Republicado
con autorización de: http://blogs.hoy.es/escuela-de-padres/
Autor:
Carlos Pajuelo
Todos los Septiembres se
inician con los mismos buenos propósitos, perder kilos, unos kilos que ya nos
tienen tanto cariño que les cuesta trabajo dejarnos; aprender idiomas para que
se nos quite de la cara esa sonrisa tontorrona que se nos pone cuando no nos
estamos enterando de nada de lo que nos dicen cada vez que viajamos a otros países;
y por último, superar ese síndrome postvacacional que fundamentalmente aparece
en los telediarios o iniciar un coleccionable que nunca terminará de
coleccionarse.
¡Qué buenos propósitos nos
inspira Septiembre!
Con
los hijos nos ocurre igual, ya llevamos varios días pensando lo que este curso
vamos a hacer, pase lo que pase y le pese a quién le pese. Dándonos ánimos,
diciéndonos que este curso no vamos a cometer los errores que cometimos en el
pasado: “Hijo, curso nuevo.
Vamos a empezar bien”.
Pero la verdad es que la
cabra tira al monte y algunos padres y madres también.
Comienza el curso nuevo y te
recuerdo solo tres cositas:
Tus hijos necesitan educación, esto quiere decir que
necesitan modelos de comportamientos correctos,
estables y sistemáticos. Nuestros hijos aprenden de lo que ven hacer a sus
padres. Si, por eso educar, a veces, es tan agotador porque
nos exige estar alerta, atentos a lo que hacemos y decimos delante de ellos.
Tus hijos necesitan responsabilizarse, de manera progresiva, de su propia vida. Para ello necesitan
normas y límites que les sirvan de guía. Responsabilizarse
progresivamente de sus estudios es tarea de tus hijos y requieren tu ayuda para
ello.
Tus hijos necesitan certeza de que algo les va a ocurrir cuando se
salten las normas o no se hagan cargo de sus responsabilidades. El castigo no es una venganza, es una consecuencia. Y los hijos
cuando están privados de hacer algo que les gustaría se enfadan, se cabrean,
dejan de hablarte, despotrican. Así es la vida. Pero tienen que aprender
a tolerar la frustración en sus propias carnes.
Educar adelgaza porque para educar hay que mover el culo; educar te ayuda a entender el idioma en el que hablan tus hijos y sobre
todo, educar a tus hijos es el mejor
coleccionable que
vas a hacer en tu vida. Y por si fuera poco todo lo anterior, educando
no te afecta el famoso síndrome postvacacional