Republicado con autorización de: https://www.educapeques.com
Autoría: María Eugenia Daney
El respeto: Dentro de la
enseñanza de los valores se encuentra el de respetarse a uno mismo y a los
demás. Y podría considerarse como el valor principal a transmitir y enseñar a
los niños.
La autoridad de los padres es
algo que muchos niños en la actualidad no tienen. Sin embargo, la falta de esta
(es decir que los niños no respeten a sus padres) produce un quiebre en las
relaciones familiares por la falta de cumplimiento de ambos roles (aunque claro
de forma inconsciente).
Situar al niño en el centro de
nuestras prioridades puede ser un error para ellos ya que, una de las
consecuencias es que el niño crea que tiene el control, el poder o el mando de
sus padres. Esto trae como consecuencias la falta de respeto de los niños hacia
sus padres.
El respeto: 10 consejos para
conseguir que tus hijos te respeten
Respeto entre los cónyuges. El
respeto entre los padres es crucial para que los niños sepan de qué modo es
adecuado el trato entre los adultos. Esto permite que el niño no solo sea
testigo del respeto entre los padres sino que también coloque las bases para
una futura relación de pareja.
No mentirles. Una mentira que luego se
descubre es la antesala de la falta de respeto de los niños hacia los adultos.
Por otra parte, esto habilita de manera inconsciente para que los niños mientan
en un futuro: “si tú lo has hecho, ¿por qué yo no puedo?”
Escucha sin interrumpir a los
niños. Esto promueve el ejemplo para que ellos hagan los mismos hacia el trato
no solo con sus padres sino con el resto de las personas.
Educa con palabras claves. Estas palabras claves
son “por favor”, “gracias”, “permiso” o “lo siento”.
No les brindes todo cuanto ellos pidan. Los
niños no tienen límites en este aspecto ya que, muchas veces, utilizan “los
pedidos” como un medio de dominación hacia sus padres. Luego de la dominación,
viene la falta de respeto. No brindarles todo lo que ellos piden de inmediato,
les ayuda a comprender que ellos son los niños pero es el adulto el que
continúa decidiendo por ellos.
No gritar. Aunque ellos se hayan portado mal,
hablarles sin gritos es una invitación a la obediencia ya que los gritos
estimulan sentimientos de miedo y distancian.
No enojarse si ellos contradicen a sus padres.
Por el contrario es más productivo hacerles notar su error o corregirlos de
manera positiva. Existen maneras correctas para responder y esto es algo que
debemos dejar en claro.
Utiliza las reglas de convivencia. Estas
reglas o normas de convivencia permiten al niño reconocerse dentro del grupo
familiar, es decir ser parte de éste. Esto, además de beneficios, trae
responsabilidades y las reglas de la casa que guían al niño en este aspecto.
Por ejemplo; no interrumpir cuando un adulto habla con otro.
Tener coherencia entre las palabras y los
actos. De nada serviría decir algo a un niño y luego hacer todo lo opuesto. La
coherencia es fundamental para transmitirles respeto de los padres hacia los
niños.
No permitir insultos de ningún tipo. Es
indistinto si estos son dirigidos hacia otra persona, hacia una mascota, hacia
un compañero de escuela que no conozcamos o hacia los padres: nunca hay que
permitir que el insulto forme parte de su vocabulario. Cuando el insulto se
hace cotidiano, la falta de respeto es completa hacia todo lo que rodea al
niño. Algo difícil (pero no imposible) de revertir que además provoca efectos
negativos en su psiquis.