Autoría: Alberto Payo
Publicado en http://www.elmundo.es
(28-2-2018)
Ben Hampton es nativo digital
desde casi la cuna. Con dos años ya consumía numerosos vídeos de YouTube. No se
cansaba de ver videoreviews de juguetes. Cuando entró en el colegio pasó a los
clips de gamers y youtubers , y no tardó mucho en decir a sus padres que su
meta en la vida sería la de convertirse en "un famoso youtuber". Hoy
Ben tiene seis años y una legión de seguidores en Instagram. Ahora mismo, más
de 758.000, para ser exactos.
En sus fotos se le ve en su día a
día llevando diferentes outfits, jugando, haciendo ejercicio y acompañado de
otras conocidas estrellas del Social Media. Sus padres se encargan de hacer las
instantáneas y subirlas a la plataforma. Comenzaron hace un año. Se dieron
cuenta de que las imágenes de sus perfiles en las que aparecía Ben eran muy
populares, así que le crearon un perfil propio.
Pese a su notoriedad pública, los
padres del instagramer afirman que primero es un niño y en segundo lugar una
estrella de las redes sociales.
En España también hay casos
similares. La mayoría de estas cuentas están administradas y gestionadas por
los propios padres, algunas incluso forman parte de networks, agencias de
representación especializadas en marketing de influencers que se encargan de
mediar con las marcas y los anunciantes. Nos hemos puesto en contacto con
algunas de estas agencias, pero se han negado a participar en este reportaje.
Varias, sencillamente, han dejado de dar señales de vida pese a prometernos
poder hablar con los padres gestores de los perfiles. Otras no han querido
prestarse como fuentes porque no hacíamos ningún pago de por medio y no
contratábamos una 'acción' con sus representados.
Aunque los instagramers
infantiles españoles no tienen tantos seguidores como Ben, sí que llegan a acumular
decenas de miles de followers. Las marcas se los rifan porque saben que son
prescriptores para chavales a través de la aplicación de foto y vídeo.
¿Perjudicial o beneficioso?
¿Pero cómo puede afectar a los
niños esta exposición tan temprana a las redes sociales y a la fama 2.0? ¿Puede
ayudarles a desenvolverse en el mercado laboral en el futuro? ¿Les permite
aprender nuevas capacidades? ¿Cuenta con algún otro beneficio?
Marialy Guedez es psicóloga
clínica y responsable de asistencia familiar, con una experiencia en el trato a
niños de más de cuatro años. La terapeuta desaconseja completamente iniciar a
niños en edades tan tempranas a plataformas como Instagram y enfrentarlos a los
comentarios públicos. "Es completamente perjudicial exponer a los niños
constantemente a la aprobación o crítica de los demás, ya que estoy puede
ocasionar en el niño creencias erróneas en cuanto a sus conceptos de
autoimagen, autoconcepto, autoestima y egocentrismo. No considero que esto
pueda tener algún beneficio para su desarrollo emocional", señala, en
entrevista con FCINCO.
Phil González es creador de una
red social y comunidad alrededor de Instagram, Instagramers.com. Este
especialista en marketing también se muestra crítico con el tema, y alude a
estudios sobre redes sociales en los que Instagram era una de las herramientas
que peor parada salía en cuanto a sus efectos psicológicos. "Considerada
como la red social del buen rollo, un escaparate del 'postureo' donde todo el
mundo está feliz, sale bien en las fotos, tiene una novia impresionante, vive
experiencias increíbles etc., fomentaría entre los más 'débiles' una tendencia
a la frustración", comenta González. "La carrera por los Me gusta y
los seguidores alimenta una adicción por conseguir más y mejores números que
los demás entre jóvenes y adultos. Números que no serán, desgraciadamente,
sinónimos de éxito en los estudios, ni en el desarrollo intelectual del
niño", se lamenta.
Para Manuel Moreno, experto en
redes sociales y fundador de la web TreceBits, no sólo se trata de algo
perjudicial para la salud mental de los chavales, sino ilegal. "Para tener
un perfil en una red social en Estados Unidos de forma legal tienes que tener
13 años (en España, 14). Así que este niño no debería tener un perfil. Sí que
es cierto que es una práctica comúnmente aceptada y todos conocemos a menores
cuyos padres les permiten tener un perfil en las redes sociales, o que lo hacen
a escondidas de ellos. Siendo estrictos, es algo que contraviene las normas de
uso de la plataforma", señala este periodista y profesor de cursos de
Social Media.
Los padres son los responsables.
Los expertos que hemos consultado
coinciden en que son los padres los que tienen que mirar por los niños y
protegerlos, también en el mundo 2.0. Estos medios requieren una capa adicional
de educación y siempre se tienen que poner límites. "Lo principal es que
el uso que haga un niño de una red social esté controlado por los padres, que
éstos sepan utilizar las plataformas y enseñen a los niños a usarlas con
propiedad y a evitar los posibles peligros que suponen", apostilla Moreno.
"Sólo mediante la educación de los pequeños y la supervisión de sus
cuentas podría aceptarse que éstos estuvieran en una red social... a pesar de
no estar cumpliendo con el reglamento de las plataformas, que para esto son
ciertamente permisivas", concluye.
Para González, el problema muchas
veces reside en los padres que no saben tener los pies en la tierra. Les
recomienda "no endiosar al niño, hacerle entender que es un juego, y no
caer en la trampa de muchos adultos que quieren hacer de sus hijos lo que no
consiguieron ellos, ser famosos o exitosos". El fundador de Instagramers
apunta que es bastante frecuente que los padres muestren a sus hijos desde
bebés en Instagram y otras redes, y les invita a reflexionar sobre si es bueno
mostrar esa faceta de sus vidas. "Si lo desean, mejor sería en una cuenta
privada y reservada a los amigos cercanos. Pero para gustos, los colores. Se ve
un poco de todo".
Guedez cree que los progenitores deben actuar
como "cuidadores responsables de la integridad y el bienestar de sus
hijos". En este sentido, opina que pueden velar por ellos conociendo sus
cuentas, el estatus de privacidad que tiene el perfil, observando que postean
en su tablón e investigando qué tipo de cuentas siguen y quiénes le siguen, ya
que "esto es esencial para el resguardo físico - emocional del niño que
posee esta Red". Asimismo, la psicóloga clínica aconseja delimitar un
horario que no interfiera con sus actividades cotidianas y deberes y, sobre
todo, "no permitir que descuiden las otras áreas de la vida y evitar el
aislamiento social que supone el sumergirse horas en las redes sociales".
Phil González es más concreto y
aporta algunos consejos más detallados para los padres que acepten que sus
hijos estén en Instagram. En primer lugar, les recomienda tener las claves de
acceso de las cuentas, para poder entrar y revisar en cualquier momento el
contenido de las comunicaciones con otros usuarios. De esta manera, pueden
detectar intentos de scamming y casos de substracción de fotos, chantajes
electrónicos, etc. Asimismo, coincide con la terapeuta en que se fije un
horario determinado para el acceso al móvil y a esta plataforma. "Una
buena hora, por ejemplo, puede ser tras hacer los deberes y antes de cenar. Es conveniente
evitar que se lleven el móvil a la cama y que estén horas y hora sin control,
que ya es el mayor problema de los adultos, por cierto", destaca.
Por último, pero no menos
importante, les pide que les hagan entender a los pequeños que el valor de los
likes es algo relativo. En definitiva, que les enseñen que "el éxito en la
en la vida, en sus estudios, no reposará sobre el número de likes o
comentarios".
El futuro de los instagramers
infantiles
¿Cómo puede afectar a un niño una
fama desorbitada en Instagram y otras redes sociales? ¿Puede influenciar en su
personalidad como adulto? Moreno no lo tiene claro del todo y cree que depende
de la exposición y el uso que el infante haya hecho de las redes sociales,
aunque "quizá no se sienta cómodo o le afecte de alguna manera la creación
de su 'marca personal' en estas plataformas de pequeño y la imagen que se ha
dado de él". Sea como fuere, el experto en Social Media vuelve a insistir
en que deben ser los padres los que tienen que cuidar de que el éxito no les
influya demasiado y tampoco lo haga en el futuro.
Por su parte, el fundador de
Instagramers es consciente de que los pequeños influencers pueden sufrir en el
futuro "problemas de autoestima, de falta de capacidad en entender lo que
es la vida real o conocer el valor de las cosas", aunque considera que no
habría mucha diferencia con lo que les ocurre a otros talentos precoces en
otros campos. "¿Cuál es la edad mínima para hacer de un niño superdotado
un talento mundial? ¿Jugar al fútbol o al tenis a nivel profesional tiene una
edad mínima? ¿Acaso Messi le preguntaron a sus pocos años si quería jugar en el
Barca? ¿Acaso es más "preocupante" tener un niño en casa con un
millón de followers en Instagram tener o un niño virtuoso que de conciertos de
piano por todo el planeta? Parece que lo de tener éxito en las redes sociales
tiene menos "caché" o es más frívolo que otras formas de éxito,
¿verdad? y sin embargo, ¿cuál es la diferencia?", se pregunta González.
La psicóloga y responsable de
asistencia familiar manifiesta que, de no tomarse a tiempo las
"previsiones emocionales adecuadas" estos jóvenes instagramers
podrían desarrollar en la adultez el conocido como síndrome del juguete roto,
que se suele dar en personas que en su infancia han destacado especialmente en
un área o han sido famosos pero de mayores no tienen el mismo éxito o atención
pública. "Ser una celebrity de Instagram en edades tempranas puede
repercutir en la edad adulta de distintas formas. La baja tolerancia a la
frustración, las necesidades de aprobación constante y los problemas o
trastornos de personalidad pueden ser sólo algunas", sentencia.