CARLOSPAJUELO
(http://blogs.hoy.es/escuela-de-padres/)
PUBLICADO CON
LA AUTORIZACIÓN DEL AUTOR
Cuando leemos en la prensa noticias
como la que nos cuenta cómo un padre, forofo, la ha emprendido a mamporros con
niños que cometieron la desfachatez de hacerle una fea entrada a su hijo en un
partido de fútbol de una liga de Infantiles, nos preguntamos por qué
algunos padres hacen de sus hijos sus ilusiones.
Yo a estos padres los llamo: el padre que creía que su hijo era Messi.
El padre que cree que su hijo es Messi es
un padre que no para de decir que hace lo que hace porque quiere lo mejor para su hijo.
Un padre que, desde bien temprano, cree descubrir que en ese niño, su hijo, hay
algo especial y, desde ese momento siembra en su cabeza una semilla que no
necesita ni de agua ni de sol para germinar, una semilla que solo precisa del
deseo, de la ilusión cegadora, para multiplicarse.
Un padre abnegado que dice que dejó
todo lo suyo en pos de una excelencia en el hijo que solo él ve. Un padre que repite únicamente aquellas frases
motivadoras que vayan en la línea de sus deseos e intereses. Un padre que cree
ver en su hijo todas y cada una de las fortalezas que él, “por desgracia”, no tuvo la
oportunidad de desarrollar.
Un padre que achaca a la envidia, al rencor o a la simple ignorancia
la ceguera de los que le rodean. Un padre que termina apoderándose de la vida de su
hijo privándole así de la posibilidad de construirse como persona.
Sostiene firmemente que un padre
que busca la excelencia en su hijo no puede estar equivocado. Por esta razón,
en esta búsqueda se convierte en entrenador de
entrenadores, árbitro de árbitros, dueño de la verdad y el más insatisfecho de
los críticos. Un padre que pierde la oportunidad de enseñar a
jugar, a disfrutar jugando, de enseñar que ganar o perder es solo una parte más
del juego, no es el juego.
El padre que creía que su hijo
era Messi olvida y se le olvida trasmitir a su hijo que la maestra que le enseña, el
médico que lo cura, el panadero que le hace su pan, el barrendero que limpia su
calle, el músico que compuso sus canciones favoritas, el albañil que construyó
su casa, su vecino mecánico, sus amigos, sus rivales y tantas y tantos
que le rodean, todos y cada uno de ellos tienen vidas tan
importantes como
Messi, que son tan necesarios, tan valiosos como Messi.
Disfruta, enseña a disfrutar, a jugar, a relacionarse, a poner pasión y ganas, a esforzarse,
enseña a saber ganar y a saber perder. Disfruta con tus hijos pero sobre todo haz que ellos disfruten con su padre.