Republicado
con autorización del autor: Carlos Pajuelo
A
menudo me encuentro con madres y padres que me transmiten su inquietud porque
sus hijos adolescentes los están continuamente sometiendo a “negociaciones” que
parecen, más que negociaciones, unos “chantajes” en toda regla. Y es que
algunos llaman negociar a lo que otros llaman chantajear, y viceversa.
Hemos
acostumbrado a nuestros hijos desde pequeños a situaciones como “me como una
cucharada más, pero entonces puedo usar la Tablet 15 minutos”. Desde pequeños
los entrenamos en que, para hacer algo, les tenemos que ofrecer una recompensa.
Cuando
son pequeños, estos pequeños se pueden solucionar con una pequeña recompensa
pero, conforme van creciendo, piden y piden y piden, y nunca les parece
suficiente. Insaciables.
La
verdad es que negociar con adolescentes es muy complicado. Es difícil porque
padres e hijos tenemos diferentes objetivos a la hora de negociar.
¿Hay
que negociar con los hijos? Pues lo de negociar está muy bien, suena genial,
pero no siempre se puede negociar. Educar no es negociar. Educamos para que
nuestros hijos aprendan a vivir, por lo tanto para que aprendan cómo se pueden
alcanzar logros, pero también para que aprendan cómo tolerar la frustración de
no alcanzarlos.
La
negociación tiene sentido para que dos partes ganen. Pero cuando educamos a
nuestros hijos los sometemos a unas normas, a asumir responsabilidades y a
aceptar límites, y esto a los hijos no les parece una buena negociación. Pueden
decir: “¿Qué gano yo llegando a casa a las 11 de la noche?; ¡Qué gano yo
recogiendo mi cuarto?, ¿Qué gano yo responsabilizándome de mis estudios?
A
los padres nos encantaría poder hablar tranquilamente con los hijos y que ellos
nos entendieran perfectamente, que nos dijeran: “gracias mamá por preocuparte
por mí y hacerme estar en casa a salvo a las 11 en vez de estar por ahí
divirtiéndome peligrosamente con mis amigos”. Pues vas dado. Los hijos montan
pollos cuando les proponemos límites, normas y responsabilidades.
Si
tú lo que quieres es negociar para no tener problemas, lo tuyo no es
negociación, lo tuyo es la búsqueda de un milagro. Porque negociando con
adolescentes es muy fácil perder la calma. No, no se negocia para no tener
problemas. Se negocia para esforzarse mutuamente en la búsqueda de la solución
de un problema. Por eso hay cosas que no podemos negociar con los hijos.
Si,
y además, hay hijos que se plantan y dicen que “no vengo a las 11”, “no me da
la gana de estudiar”, “pues fumo y bebo”, etc. Ni negociando, ni sin negociar.
Y esos son los que asustan y ¿qué hacemos con esos?. Pues te mentiría si te
dijera que vas a encontrar la solución en el siguiente párrafo, pero te
pregunto, ¿qué hace un padre o una madre? Educar ¿no?, pues sigue educando, sigue
diciendo a las once, sigue diciendo hay que estudiar, sigue diciendo que no
debe beber ni fumar, con la tarea de
educar. Educar es incomodar a veces a los hijos e incomodarnos los padres.
Pero
hazlo con calma, seguridad y convicción en las normas y en los límites que
propones . Esto es lo que necesitan los padres para educar hijos.
Negociar,
pues claro que sí. Pero hay cosas que no se pueden negociar con los hijos
cuando los estamos educando, es mucha responsabilidad esta de ejercer la tarea
de ser padres y madres.
Ánimo,
que crecen.