Autora: Laura Estremera Bayod (Maestra de audición y lenguaje, técnico superior en educación infantil)
Cuántas veces habéis oído frases del estilo:
-“No cojas al bebé en brazos que se malacostumbra”.
-“Si llora es para manipularte”
-“¿Qué no quiere dormir sólo en su habitación? Te está
tomando el pelo”.
-“Los bebés son más listos de lo que te crees, ya te tiene
tomada”…
A más de uno, si tenéis hijos, estas frases os resultarán
familiares. “Perece ser” que los bebés vienen al mundo para manipularnos, son
“pequeños tiranos” que sólo piensan en sí mismos, y es más, están dispuestos a
utilizar todo un repertorio de conductas para llevar a cabo sus deseos.
Pues bien, yo creo que la realidad es bien distinta.
El ser humano nace inmaduro ¿eso qué quiere decir? Pues que
el gran tamaño de nuestra cabeza en proporción al de la pelvis de la mujer
debido a la posición erguida (andamos a 2 patas y no a 4 como muchos animales)
hace imposible que el bebé nazca cuando está completamente “terminado” (como
muchos animales que tal cual nacen se ponen a andar). Se considera queen el
desarrollo del cerebro, la gestación dura 21 meses, los 9 que está en el útero,
más 12 bajo el cuidado de un adulto. Por otro lado, esta inmadurez va a
permitir que seamos más plásticos, lo que nos va a hacer posible aprender más
cosas y tener una mente más flexible que el resto de animales.
Es decir, que cuando el ser humano nace, es un ser desvalido
que necesita los cuidados de otras personas para sobrevivir y al ser un ser
social, va a querer estar en contacto con otras personas, ya que así garantiza
su SUPERVIVENCIA.
Por otro lado, la Teoría de la mente, que es la capacidad
humana de comprender nuestra mente y la de los demás, ir más allá de lo que
vemos para poder explicar sus conductas, (el engaño, la manipulación, el
ponernos en el punto de vista del otro, pensar que hay creencias falsas…) No se
consigue hasta los 4 o 5 años. Entonces… ¿Cómo va a manipularnos un bebé? ¿Cómo
va a ser capaz de engañarnos, de ponerse en el punto de vista de la otra
persona?
Aunque el bebé nace indefenso, tiene diferentes maneras de
actuar y de transmitir información sobre los adultos (que somos los que vamos a
permitir que sobreviva) mediante las expresiones emocionales, la sonrisa, los
reflejos y… El llanto. El bebé no sabe hablar, así que de alguna manera nos
tiene que expresar que tiene hambre, que el sol le molesta a los ojos (si aún
no puede girar la cabeza) o que se nos ha olvidado cortarle la etiqueta al
pijama y es de esas “que raspan”.
Pronto se va formando un vínculo entre las personas
cuidadoras y el bebé que se llama vínculo de apego, este es una especie de
atadura invisible que les hace estar juntos, que persiste en el tiempo y que se
mantiene en la separación y en la distancia. Este primer vínculo que
generalmente se establece con la madre (aunque se puede formar con otras
personas o con varias) va a marcar sus relaciones posteriores (de hecho un 72%
de las personas mantienen el vínculo de apego de la infancia) el tipo de
contacto que tenga con otras personas, la disponibilidad y confianza en otras
personas, si merece ser amado, si le pueden ayudar, si va a ser rechazado…
Este vínculo le va a permitir ir explorado el entorno poco a
poco, cuando más seguro sea su vínculo de apego, más explorará y se irá
alejando de la madre de forma progresiva. Eso sí, en cuanto perciba un peligro,
tanto la madre, como la criatura, volverán a estar juntos para lograr esa
supervivencia de la especie.
El apego, no siempre es seguro y se percibe a la madre o
figura de apego como una base segura para explorar y disponible, sino que puede
ser evitativo(que es inverso al seguro, no habiendo ansiedad cuando se va la
madre, no la saluda cuando regresa, sólo mostrando ansiedad al quedarse solos),
resistente (en el que la compañía de la madre le genera altos niveles de
ansiedad, pero cuando esta se va, grita y protesta y si vuelve se enfada,
existiendo cierta ambivalencia entre buscar su proximidad y rechazarla) y
desorganizado (que es un tipo de apego con un comportamiento inestable y
contradictorio, falto de coherencia).
Entonces… Desde un apego seguro, el bebé explora el mundo en
presencia de la madre, pero busca su proximidad ante la presencia de amenazas,
este tipo de apego refleja la confianza en el adulto y una adecuada competencia
social en el futuro.
¿Qué es pues más lógico?
Que dejemos llorar a un bebé cuando nos necesita para que no
se “malacostumbre”, no le satisfazcamos sus necesidades (no solo las de
limpieza y alimentación, sino las AFECTIVAS que son de gran importancia) Y
entonces el niño desarrolle un apego NO seguro que le va a repercutir el resto
de su vida.
O que como padres estemos disponibles cuando nos necesitan
(si, a veces necesitan cariño, mimos y abrazos, igual que los adultos, no sólo
que les demos de comer, les dejemos dormir y les limpiemos) y así dejar que
desarrollen un apego seguro.