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Autoría: Sara Tarrés
El verano está cada vez más cerca
y de nuevo se vislumbra en el horizonte de padres y madres la idea de los
tradicionales campamentos de verano, una actividad que no solo permite a los
más pequeños vivir experiencias únicas y alucinantes con las cuales poder
disfrutar de su tiempo libre y hacer amistades, sino que también hace posible
que los padres puedan conciliar la vida laboral con la familiar durante el
periodo vacacional, algo tan difícil en nuestros días.
campamentos
Cuando como padres pensamos en
los campamentos surgen determinadas dudas que es preciso despejar tan
importantes como, si las personas que hagan las funciones de monitores estarán
verdaderamente preparadas para cuidar de niños pequeños, si los niños disfrutarán
con las actividades del mismo y con la experiencia o si harán amigos. Todas
estas dudas son razonables y es bueno que nos las planteemos, pues significa
que queremos a nuestros hijos por encima de todas las cosas y nos preocupamos
por ellos.
Si además nuestros hijos son
niños con necesidades especiales o de carácter introvertido, es probable que
esta preocupación se agrave y que las inquietudes sean aún mayores y más
complejas. Pero debemos estar tranquilos puesto que los campamentos, hoy en
día, trabajan en función de dicha diversidad con metodologías que apuestan por
la igualdad entre niños y niñas a través de la realización de todo tipo de
actividades, desde las deportivas, más tradicionales, a aquellas relacionadas
con la cocina y la gastronomía, de plena tendencia en nuestros días. Este
abanico de actividades permite que todos los niños y niñas, al margen de sus
gustos o capacidades, puedan disfrutar de sus vacaciones de verano en un
entorno inclusivo donde todos y cada uno puedan demostrar sus aptitudes, gustos
y talentos.
Los campamentos, en definitiva,
van mucho más allá de la idea de disfrutar y jugar al aire libre. El hecho de
tener que permanecer en un campamento durante una semana o quince días, hace
que los niños tengan que sumergirse en una experiencia independiente y vital,
alejados de sus padres. Esto les ayuda a desarrollarse como personas
individuales en el mundo y como miembros participativos de una sociedad.
Convivir con personas de su edad durante un tiempo, les puede aportar otra forma
de ver la vida más cercana que la que tienen a diario en compañía de su padres,
viéndose relajados para compartir inquietudes, problemas y sueños con sus
iguales. Pero como tener dudas es totalmente normal y humano, a pesar de todas
las ventajas que pueden aportar los campamentos para un niño como simple
experiencia, te damos algunas claves para decidirte finalmente por esta opción
para tus hijos estas próximas vacaciones.
Cosas que debemos tener en cuenta
a la hora de elegir un campamento
• Que nuestro hijo esté dispuesto
a ir y lo haga contento.
• Consultar las actividades del
campamento y contrastarlas con los gustos de nuestro hijo.
• Elegir un campamento de más o
menos duración en función de la experiencia del niño en este tema y de su
carácter.
• Si nuestros hijos son algo
tímidos, podemos valorar la idea de que vayan acompañados al campamento tal vez
por algún hermano, primo o amigo.
• Consultar opiniones de otros
padres y niños con respecto a los campamentos que estemos valorando.
• Informarse bien acerca de la
experiencia y número de profesionales y monitores que trabajarán en el
campamento elegido.
• Acudir en persona a comprobar
el estado de las instalaciones, así como otras cuestiones como las medidas de
seguridad.
Pero sin duda, lo más importante
de todo a la hora de tomar la decisión definitiva es la opinión de nuestros
pequeños. De nada serviría que obligásemos a los niños a acudir a un campamento
si se muestran completamente reacios ante la idea o el simple hecho de pensarlo
les produce pavor o miedo. Y es que para sentirse a gusto e integrado en
cualquier lugar, es importante sentirse también bien con uno mismo, alejado de
cualquier tipo de temor o vergüenza.
Esto es importante también porque
debemos tener presente que el hecho de acudir a un campamento es algo positivo
pensado, simple y exclusivamente, para que nuestros hijos puedan disfrutar del
verano realizando actividades y conociendo nuevos amigos, algo que les costaría
más pasando el verano en casa o en el sitio de siempre, y no hacerlo con la
finalidad de sentirnos como padres más libres o menos estresados con motivo de
sus amplias y deseadas vacaciones estivales.