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autorización de: http://www.educapeques.com/
Mi hijo/a tiene mal perder.Ya
se trate de un partido en equipo, de un juego de mesa, de una carrera entre
amigos…los niños siempre tendrán varias oportunidades para ganar o
perder.
Ganar es muy gratificante, da satisfacción
personal, refuerza la autoestima, motiva para seguir intentando
cada vez mayores desafíos.
En cambio, perder es otra cosa, a nadie le
gusta perder, a ningún niño le gusta verse a sí mismo como perdedor.
Sabemos que el mundo que les ha tocado a
nuestros niños es sumamente competitivo, tienen que estar demostrando su valía
desde muy temprana edad: en el colegio, en los deportes, en los juegos, en las
relaciones sociales. Se enfrentarán a un mundo lleno de rivalidad y con alto
nivel de exigencia.
Por ello, los padres intentamos dotar a
nuestros hijos de todas las herramientas posibles para que tengan un buen
desempeño en el futuro, que les salgan bien las cosas, que tengan éxito, en
definitiva, les preparamos para ganar.. pero ¿también les preparamos para
perder?
Ganar-Perder, no existe uno sin lo otro
Perder, también forma parte de la
vida y por lo tanto, debería formar parte de la educación de nuestros hijos,
porque de la manera cómo ellos se enfrenten a una derrota o un fallo y cómo
aprendan a gestionarlo, podrán aprender de la experiencia y levantarse una y
otra vez, o por el contrario, quedarse atascados, bloqueados y/o
furiosos.
Mal perder
Pedro y Luis están jugando al parchís. Van
muy igualados, pero finalmente Pedro gana en el último momento. Luis se
enfurece, tira el tablero, se cruza de brazos y dice que ya no quiere jugar
más. Sale dando un portazo.
Decimos que un niño tiene un mal
perder cuando no tolera que alguien más pueda ganarle.
El mal perder se relaciona
con una baja tolerancia a la frustración, con poco control de impulsos y con
inseguridad.
Reacciones típicas de un mal perder
- No aceptar la derrota
- Echar la culpa a otros
- Echar la culpa a las condiciones (el lugar, el clima, la iluminación..)
- Ponerse furioso
- Hacer pataletas
- Tener reacciones violentas con el ganador/ganadores
- Autocrítica destructiva
Consecuencias de un mal perder
- Centrarse en el enfado y en culpar a los demás
- Que otros niños se alejen de él por sus reacciones
- Bloqueo
- Frustración
Estas reacciones son muy frecuentes en
niños muy pequeños, porque creen que el mundo gira en torno a ellos y no han
aprendido a ponerse en el lugar de otros, tampoco tienen muy claro el concepto
del tiempo, por lo que les es difícil esperar y lo quieren todo ya. Pero a
medida que van creciendo y que empiezan a relacionarse con sus pares, es de
esperar que estas conductas disminuyan y den paso a reacciones más tolerantes.
Es momento de educarles a tener un buen perder.
Buen perder
Marta y Gonzalo han estado jugando un rato
al tenis. Tras un tiempo de partido, Marta finalmente resulta ganadora.
Gonzalo, felicita a Marta por el buen partido y le pide que le muestre cómo ha
hecho una jugada. Ambos están sudando, lo han pasado muy bien. Seguro que
volverán a quedar.
Un buen perder significa que no ha salido
la cosa cómo lo hubiésemos deseado, pero que aceptamos que algunas veces se
gana y otras se pierde y no por ello, el mundo se viene abajo.
Reacciones típicas:
- Reconoce que ha perdido
- Puede felicitar sinceramente al ganador
- Observa, pregunta, analiza lo que ha hecho el ganador/ganadores
- Se enfada, pero usa el enfado como motor para volverlo a intentar
- Intenta aprender/ practicar en base a sus fallos
- Quiere volver a intentarlo y probar hasta dominar una nueva destreza
Consecuencias de un buen perder
- Disfrutar, sea que gane o pierda
- Autocritica constructiva
- Aprendizaje
En resumen, tener un buen perder, trae una
actitud relajada y dispuesta a seguir intentándolo, hasta conseguir ganar o por
lo menos, disfrutar del juego.
¿Cómo enseñar a tu hijo a tener un buen
perder?
Ayúdale a aceptar la derrota. Ha
perdido, no tiene por qué justificarse, ni culpabilizar a nadie. Es parte del
juego.
Respeta su decepción. No
intentes restar importancia a lo que siente, pero evita que se convierta en un
drama.
Sin reacciones desmesuradas. Ya
sea que gane o que pierda, evita que se crea superior o que se burle de los
demás.
Enséñale a tener una autocrítica
constructiva. Una vez que se tranquilice, puedes usar la siguiente
poderosa pregunta:
¿Qué ha fallado/ha estado mal en esta situación?
Intenta hacer la pregunta en un tono de
interés, con comprensión y alejado de juicios de valor.
A medida que el niño se abra y reconozca
sus fallos, será más fácil que él mismo encuentre una solución para superarse,
adquirir más destreza y alguna vez (o muchas) ganar.
Como dice Nicolás de Maquiavelo:
“La clave del éxito: querer ganar,
saber perder”