Republicado con autorización do autor: Carlos Pajuelo
El pasado día 3 de
diciembre fue el Día Internacional de la Discapacidad. ¿Qué es lo que
celebramos ese día? Que en el siglo XXI la discapacidad nos sigue inspirando
lastima y compasión. Que en el siglo XXI la discapacidad es una especie de
“aciaga lotería” que te regala la vida y al que le toca, le toca. Poco que
celebrar y mucho que pensar. Por eso yo quiero hablaros de los 364 Días
Internacionales de la INCAPACIDAD. De los hijos incapaces, de sus padres incapaces,
de la Sociedad incapaz.
¿Cuál es nuestra incapacidad? Pues sencillamente la de no aceptar
la diversidad, no ver valor en la diversidad. Obsesionados por el
rendimiento, obsesionados por el éxito, por triunfar, obsesionados por las
comparaciones, todo aquello que creemos que es “menos que” pasa a la
categoría de “los pobrecitos”, pobrecitos padres y pobrecitos
hijos, y para acallar conciencias nos escudamos en “cubrir sus necesidades”
desde una óptica paternalista en vez de reconocer a las personas con discapacidad
como titulares de derechos.
Somos incapaces porque nuestro trato hacia las personas con
discapacidad lo convertimos en un acto de compasión del que enorgullecernos, y
así, lo que estamos haciendo es que nuestros hijos aprendan a tener lástima de
las personas con discapacidad, a que nuestros hijos aprenden a ser incapaces.
Somos incapaces porque los tratamos con ñoñería, los convertimos en héroes
y san se acabó, a seguir con lo nuestro. No son héroes las personas con
discapacidad, ni sus cuidadores. No precisan de nuestra admiración, ni
de nuestra compasión. Son personas, hijos como tus hijos, que lo que precisan
es de que seamos capaces de entender que caben entre nosotros, que no solo hay
que hacerles hueco que lo que hay es que darles respuesta, respuesta a sus
derechos educativos, sanitarios, sociales y laborales. Y hay que creerlo de
verdad. Les decimos héroes para acallar conciencias, las conciencias de
los incapaces.
Somos incapaces de ver
que no basta con la igualdad que hay personas que necesitan más que otras
personas. Eso se llama equidad.
Incapaces porque en el
siglo XXI la atención a la discapacidad sigue necesitando de beneficencia.
Sí, es verdad, igual esto te parece exagerado. ¡Claro que las cosas han
cambiado! Pero pregúntaselo a cualquier padre o madre con un hijo con
discapacidad o a cualquier adulto que presente una discapacidad. Incapaces
somos porque no podemos ver lo que no queremos ver.
El día que todas las personas tengan los recursos que se necesitan para
poder acceder a los servicios educativos, sociales, sanitarios y al mundo del
trabajo en condiciones de equidad, ese día no existirán personas con
discapacidad ni personas con incapacidad, ese día nuestra ciudad estará llena
de personas, simple y sencillamente personas.
No te fijes en la discapacidad, quédate con la persona.