Autoría: Sara Tarrés
Una de las formas que tenemos los
padres a la hora de motivar la buena conducta de nuestros hijos es otorgarles recompensas por su
buen comportamiento. Recompensas que los expertos siempre recomendamos que
no sean materiales, ya que con ellas corremos el peligro de convertir a
nuestros hijos en chantajistas profesionales.
¿Por qué creo que las
recompensas materiales son un peligro para la educación de nuestros hijos?
El peligro
de utilizar recompensas materiales va más allá de que no son eficaces para
mejorar la conducta de nuestros hijos a largo plazo porque:
- Cada vez que le compramos un juguete a nuestro hijo por portarse bien él recibe el mensaje de que tener cosas es lo más importante en la vida.
- Con este mensaje en mente crecerá creyendo que para ser feliz necesita tener cosas y más cosas, por lo que siempre se sentirá insatisfecho con aquello que haga si no obtiene una recompensa material tras su esfuerzo.
- Con las recompensas materiales los niños se vuelven materialistas y caprichosos.
- Solo se esfuerzan si hay una recompensa al final. Las recompensas materiales se vuelven el motor de sus conductas.
- Corremos el peligro de estar programando a nuestros hijos para sentirse poco valiosos y desdichados en un futuro cuando se den cuenta que la vida real funciona de un modo distinto al que le hemos estado acostumbrando.
Cuando
tenemos que escoger una forma de recompensar a nuestros hijos por algo que han
hecho bien debemos tener en cuenta que no todos los premios son igual de
eficaces, es más, algunos son incluso contraproducentes como hemos visto en el
caso de las recompensas materiales. Pero sí podemos otorgar pegatinas,
insignias o tickets validos para canjear por actividades (ir al cine, hacer una
excursión).
Las recompensas materiales son menos
gratificantes y menos efectivas que los refuerzos emocionales como por
ejemplo ir a dar un paseo en bici con papá o mamá, preparar un pastel o
jugar al parchís. Los niños
aprenden más lentamente cuando solo les recompensamos con juguetes o golosinas por una cuestión del tipo
de conexiones neuronales que provoca una gratificación emocional versus una
material.