Autoría: Carlos Pajuelo
Republicado con autorización del autor.¿Qué necesitan tus hijos para aprender?
Tu hijo, desde que nace, tiene necesidad de aprender, ganas
de aprender y satisfacción por lo aprendido. El aprendizaje de nuestros hijos
tiene un marcado carácter social, aprendemos mientras nos comunicamos, mientras
nos relacionamos con otras personas, mientras experimentamos con objetos
físicos y así, comunicándonos con todo aquello que nos rodea, aprendemos, que
es parecido a crecemos, nos desarrollamos.
Aprender es divertido, que no fácil y sencillo.
Aprender es divertido, eso lo creo firmemente, pero también te diré que yo le pillé la “gracia” años después de terminar los estudios en la universidad. Aprender tiene que ser divertido y divertido no significa cómodo, ni fácil; divertido es aquello que es interesante, aquello que tiene interés para el que aprende. Divertido es lo contrario de rutinario, monótono, repetitivo.
Aprender necesita de un guía, al principio madres y padres
guían este aprendizaje de sus hijos y fruto de este aprendizaje nuestros hijos
desarrollan sus destrezas motóricas, comunicativas, personales, cognitivas.
Nuestros hijos se van haciendo, o van mostrando, su inteligencia en función de
estas interacciones. Y luego, junto a los padres, aparecerán técnicas de educación
Infantil, maestras y maestros, profesores de secundaria, etc. Y cada uno de
ellos irá dejando una huella, una marca, una señal en este proceso de
aprendizaje, de desarrollo. Sin maestros no hay escuela, sin comunicación no
hay aprendizaje. Cada maestra, cada maestro, cada madre y padre elige como
quiere que le recuerden sus hijos y sus
alumnos.
Aprender necesita de comunicación, de interacción, de
afectos. Para aprender es necesario experimentar el éxito, tener
reconocimiento, ser reconocido, tenido en cuenta; pero cuando se aprende
también hay que experimentar el fracaso, y en el momento del fracaso, tener
apoyo, tener guía, saber que hay una mano donde agarrarse. No se trata de tener
a los niños “entre algodones”, se trata de hacerles sentir que “fracasar” es
parte de la vida, y en ese momento, lo aprendices lo que necesitan no es ración
de “te lo dije”, sino doble ración de “cómo podemos afrontarlo”.
Aprender necesita de magia, la magia que no tiene truco, la
magia de hacer preguntas, la magia de la curiosidad, la magia de descubrir.
Nunca he conocido a nadie que no aprenda, que no pueda
aprender. Todos los niños y niñas, sean como sean, pueden aprender. Todos no
pueden aprender lo mismo, porque “lo mismo”
no existe.
Yo solo conozco ,y he conocido, niños y niñas, diferentes,
distintos, capaces de aprender. El problema llega cuando queremos que aprendan
“igual que”. En ese momento se rompe la magia, porque en ese momento los vemos
diferentes y por lo tanto les hacemos sentir que son diferentes.
Aprender es una tarea que dura, lo que dura una vida. Y
mientras hay vida hay aprendizaje.