Autoría: Carlos Pajuelo
Republicado con autorización do autor: http://blogs.hoy.es/escuela-de-padres
Un niño nunca es un inútil, un adolescente tampoco. Un niño
y un adolescente están aprendiendo, tienen que aprenderlo todo y te necesitan
para poder hacerlo. Se equivocan, claro que se equivocan y sus equivocaciones
tienen consecuencias, te asustan, te preocupan, te hacen dudar, a veces te
desesperan, te sacan de quicio, pero aun así no les digáis que son unos inútiles.
Un niño, un adolescente jamás es un inútil.
Para crecer, para que se construyan como personas adultas e
independientes nuestros hijos necesitan que los eduquemos con manos que los
sostengan, con abrazos que los protejan y con palabras que alienten; para
crecer necesitan que creamos en ellos de verdad, pero que creamos en lo que
realmente son y no en lo que nos gustaría que fuesen; nuestros hijos necesitan
que les señalemos dónde está el norte, necesitan que haya normas y límites que
favorezcan que aprendan el autocontrol; nuestros hijos necesitan padres y madres constantes; necesitan que
tengamos paciencia y ganas de educar y sobre todo necesitan que sus padres, sus
educadores, jamás, nunca, a pesar de los pesares, pierdan la confianza en sus
hijos y menos aún en ellos mismos.
No, no les digas inútiles. Enséñales cómo se hace, una y
otra vez. Sé un modelo. Pero intenta ser un modelo convencido de que esto es lo
que hay que hacer. No seas un modelo con cara de fastidio, con hartura, con
desgana.
No, no les hagas sentir inútiles. No hagas las cosas por
ellos y dales tiempo, solos tardan más
en hacer las cosas, tardan más y a veces las hacen mal, pero así aprenderán.
Señala sus éxitos y se modelo para cómo corregir sus errores.
No, no le llames inútil. Pero hazle ver que en esta vida hay
que esforzarse, hay que poner ganas, a veces hay que sufrir, hay que
intentarlo, hay que luchar. Y que vean en sus padres un modelo de cómo hacer
esto.
No, no les llames inútiles porque esa palabra encierra el
mayor lastre para poder crecer. Esa palabra se va colando por cada poro del
cuerpo del que la escucha y lo termina paralizando, haciéndole sentir poca
cosa, insignificante.
Crecen rápido, así que elogia pero corrige. Anima pero
responsabiliza. Y sobre todo no olvides nunca que tú, tu actitud educando como
madre y como padre es lo que más les ayudará a no sentirse inútiles.