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autorización de: http://www.educapeques.com/
Autoría: Celia
Rodríguez Ruiz (psicóloga y pedagoga)
¿Por qué no sobreproteger a nuestros
hijos? Una de las cosas más difíciles que los progenitores tienen que
hacer, a la hora de enfrentarse a su labor como padres, consiste en dejar que
sus hijos hagan cosas por sí solos, que se equivoquen si tienen que hacerlo y
que experimenten frustraciones, miedos, etc.
Esta tarea suele ser muy complicada para
los progenitores y a menudo caemos en la sobreprotección.
Proteger
a los niños es bueno, pero sobreproteger esconde
peligros muy graves para su desarrollo.
Los peligros de sobreproteger a los niños y
niñas
Cuando sobreprotegemos a los niños, nuestra
intención es la mejor de todas, pero al hacerlo estamos convirtiéndonos en un
obstáculo para su desarrollo:
- En primer lugar cuando sobreprotegemos al niño, evitamos que desarrolle su autonomía. Y con ello es posible que no sea capaz de hacer cosas por sí mismo, necesitará que alguien le diga lo que tiene que hacer y cómo tiene que hacerlo.
- Por otro lado cuando sobreprotegemos al niño, evitamos que hagan cosas que ellos ya podrían hacer por sí mismo. De este modo limitamos su desarrollo y sus posibilidades de acción.
- Otro de los peligros de la sobreprotección tiene que ver con la seguridad en sí mismo y la confianza. Si siempre hacemos las cosas por ellos, es lógico que desconfíen de su capacidad para hacerlo por si solos y de este modo tendrán poca confianza en sus posibilidades e inseguridad en sí mismos.
- Cómo consecuencia lógica de todo lo anterior es de esperar que tengan una baja autoestima, ya que no valoran sus capacidades, no se creen capaces y no se valoran como tal.
- Todas estas consecuencias actuales pueden desencadenar en una personalidad dependiente, que requiera siempre de otra persona que les guíe.
¿Cómo podemos evitar la sobreprotección
infantil?
Cómo hemos dicho este punto puede ser muy
complicado para los padres, por eso debemos prestar atención y encontrar el
equilibrio.
- Evitar la sobreprotección no quiere decir que no debamos protegerles. Se trata de ejercer una protección equilibrada que permita y favorezca su desarrollo.
- Para ello trataremos de estar pendientes de ellos pero desde la distancia, observando para ayudarles cuando fallen, pero sin inmiscuirlos.
- Nuestro mayor miedo puede ser que lleguen a fallar, que se equivoquen, que sufran. Solemos pensar que no queremos que pasen por eso, pero equivocarse les sirve para aprender, el fallo potencia el aprendizaje, y no siempre vamos a poder evitarles el sufrimiento, si se enfrentan a sus pequeñas frustraciones aprenderán a afrontarlo. No se trata de procurar que sufran, sino de dejar que se enfrenten a su día a día, si en ese día a día, se encuentran con sufrimiento, debemos apoyarles y ayudarles a superarlo, para que puedan desarrollar estrategias con este fin.
- Dejaremos que hagan cosas por sí mismos. Poco a poco y de acuerdo con su edad, permitiremos que se hagan responsables de ciertas cosas y a su vez les iremos recomendando tareas. Podemos explicarles cómo hacerlo y ayudarles pero dejando que sean ellos los que se enfrenten a sus tareas.
- Cuando tengan un problema haremos lo mismo, les aconsejamos y les ayudamos a encontrar la mejor manera de resolverlo, pero intentaremos dejar que sean ellos los que se enfrenten al problema.