Mal perder: ensínalle a perder para que aprenda a gañar

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Mi hijo/a tiene mal perder.Ya se trate de un partido en equipo, de un juego de mesa, de una carrera entre amigos…los niños siempre tendrán varias oportunidades para ganar o perder.
Ganar es muy gratificante, da satisfacción personal, refuerza la autoestima, motiva para seguir intentando cada vez mayores desafíos.
En cambio, perder es otra cosa, a nadie le gusta perder, a ningún niño le gusta verse a sí mismo como perdedor.

Sabemos que el mundo que les ha tocado a nuestros niños es sumamente competitivo, tienen que estar demostrando su valía desde muy temprana edad: en el colegio, en los deportes, en los juegos, en las relaciones sociales. Se enfrentarán a un mundo lleno de rivalidad y con alto nivel de exigencia.
Por ello, los padres intentamos dotar a nuestros hijos de todas las herramientas posibles para que tengan un buen desempeño en el futuro, que les salgan bien las cosas, que tengan éxito, en definitiva, les preparamos para ganar.. pero ¿también les preparamos para perder?


Ganar-Perder, no existe uno sin lo otro


Perder, también forma parte de la vida y por lo tanto, debería formar parte de la educación de nuestros hijos, porque de la manera cómo ellos se enfrenten a una derrota o un fallo y cómo aprendan a gestionarlo, podrán aprender de la experiencia y levantarse una y otra vez,  o por el contrario, quedarse atascados, bloqueados y/o furiosos.

Mal perder
Pedro y Luis están jugando al parchís. Van muy igualados, pero finalmente Pedro gana en el último momento. Luis se enfurece, tira el tablero, se cruza de brazos y dice que ya no quiere jugar más. Sale dando un portazo.
Decimos que un niño tiene un mal perder cuando no tolera que alguien más pueda ganarle.
El mal perder se relaciona con una baja tolerancia a la frustración, con poco control de impulsos y con inseguridad.


Reacciones típicas de un mal perder


  •   No aceptar la derrota
  •   Echar la culpa a otros
  •   Echar la culpa a las condiciones (el lugar, el clima, la iluminación..)
  •   Ponerse furioso
  •   Hacer pataletas
  •   Tener reacciones violentas con el ganador/ganadores
  •   Autocrítica destructiva

Consecuencias de un mal perder

  •   Centrarse en el enfado y en culpar a los demás
  •   Que otros niños se alejen de él por sus reacciones
  •   Bloqueo
  •   Frustración

Estas reacciones son muy frecuentes en niños muy pequeños, porque creen que el mundo gira en torno a ellos y no han aprendido a ponerse en el lugar de otros, tampoco tienen muy claro el concepto del tiempo, por lo que les es difícil esperar y lo quieren todo ya. Pero a medida que van creciendo y que empiezan a relacionarse con sus pares, es de esperar que estas conductas disminuyan y den paso a reacciones más tolerantes. Es momento de educarles a tener un buen perder.

Buen perder

Marta y Gonzalo han estado jugando un rato al tenis. Tras un tiempo de partido, Marta finalmente resulta ganadora. Gonzalo, felicita a Marta por el buen partido y le pide que le muestre cómo ha hecho una jugada. Ambos están sudando, lo han pasado muy bien. Seguro que volverán a quedar.
Un buen perder significa que no ha salido la cosa cómo lo hubiésemos deseado, pero que aceptamos que algunas veces se gana y otras se pierde y no por ello, el mundo se viene abajo.

Reacciones típicas:

  •   Reconoce que ha perdido
  •   Puede felicitar sinceramente al ganador
  •   Observa, pregunta, analiza lo que ha hecho el ganador/ganadores
  •   Se enfada, pero usa el enfado como motor para volverlo a intentar
  •   Intenta aprender/ practicar en base a sus fallos
  •   Quiere volver a intentarlo y probar hasta dominar una nueva destreza


Consecuencias de un buen perder

  •   Disfrutar, sea que gane o pierda
  •   Autocritica constructiva
  •   Aprendizaje

En resumen, tener un buen perder, trae una actitud relajada y dispuesta a seguir intentándolo, hasta conseguir ganar o por lo menos, disfrutar del juego.


¿Cómo enseñar a tu hijo a tener un buen perder?


Ayúdale a aceptar la derrota. Ha perdido, no tiene por qué justificarse, ni culpabilizar a nadie. Es parte del juego.
Respeta su decepción. No intentes restar importancia a lo que siente, pero evita que se convierta en un drama.
Sin reacciones desmesuradas. Ya sea que gane o que pierda, evita que se crea superior o que se burle de los demás.
Enséñale a tener una autocrítica constructiva. Una vez que se tranquilice, puedes usar la siguiente poderosa pregunta:
                                            
¿Qué ha fallado/ha estado mal en esta situación?

Intenta hacer la pregunta en un tono de interés, con comprensión y alejado de juicios de valor.
A medida que el niño se abra y reconozca sus fallos, será más fácil que él mismo encuentre una solución para superarse, adquirir más destreza y alguna vez  (o muchas) ganar.
Como dice Nicolás de Maquiavelo:

 “La clave del éxito: querer ganar, saber perder