Autoría: Celia Rodríguez Ruiz (psicóloga y pedagoga)
En
determinadas etapas del desarrollo los niños comienzan a decir palabrotas. Las
palabras malsonantes y con sentido despectivo tienen su atractivo para ellos y
suelen repetirlas aunque no sean muy conscientes de su significado pleno.
En
algún momento todos los niños dicen alguna palabrota, saben que no está bien
dicho, pero aun así tienden a repetirlas. Decir palabrotas les hace sentir
mayores, es un tipo de rebeldía que les resulta irresistible. Para las familias
las palabrotas dichas por los niños pueden convertirse en un desagradable
problema difícil de solucionar.
Las
palabrotas
Todos
los niños dicen palabrotas en algún momento. Son algo normal en determinadas
etapas del desarrollo de los pequeños. En su proceso de desarrollo y
maduración, los niños transitan un camino complicado, de reafirmación de la
identidad, de ensayo de aquello que pueden y no pueden hacer y de exploración
de formas de acción y de expresión. Las palabrotas forman parte de una forma
del lenguaje que escuchan en adultos y en niños mayores. Las palabrotas se
convierten en palabras no permitidas para ellos, pero pronunciadas por aquellos
que tienen un estatus deseado por los pequeños. En la mayoría de los casos, los
niños solo son conscientes del sentido despectivo de las palabrotas, pero
desconocen su significado.
Las
palabrotas en los niños son una manera de transgredir las normas y poner a
prueba los límites. Son su forma de probar donde pueden llegar y donde no. De
comprobar hasta qué punto son mayores para poder hablar como hablan los
mayores.
Las
palabrotas son una conducta atractiva para los niños, ya que suponen la
conducta que observan en los adultos y en otros niños mayores. Las palabrotas
muestran el tipo de conducta que emiten personas que admiran y que quieren
llegar a ser.
Aunque
las palabrotas sean un tipo de conducta que nos desagrada y que no debemos
dejar pasar en los niños, no debemos alarmarnos demasiado. Es fundamental
comprender el por qué nuestros pequeños dicen palabrotas y cómo podemos actuar
ante ellas, para evitar que se conviertan en un hábito para estos.
Consejos
para evitar las palabrotas.
·
Educa
con tu ejemplo. Evita decir palabrotas, los niños aprenden más de lo que ven
que de lo que les decimos. Si les prohibimos decir palabrotas y nosotros las
decimos les mandamos un mensaje contrario.
·
Cuando
el niño diga alguna palabrota no te rías de lo que ha dicho. El niño puede
resultarnos muy gracioso al pronunciar una palabra malsonante, pero al reírnos
lo que hacemos es reforzar esa conducta.
·
Ante
determinadas palabrotas aisladas y sin que estén dirigidas a otras personas, es
mejor no prestar atención y desviar su atención. El niño no sabe lo que
significa y repite la palabrota fuera de contexto para comprobar la reacción
ante la misma. Si no prestamos atención a la misma, lo normal es que acaben
olvidándola.
·
Cuando
las palabrotas sean persistentes y se dirijan directamente hacía otras
personas. Debemos explicar al niño, con un vocabulario adaptado que esas
palabras están mal dichas y que pueden hacer daño a los demás.
·
Enséñale
a cambiar las palabrotas por otras palabras más adecuadas que le ayuden a
expresar su estado emocional.