CARLOSPAJUELO
(http://blogs.hoy.es/escuela-de-padres/)
PUBLICADO CON
LA AUTORIZACIÓN DEL AUTOR
Algunas veces he escuchado a algunos
padres decir “he fracasado como padre”, y esto lo dicen padres de niños, de
adolescentes, padres de jóvenes y, a veces, hasta padres de adultos. Ante
esa afirmación siempre pregunto lo mismo: ¿por qué dices eso? La respuesta,
curiosamente, suele incluir esta idea: “no he sabido
inculcarle“.
Este sentimiento de fracaso, además de restar confianza a los
padres, sirve a menudo para culpabilizar a los hijos. Y el coctel “falta de
confianza” más “culpabilización” genera resacas de larga, muy larga duración.
La tarea de ser padres no es construir hijos sino ayudar a que los hijos se construyan a sí mismos. Desde
esta perspectiva, realmente ¿fracasan los padres? La vida de nuestros hijos les
pertenece a ellos, y
los padres no podemos vivir la vida de nuestros hijos porque, si lo hiciéramos,
quizás no se equivocaran, pero lo que es seguro es que los privaríamos de vivir su vidaque,
por cierto, es una forma de ser desgraciado/a.
El fracaso como padres, no reside en lo que
nuestros hijos hacen, o dejan de hacer, ni en lo que los padres olvidamos
que hemos hecho. En todo caso, reside en no dejar que nuestros hijos sean los dueños de sus aciertos y
de sus errores.
Por otro lado, algunos padres vamos
olvidando mientras nuestros hijos se van haciendo mayores las cosas que
les hemos enseñado con tanto esfuerzo y con tanto cariño en su infancia y
adolescencia. El olvido nos puede volver rígidos,
incluso resentidos y el resentimiento conlleva el peligro de “perdernos” la vida que nuestros hijos
adultos han decidido, libremente, vivir. Pero olvidar no
es fracasar.
¿Y qué cosas son las que debemos enseñar a los hijos, y que los padres no
debemos olvidar?
1) Les enseñamos a decir te quiero.
Querer es para toda la vida y se quiere a los hijos porque son nuestros hijos,
y no por lo que hacen, ya que lo que hacen es parte de la vida de nuestros
hijos: Su propia vida. Nuestros hijos no son nuestras ilusiones ni
nuestras metas. Escuchar a adolescentes decir que se
sienten mal porque no han sido capaces de satisfacer las expectativas que sus
padres tenían depositados en ellos es algo habitual en estos días de búsqueda
de nota media en la cercana Selectividad.
2) Les enseñamos el valor que tiene
guiar. Los guiamos cuando son pequeños y, cuando son
adultos, nuestra luz sigue ahí dispuesta a guiar. Los padres somos faros, no para evitar que nuestros hijos se
pierdan, sino porque sabemos que es posible que se puedan perder y, en ese momento, es cuando más
necesitan que nuestra luz brille. La luz dice dónde estamos los padres para que nuestros hijos siempre lo
tengan en cuenta. No indica hacia dónde tienen que ir, porque el camino que escogimos los
padres es sólo nuestro camino.
3) Les enseñamos que los aceptamos tal y como son. Nuestra
imperfección nos ayuda a ser comprensivos con
las imperfecciones de los que nos rodean. Les apoyamos y confiamos en su capacidad para tomar decisiones en función de su edad. Confiamos en
que educamos para que nuestros hijos sean capaces de vivir su vida y tomar sus
propias decisiones. Confiamos en su capacidad para afrontar los reveses
que, sin duda alguna, les acarreará tomar determinadas decisiones.
4) Les enseñamos el valor del
respeto, respetando sus ideas, sus creencias. Respetar no es sinónimo de
compartir. Aceptamos y valoramos que nuestros hijos piensen,
aunque sea de forma diferente a nosotros, o que tengan creencias y gustos
diferentes a las nuestros. Las parejas de nuestros hijos, sus creencias,
sus opciones políticas no deberían de ser nunca una frontera.
5) Les enseñamos la disponibilidad que los padres tenemos siempre para
nuestros hijos, que siempre seremos menos rencorosos, siempre tendremos los brazos
abiertos, que no
nos cansaremos de dar pasos que nos acerquen a ellos, que aceptamos, por ser
padres, que nos corresponde siempre la tarea de construir puentes.
La vida es
fugaz, los hijos nos gastan las hojas del calendario a un ritmo
vertiginoso. ¿De verdad crees que has fracasado como padre? ¿No será que has olvidado todo lo que les has enseñado?