Republicado
con autorización de: http://www.solohijos.com/
Hoy me he levantado con ganas de
IRONÍA (lo comento para que no haya malentendidos, que nunca se sabe), y con
ganas de hablar de la dependencia emocional de nuestros hijos.
Corre por ahí el bulo de que la
principal responsabilidad de los padres es ayudar a los hijos a desarrollar un carácter firme,
basado en una autoestima fuerte que demuestre un nivel sano de independencia
emocional. Quizá sea este tu deseo, pero si no es así, si lo que deseas es que
tu hijo/a sea dependiente emocionalmente de ti y que, conforme crezca y empiece a
vivir su vida de adulto, necesite igualmente estar dependiendo emocionalmente
de otras personas (de su pareja, de algún amigo/a, buscando siempre la
aprobación de los demás, etc.), te voy a mostrar cómo puedes conseguirlo con
unos sencillos consejos:
7 consejos para conseguir la
dependencia emocional en tus hijos
1. No le muestres afecto o muéstraselo de
forma irregular
Ten en cuenta que tu hijo/a tiene una necesidad especial de
recibir afecto de sus figuras de apego, de forma casi patológica durante los
primeros años de vida. En la medida en que lo reciba de forma
permanente e incondicional se irá forjando un nivel de fortaleza interior que
le convertirá en un joven, y luego un adulto, fuerte emocionalmente, sin depender
continuamente de la aprobación y las demostraciones continuas de
cariño de los demás.
Por tanto, lo mejor que podrás hacer es intentar que no crezca con esa
seguridad interior. Que piense que él no es una personita merecedora del afecto
incondicional de sus padres, que el afecto dependerá de cómo se porte, de la
buena voluntad de sus papas, etc.
Así desarrollará una especia de “sed interna” que le empujará a estar buscando continuamente en ti ese afecto que nunca sentirá como seguro.
Así desarrollará una especia de “sed interna” que le empujará a estar buscando continuamente en ti ese afecto que nunca sentirá como seguro.
2.
Enfócate, sobre todo, en lo que debe mejorar
El objetivo fundamental de un niño
es desarrollar competencia, y la mejor forma de hacerlo es sumergirlo en un
proceso de “mejora continua”, en el que se evalúa constantemente en base a unos
altos estándares de calidad. Así que, por ejemplo, cuando tu niño de 3 años venga
ilusionado con un dibujo que ha pintado en el colegio, primero, no le dediques
mucho tiempo y segundo, dedica más tiempo a explicarle cómo mejorar (no salirse
de las rayas, elegir los colores correctos, etc.) que a alabárselo.
Si haces esto, no sólo fomentarás su inseguridad, sino también una sensación interna de que “nunca es suficiente”, nunca hará lo suficiente para ganarse tu admiración y respeto. El camino hacia la dependencia emocional estará bien enfocado.
Si haces esto, no sólo fomentarás su inseguridad, sino también una sensación interna de que “nunca es suficiente”, nunca hará lo suficiente para ganarse tu admiración y respeto. El camino hacia la dependencia emocional estará bien enfocado.
3. No
le pongas límites ni rutinas
Un niño -y cuanto más pequeño aún
más- necesita ver el mundo como algo previsible en el que hay rutinas y en el
que sabe qué puede hacer y qué no. Esto ayuda a su saciar su necesidad interior
de seguridad. Por lo tanto, intenta que esto no se dé. No le digas lo que tiene
que hacer, que él decida qué es lo correcto e incorrecto. Di eso de que: “es
bueno que aprenda de las experiencias”, pero, cuando esas experiencias tienen consecuencias
negativas (ej. castigado en el cole por pegarle a un compañero o insultar al
profesor), defiéndelo a ultranza, pues no puedes permitir que aprenda a manejar
la frustración (esto lo fortalecería interiormente, y no es lo que buscamos, no
lo olvides).
Tampoco le marques rutinas ni
responsabilidades, que aprenda él sólo a regularse, marcarse sus propios
límites (tiempo de comida, cuándo ir a dormir, cuanto tiempo dedicar a estudiar
o jugar, etc.). Enseñarle responsabilidad a base de darle responsabilidades
adecuadas a su edad es otro de los factores que crean seguridad
interior lo cual ¡no
queremos que ocurra!
Por tanto, ¡que nunca tenga responsabilidades en casa! Tú te bastas solito o solita para todas las tereas, ¿para qué vas a pedirle nada a tu hijo/a, si además te va a tomar más tiempo explicárselo y supervisarle que hacerlo tú?
Por tanto, ¡que nunca tenga responsabilidades en casa! Tú te bastas solito o solita para todas las tereas, ¿para qué vas a pedirle nada a tu hijo/a, si además te va a tomar más tiempo explicárselo y supervisarle que hacerlo tú?
4. Y
por supuesto, si decides incumplir el punto anterior, al menos que esas rutinas
y límites sean incongruentes e inconsistentes
Si no eres capaz de dejar a tu hijo/a educarse sólo/a, al menos dificulta
el proceso con actitudes como:
§ Poner límites y rutinas no adaptados
a su edad (exigiéndole, por ejemplo, que recoja su habitación “solito/a” con dos años).
§
No seas
modelo en el cumplimiento de esos límites (p. ej. hablando mal mientras le
regañáis por su vocabulario).
§ Regáñale por “tonterías” y déjale pasar cosas más graves (dependiendo
de tu estado de ánimo, por
ejemplo).
§ Enfádate y castígale cuando haga
algo incorrecto y, sobre todo, no le digas cómo tendría que haberlo hecho
(porque ya se lo explicaste una vez, y si no lo hace es porque no quiere), etc.
Si actúas de este modo, evitarás el
beneficio que tendría para él haber incumplido por tu parte el punto anterior
al intentar educar a tu hijo.
5.
Coméntale que “las cosas malas las hacen niños malos, y las
equivocaciones los torpes”
Este consejo es crucial. Tu niño
debe de interiorizar que esas “equivocaciones”, esas torpezas de la edad, esa
exploración del mundo y sus límites, no son adecuadas. Debe de asumir que cada
vez que hace algo fuera de los cánones establecidos es síntoma de su maldad
intrínseca.
Las etiquetas negativas serán una ayuda ideal para ti a la hora de conseguir que tu hijo/a configure su personalidad conforme a tu gusto, además de que con ello reducirás su sentido de valía o lo harás depender de ciertos logros (por ejemplo, “eres bueno sólo si te portas bien”). La dependencia emocional también tiene que ver con las etiquetas, no lo olvides.
Las etiquetas negativas serán una ayuda ideal para ti a la hora de conseguir que tu hijo/a configure su personalidad conforme a tu gusto, además de que con ello reducirás su sentido de valía o lo harás depender de ciertos logros (por ejemplo, “eres bueno sólo si te portas bien”). La dependencia emocional también tiene que ver con las etiquetas, no lo olvides.
6.
Grítale con ganas cuando haga algo incorrecto
(Y aún más efectivo sería que
le pegaras una buena “zurra”, pero claro, corres el peligro de que alguien que te
vea de denuncie, así que se trata de que críes un niño inseguro, pero no de que
te metan en la cárcel o te quiten la custodia).
Con los gritos continuos conseguirás varias cosas,
pero dos de ellas serán:
1. Que su
búsqueda de afecto de parte de ti se intensifique patológicamente (puede darse el caso de que se
acostumbre y sea el modo en el que busque ser atendido por ti, que
continuamente se esté “portando mal” porque así interpreta que con tus gritos al menos le
atiendes, pero no te preocupes, esta reacción es pesada para los padres pero es buena para nuestra causa:
criar un niño inseguro y dependiente emocionalmente)
2. Que su
sentido de pertenencia o raigambre a un entorno afectivo sano se deteriore o no
se llegue a forjar. Este consejo, si lo sigues al pie de la letra, te será realmente útil. Y no
es difícil, sólo tienes que “echarle pulmones”.
¡Ánimo! Ya te queda menos para que
la dependencia emocional de tu hijo/a sea un hecho.
7.
Suplid vuestra necesidad de afecto y ternura en la pareja con vuestros hijos.
Este consejo hay que ponerlo en
práctica en equipo. Muchas parejas –no sé si será tu caso- pasan por momentos
complicados a nivel afectivo. Con el tiempo, si no se cuida el aspecto de la
ternura entre la pareja, la relación se puede volver bastante “seca
emocionalmente” llegando a vivir los dos en un pequeño “infierno” de silencio emocional.
Cualquier psicólogo o terapeuta
familiar os recomendará que habléis, que os sinceréis, y que empecéis a dar
pasos de cara a solucionar vuestra situación. Sin embargo, esto que puede ser
tan bueno para la pareja, puede ser nefasto para el objetivo de criar hijos
dependientes emocionalmente. Si quieres conseguir este segundo objetivo, no
hagáis nada para mejorar vuestra relación y saciad vuestra ansia de afecto
volcándoos en los hijos. Ellos tienen que notar que vuestro cariño hacia
ellos es extrañamente desbordante y extrañamente discordante con la falta de él
en el ambiente familiar.
Cuando te apetezca dar o recibir un
abrazo de tu pareja no lo hagas, dáselo a tu hijo/a. Tus hijos no captarán, a nivel profundo, que
la familia es un entorno de afectos, donde el afecto entre ellos y sus padres es muy importante, pero dónde hay
otras relaciones de afecto de igual valor (como la de padre-madre, p. ej.). Paradójicamente, de este
modo, aunque recibirá afecto -cosa que es muy sana para su autoestima y
fortaleza emocional- al no estar supliendo otras necesidades básicas como son
las de seguridad y pertenencia a un entorno afectivo sano, buena
parte del efecto positivo de ese afecto se perderá y seguirás sembrando en
dirección a una dependencia emocional efectiva de tus hijos.
Te voy a ser
sincero. Yo me esfuerzo en no seguir para nada estos consejos en mi familia.
Ahora bien, como normalmente me
encuentro con que los que leen mis artículos son padres y madres como mi mujer y yo, que quieren que
sus hijos crezcan sanos y fuertes emocionalmente, he pensado en no discriminar por
eso a los que no quieren lo mismo para sus hijos/as y darles también algunos consejos
útiles al estilo de Maquiavelo.
Concluyendo ya muy en serio, espero que se entienda la
ironía (y el enfado que transmito con ella), y que la reflexión que te provoque
este artículo pueda ayudarte a dar un pasito más en esa preciosa aventura que
es la crianza y educación de los pequeñines de la casa.
Mis mejores deseos en esa aventura.