Republicado con autorización de: http://www.mamapsicologainfantil.com/
Autora: Sara Tarrés
Vivimos en un mundo
cambiante, en el que cada día aparecen nuevos productos destinados
(supuestamente) a hacernos la vida un poco más fácil y cómoda. A diario nos
bombardean con anuncios de alimentos, detergentes, electrodomésticos, coches,
ropa, juegos, juguetes, revistas, coleccionables y cualquier otra cosa que
deseemos o no. Vivimos permanentemente consumiendo ya sean artículos materiales
de primera necesidad o contenidos multimedia destinados a satisfacer
necesidades más hedonistas. Queramos o no estamos inmersos en una forma de
vivir que puede provocar problemas de consumismo compulsivo donde los
niños son las personas más vulnerables. Hoy reflexionamos sobre estos niños
insaciables, deseosos de tenerlo todo.
¿Niños insaciables
producto de nuestra sociedad consumista?
Nadie puede negar que vivimos
en una sociedad que nos empuja, sin darnos cuenta, a consumir desenfrenadamente
porque todo se queda obsoleto en una semana y debemos estar a la última si no
queremos quedarnos atrás. Vivimos en una sociedad que nos impulsa a la insatisfacción
permanente, capaz de enfermarnos y volvernos insaciables, deseosos de tener
todo aquello que vemos. Y los niños, nuestros hijos, son las principales
víctimas de esta forma de vivir.
Probablemente todos habremos visto o vivido en primera persona alguna rabieta o pataleta de un niñ@ pidiendo
esto o aquello. Niñ@s frustrados por no obtener aquello que desean: una chuche,
un muñeco o cualquier otro capricho. Estas escenas se dan todos los días,
son hechos cotidianos y normales y casi nadie se extraña al verlos.
Ciertamente, las pataletas forman parte de la evolución
normal de todos los niños y como sabemos van desapareciendo paulatinamente a
medida que nuestros hijos se van haciendo mayores. Pero este no es el tema que
quiero tratar hoy. No quiero debatir sobre el tema de las rabietas, tema
que ya he tratado ámpliamente en otras ocasiones, hoy de lo que quiero hablar
es de esos niños insaciables, de esos que piden, piden y piden y nunca tienen
bastante. ¿Conoces a alguno de ellos?
La diferencia entre
pedir y exigir es lo que caracteriza al niño insaciable.
Lo malo no es pedir, porque
es normal que los niños deseen cosas y que verbalicen esos deseos o
necesidades. El problema está cuando exigen, manipulan, sobornan o chantajean a
sus padres o abuelos para que satisfagan cualquier necesidad que les surja en
el momento que sea.
Padres, madres, abuel@s
(educadores en general) deberíamos aprender a saber poner límites y decir no a
muchas de las demandas de nuestros hijos. El no es una palabra que educa tanto
como el sí, y esos no que debemos aprender a decir no tienen otro objetivo que
el de impedir que nuestros pequeños se conviertan en devoradores
compulsivos de cualquier producto que aparezca nuevo en el mercado (galletas,
zumos, batidos, cromos, …) que al final acaba en cualquier rincón de casa.
Suplir con objetos materiales
nuestra falta de tiempo es uno de los principales problemas y el que más
fácilmente podemos cambiar. Si te sientes culpable por no pasar suficiente
tiempo con tus hijos no les compenses con cosas materiales, esto se volverá en
vuestra contra. Compensa con tiempo de calidad, no es necesario hacer grandes
cosas: leer un cuento, hacer un pastel, un paseo en bici, sentaros en el sofá y
comer palomitas, …
La fragilidad del
niño insaciable
Deberíamos ser más
conscientes de la fragilidad de nuestros hijos ante esta sociedad consumista
que entre todos hemos construido. Deberíamos preocuparnos porque el modo que
tenemos de vivir genera niños insaciables. Niños permanentemente insatisfechos
con todo lo que tienen. Niños hambrientos de cosas materiales e insensibles a
la riqueza que poseen: su familia, su grupo de amigos, sus hermanos, … Como
madre por las edades en las que nuestros pequeños se muestran necesitados de
más y más cosas cuando en realidad no las necesitan.
Porque comprar más no nos
hace más felices, solo nos produce una satisfacción fugaz que da paso otra vez
al vacío. Un vacío que queremos llenar comprando otra cosa. Este es el círculo
vicioso al que nos arroja esta sociedad consumista. Saber decir no y aprender a
que no es posible ni necesario tenerlo todo ayudará a nuestros hijos a no
convertirse en unos niños insaciables.