Autoría: Sara Tarrés
Republicado con autorización de: http://www.mamapsicologainfantil.com
En los últimos tiempos, psicólogos infantiles, maestros,
educadores, pedagogos, pero también padres y madres hablábamos y hablamos de inteligencia
emocional y de educación emocional. Y no lo hacemos únicamente porque
se trate de un tema de moda sino porque desarrollar nuestra inteligencia
emocional nos ayudará a mejorar nuestra forma de estar en el mundo y
el modo de interactuar con los demás e incluso con nosotros mismos.
¿Qué es la Inteligencia Emocional?
Hay múltiples definiciones sobre este concepto que
popularizó D. Goleman con su bestseller mundial en 1995. Siguiendo a
Goleman, la inteligencia emocional consiste en :
- Conocer
y manejar nuestras propias emociones.
- Automotivarse.
- Reconocer
las emociones de los demás.
- Establecer
relaciones positivas con otras personas.
Existen otros modelos explicativos de la
inteligencia emocional anteriores a Goleman pero en esta ocasión he
preferido escoger este por ser uno de los más conocidos y por la facilidad de
entender los conceptos. Como digo, no pretendo abrir un debate sobre
modelos explicativos de la inteligencia emocional sino que tengamos en cuenta
la importancia de adquirir y desarrollar nuestras competencias emocionales.
¿Qué son las competencias emocionales?
Las competencias emocionales son un conjunto de
habilidades que nos permiten conocernos y regular nuestras emociones, como por
ejemplo controlar nuestro enfado o tristeza pero también entender los estados
de ánimo de otras personas, ponernos en su lugar, no dejarnos influir por el
entorno o buscar nuestro bienestar emocional creando emociones positivas.
Algunas de estas competencias son:
- Conciencia emocional: consiste
en conocer nuestras propias emociones y las emociones de los demás. La
adquirimos mediante la observación de nuestro propio comportamiento pero
también el de los demás.
- Regulación
de las emociones: significa dar una respuesta
apropiada a las emociones que sentimos. Se trata de encontrar el
equilibrio entre la represión de nuestras emociones y el descontrol de las
mismas. Son ejemplo de ella: la tolerancia a la frustración, el manejo de
la ira, la capacidad para retrasar la gratificación o el desarrollo de la
empatía.
- Autonomía emocional:
podemos definirla como la capacidad para no dejarse influir por los demás.
- Habilidades
socioemocionales: que nos ayudan a mantener relaciones
interpersonales más fluidas. Como ejemplo nos sirve la empatía o la
escucha activa.
¿Dónde se desarrollan nuestras competencias emocionales?
Cualquier contexto es bueno para desplegar nuestras
competencias emocionales ya que son necesarias en todos los ámbitos donde nos
desenvolvemos pero si hay un contexto donde se hace imprescindible educar
y desarrollar nuestras competencias emocionales es en la familia. La familia
es el primer lugar donde empezamos a interactuar con otras personas y por tanto
el primer lugar donde aprendemos a manejar nuestras emociones y sentimientos
positivos y negativos: frustraciones, miedos, alegrías...
“El contexto familiar nos brinda una oportunidad idónea para
desarrollar nuestras competencias emocionales”
Padres y madres debemos ser referentes para ayudar a
desarrollar las competencias emocionales de nuestros hijos. Y para ello:
- lo
primero es empezar con nosotros mismos, ya que somos modelo de comportamiento
para nuestros hijos. Debemos empezar por saber identificar y
reconocer las emociones que sentimos, por qué las sentimos y las
consecuencias que tienen éstas sobre nuestro comportamiento y sobre el
comportamiento de los demás (sobre todo sobre nuestros
hijos)
- El
siguiente paso es ayudar a nuestros hijos a identificar cómo se
sienten, poner una el nombre a la emoción nos permite
reconocerlas e identificarlas. Debemos ayudarles a identificar
cualquier emoción, tanto si están contentos, tristes, enfadados,
sorprendidos o asustados. Cualquier situación cotidiana es válida para
ponerlo en práctica pero la mejor manera que tenemos para enseñarles es
mediante nuestro propio ejemplo. Hablemos a nuestros hijos de cómo nos
sentimos y qué es lo que ha provocado ese sentimiento. Por ejemplo “Me
siento enfadada porque no me has obedecido, te he pedido que recogieras
los juguetes y los has tirado todos por el suelo“. “Que contenta
estoy, me ha alegrado mucho este dibujo que me has regalado“. Estas
son algunas de las frases de reconocimiento de emociones y motivos que
podemos trabajar con nuestros hijos
La estrategia para adquirir competencias emocionales
se llama educación emocional
Objetivos de la educación emocional
- Conocer
las propias emociones.
- Identificar
las emociones de los demás.
- Denominar
las emociones correctamente.
- Adquirir
la habilidad para regular nuestras emociones.
- Aumentar
el umbral de nuestra tolerancia a la frustración.
- Prevenir
los efectos nocivos de las emociones negativas.
- Desarrollar
la habilidad para generar emociones positivas.
- Desarrollar
la habilidad para automotivarse.
- Adoptar
una actitud positiva ante la vida.
- Aprender
a fluir.
Como vemos, la inteligencia emocional se hace imprescindible
para desenvolvernos en cualquier contexto y por ello es tan importante la
educación emocional tanto en la familia como en la escuela. A nosotros, como
padres, nos toca educar las emociones de nuestros pequeños desde que son muy
pequeños ayudándoles a identificar las diferentes emociones que sentimos, poniendo
etiquetas a cada uno de los sentimientos que nos embargan y tratando de que
entiendan cómo se sienten los demás cuando ellos hacen alguna cosa que nos
agrada mucho o por el contrario nos disgusta profundamente.