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Una de las situaciones a las que un padre o
madre debe enfrentarse a diario es “hacer o no los deberes con sus hijos”
¿Por qué nunca hago los deberes
con mis hijos? ¿Es éticamente correcto esto? ¿Los estamos beneficiando o
perjudicando al ayudarles con sus tareas escolares?
Para poder dar respuesta a esto,
debemos saber que eso dependerá del tipo de tarea que ellos tengan que
realizar. Es decir, frente a este dilema existen dos grandes corrientes de
opinión:
Muchos padres afirman que dichos
deberes tienen que ser realizados con ayuda de sus padres para que los niños:
- Sientan contención, sostén y apoyo familiar
- Puedan conocer la forma de resolver o realizar los deberes de una manera productiva y cada vez más veloz
- Para compartir un tiempo con ellos
Por otra parte, otras corrientes
de pensamiento y opinión aseguran que los deberes tienen que ser realizados
sólo por los niños, puesto que:
- Favorecen la organización interna del niño
- Promueven valores de autosuficiencia
- Elevan la autoestima del niño y favorecen su crecimiento intelectual
Ante la oposición de ambos
discursos muchos padres se preguntan si deben o no intervenir en las tareas
escolares y si esto les ayudará o, por el contrario, perjudicará a los niños.
Frente a esta disparidad en
cuanto a las teorías (ambas bien fundamentadas) diremos que existen deberes que
son necesarios realizar en familia y otros que los niños deberían realizarlos
ellos solos.
¿Cómo reconocer deberes que se
pueden realizar en familia de otros que son de carácter individual para el
aprendizaje de los niños?
Los deberes para realizar en
familia son aquellos que los niños no pueden realizar solos. Por ejemplo, la
elaboración de una maqueta muy
sofisticada, la confección de una marioneta o títere, etc.
Generalmente las escuelas
realizan este tipo de actividades para que padres e hijos refuercen los lazos
familiares y dediquen tiempo a estar juntos en la construcción o elaboración de
una meta en común. Esto se propone puesto que, a menudo, tanto padres como
madres carecen del tiempo suficiente para disfrutar o realizar alguna actividad
en familia. En estos casos resulta imprescindible la colaboración de todo el
grupo familiar.
El resultado de estos deberes en
familia no sólo refuerza los lazos familiares, estimula las funciones motoras
finas y cognitivas de los niños, sino que también promueve una actividad en
torno a la cual gira la atención de padres e hijos conformando un equipo de
trabajo que cada vez se irá fortaleciendo y solidificando más.
Por otra parte la mayoría de los
deberes que se les solicita a los niños día tras día, no precisan de la ayuda o
intervención de los padres. Estos deberes tienen relación directa con la
asimilación de algún contenido específico. Por ejemplo. La resolución de sumas,
restas, la confección de un párrafo, narración o cuento, etc.
No obstante es de gran
importancia acompañarlos en ese momento pero este acompañamiento no debe ser
participativo. Deberemos quedarnos al margen de la situación (sin intervenir)
para ayudar a nuestros hijos a resolver ellos mismos los problemas. Caso
contrario podremos estar facilitándoles el camino al aprendizaje en demasía, desencadenando
en una carente asimilación de contenidos.