Republicado con autorización de http://www.solohijos.com/
Autoría: Elena
Roger Gamir (Pedagoga)
¿Qué nos
pasa? ¿En qué estamos pensando? ¿Por qué lo más importante de nuestra vida se
vuelve a veces invisible? Claro que les queremos pero…¡nos perdemos tanto de
ellos!
A veces ellos se desconectan. A veces,
nosotros. En ocasiones, los dos. Se envuelven en sus cascos, en su habitación y
dejamos que pase la vida, la suya y la nuestra, detrás de una pantalla. Y
ese es el comienzo porque poco a poco nos hacemos invisibles para ellos. Ya no
nos necesitan porque todo lo encuentran tras esas pantallas.
Cuando queremos recuperar la distancia,
hay un mundo entre nosotros. Nuestro vacío lo han llenado los amigos virtuales,
redes sociales, series televisivas o juegos on-line. Los escuchamos reírse en
su habitación, a carcajadas, hasta que llamamos a su puerta y nos reciben con
la expresión de no ser bien recibidos. ¡Molestamos!
¿En qué momento ocurrió? Somos
inocentes al pensar que no nos ven. Y eso les autoriza a hacer lo mismo que
nosotros pero sin límites.
El tiempo que nuestros hijos estarán con
nosotros tiene fecha de caducidad. En un abrir cerrar de ojos volarán y lo que
no esté dentro… olvídate, poco podrás sembrar ya. El momento de poner normas es
ahora. El momento de dar ejemplo y de conectar. El de acariciar y abrazar. El
de pedir perdón.
Y con las manos ocupadas con las pantallas, poco podemos acariciar. Ni ver. Ni observar. Ni comunicar.
Y con las manos ocupadas con las pantallas, poco podemos acariciar. Ni ver. Ni observar. Ni comunicar.
Cuando estés con tu hijo, ¡estate con tu
hijo! Disfruta de su compañía, de sus errores e imperfecciones. Que no ría ni
llore a solas, delante de una pantalla. Que lo haga a tu lado. No desperdicies
ningún momento porque todos, hasta los más intrascendentes, son valiosos.