Republicado con autorización do autor: Carlos
Pajuelo (http://blogs.hoy.es/escuela-de-padres/)
Construir un mundo mejor, esa es
la tarea que los padres tenemos encomendada mientras educamos a nuestros
hijos. Por eso educamos, porque un hijo educado es un hijo que logra
que el espacio donde se desarrolle sea un lugar mejor. Un padre que educa
mejora los lugares en los que educa. Una familia que educa construye un mundo
mejor.
Hoy
queridos padres y madres os voy a pedir que os pongáis en la piel de otros padres
y madres, los padres y madres de los niños que
sistemáticamente no se invitan a los cumpleaños, ni a comer, ni a jugar, ni a
salir, por parte de sus compañeros.
Niños y niñas que son rechazados por diferentes causas, ¡qué más
da la razón si lo que cuenta es que al final no irán al cumpleaños! Otra vez
más, por enésima vez, serán evitados.
¿Es
normal que los niños rechacen a otros niños? Claro que es normal; lo que no es
normal es que los padres apoyemos esa situación, la reforcemos con nuestro
silencio, la reforcemos con eso de “ellos deciden quiénes son sus amigos”.
Claro que sí, claro que cada persona tiene que tener el derecho de elegir a sus
amigos, pero los padres también tenemos el deber de
educar.
Educar en
la empatía requiere hacer preguntas y tomar decisiones.
Pregúntale a tu hijo si en su clase existe algún niño que nunca va a los
cumpleaños de otros niños, pregúntale por qué cree que pasa eso, pregúntale que
cómo se sentiría él si le ocurriese eso.
Educar a
veces nos exige “incomodar” a nuestros hijos, e incomodarnos nosotros, padres y
madres. Hay niños
y niñas que sólo necesitan una oportunidad para poder demostrar que son niños y
niñas como los demás, aunque sean diferentes.
Invita a
un niño al que nunca invitan. Hazlo por el niño, hazlo por sus padres, hazlo
por tu hijo, hazlo por ti.
Un mundo
mejor no es un mundo ideal, un mundo mejor es aquel en el que
tenemos los ojos bien abiertos y no miramos para otro lado.
Invita a
un niño al que nunca invitan.