos si previamente hubo alguna provocación?. Ser justo es difícil cuando nuestros hijos se pelean ya que siempre nos estaremos posicionando al lado de uno u otro, ambos son nuestros hijos, ambos esperan que les defendamos, ambos pretenden tener razón ... y ¿a quién se la damos, a quien provocó o a quien agredió?. 


Con esto no quiero decir que debamos permitir las peleas y dejarlas pasar sin más, no todo lo contrario, es evidente que no debemos consentir ni tolerar que nuestros hijos se agredan ni insulten, pero es posible y probable que ocurra y cuando suceda debemos estar preparados ello y tener un plan de actuación. 


Mis hijos se pelean, ¿qué debo hacer? ¿cuál es mi papel? Ni el de policía ni el de juez. 



Como comentaba en párrafos anteriores nuestro papel como padres no es el de policía ni mucho menos el de juez. Somos sus padres, sus figuras de referencia y por tanto quienes desde el primer día debemos saber inculcarles el cariño y el respeto hacia los demás. 


Bajo la educación basada en valores como estos, el amor y el respeto hacia los demás o la tolerancia y la generosidad,  no evitaremos las peleas pero sí conseguiremos sean más llevaderas y se den con menos frecuencia, ya que intentarán resolver sus problemas de otros modos.



Pero también es preciso que seguir unas cuantas pautas y establecer reglas y normas de convivencia como por ejemplo:
  • establecer normas claras para todos.
  • Consensuar reglas de disciplina muy claras y equitativas para todos los miembros de la familia.
  • Explicar a nuestros hijos las consecuencias de las peleas y las agresiones y que las peleas no son el modo de resolver los problemas.
  • Hacerles entender que llegar a un acuerdo es mejor que pelear.
  • Educar bajo los valores de la tolerancia, la generosidad y el respeto ayudará a que resuelvan mejor sus problemas desde pequeños y hasta la edad adulta.
  • Permitir que nuestros hijos solucionen sus conflictos ellos solos.
  • Intervenir cuando la pelea sea física o se insulten; en tal caso debemos dejarles muy claro que no vamos a permitir que se peguen ni se hablen así bajo ninguna circunstancia.
  • Evitar posicionarnos, no tomar partido hacia alguno de los dos. No se trata de buscar culpables, recordar que dos no se pelean si uno no quiere, por tanto les llamaremos la atención a ambos.
  • Evitar los castigos físicos porque eso reforzaría la idea de que la violencia es la solución de los problemas.
  • Demostrar que les queremos, con palabras y con hechos, inculcarles desde pequeños esta idea para que ellos sean capaces de transmitirlo a los demás. Cariño y amor tanto con palabras como con hechos para lograr que ellos lo extiendan hacia los demás y sobre todo entre los miembros de la familia.
  • Ser su ejemplo a seguir, para ello es fundamental tener paciencia y hablarles con tranquilidad cuando vayan a solucionar el problema que han tenido.
  • Evitar comparaciones, el favoritismo, estas actitudes aumentan la rivalidad entre nuestros hijos y afectan enormemente a su autoestima.
  • Dedicar tiempo por separado a cada uno de los hijos y conversar mucho con ellos.
  • Elogiar las actitudes positivas de nuestros hijos, felicitarlos cuando no se peleen y mostrarles lo contentos que estamos por ello. Esto logrará que esas buenas conductas se repitan con más frecuencia.
  • Si las peleas se vuelven recurrentes e intensas y la situación se sale de control, es aconsejable buscar ayuda profesional.
Estas son algunas estrategias que podemos llevar a cabo cuando nuestros hijos se peleen, porqué por mucho que hagamos las peleas surgirán en algún momento u otro. Lo que podemos hacer para que estas no sean demasiado importantes es, y vuelvo a repetir, educar en la tolerancia, respeto y generosidad. Valores que bien integrados en la infancia perduran para siempre.