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Muchos
docentes tienen la creencia que un niño difícil es aquel que es criado de forma
incorrecta por sus padres. A menudo se dice que estos niños “no tienen los
límites suficientes”…
No
obstante, no siempre un niño difícil es el resultado de una acción errónea de
sus padres. A menudo un niño difícil tiene problemas de carácter emocional que
no ha podido resolver.
Existen
niños que tienen altas demandas afectivas (con frecuencia por vivencias o por
cuestiones que ellos mismo no han podido manifestar o han quedado sin
resolver). Por otra parte, a veces los niños no pueden (o no saben) expresar
correctamente sus emociones. Así, pueden creer que sienten tristeza cuando en
realidad debajo del llanto se esconde bronca o resentimiento.
Niño difícil: ¿Cómo
ayudamos a un niño a canalizar sus emociones?
1 – Reforzando el
poder positivo de la palabra
Frente
a un niño difícil es importante remarcar aquellos aspectos positivos. Es decir,
aquellas cosas que él haga correctamente y felicitarlo por ello. Debemos hacer
foco en celebrar sus logros. Caso contrario eso elevará mucho más sus enojos y
crecerá su angustia.
Proponemos
que utilices frases como: “confío en ti”, “eres muy especial para mí” o “yo sé
que lograrás esto”.
2 – No lo juzgues
A
menudo muchos padres se colocan en un lugar donde recriminan aquellas cosas que
sus hijos hacen mal. Por ejemplo: “siempre haces mal esto”, “no sé para qué te
envío a básquet si eres tan malo”.
Por
el contrario nuestra actitud tiene que ser de apoyo. Recuerda que toda palabra
(positiva como negativa) quedará dando vueltas en la mente y en el corazón de
nuestros hijos incluso cuando ellos sean adultos. Por eso es necesario que
ellos tengan un arsenal de palabras positivas y de entusiasmo para que logren
forjar una autoestima elevada y poder enfrentar los problemas presentes con la
solvencia y la base afectiva necesaria para constituir así una psiquis
saludable de adultos.
3 – Tu actitud es
“todo” para ellos
Genera
confianza en lo que ellos están haciendo. Promueve un lazo cercano, comprensivo
y de confianza.
Evita
ironizar lo que él/ellos tienen para decir. Mantén una comunicación fluida y
diaria para que sientan que pueden contar contigo incluso en el día a día y con
todas las complicaciones cotidianas.
Hazle
saber con gestos (más que con palabras) que ellos están siendo escuchados y que
pueden contar con tu palabra, presencia y compañía.
4 – Promueve su
equilibrio interno
Muéstrales
de qué modo una emoción puede transformarse en palabras. Enséñales cómo
reconocer un sentimiento. Márcales que se pueden canalizar las emociones
mediante actividades como el arte, el canto, la danza, etc.
Es
importante que reconozcamos como adultos que una emoción bloqueada es una
espina que se ancla entre medio de piedras. Es decir, es una espina muy difícil
de extraer pero imprescindible hacerlo ya que, de no tomar esta emoción con
importancia, se caerá en la ilusión de que la misma ha desaparecido cuando por
el contrario, ésta ha socavado aún más hasta pasar inadvertida pero dolerá aún
más su presencia invisible.