Autoría: Laura Cifuentes
Republicado con autorización de http://www.escueladesuperpadres.es/
En el día
a día continuamente estamos poniendo nombre y etiquetando las cosas en categorías, incluso cuando nos
referimos a personas: ella es simpática, él es exigente, ella es una vaga, etc.
En el caso de los niños/as, con frecuencia, les colocamos adjetivos (movido, dejada, enfadica, callado) ante los
comportamientos que están teniendo. En la entrada de hoy, vamos a ver que
ocurre cuando estamos “etiquetando” a los pequeños y qué otras cosas más
positivas podemos hacer.
Para
empezar, quiero introducir un término que en psicología se conoce como “Profecía autocumplida“. Éste se refiere al fenómeno que
aparece cuando tenemos una creencia hacia alguien y que
finalmente termina
por cumplirse. En gran parte, tiene que ver con nuestra conducta, ya que ella intenta ser coherente con las
creencias que estamos sosteniendo. Un caso en el que se ha estudiado mucho este
fenómeno ha sido en el colegio. Se vio que aquellos niños/as con mejores
resultados eran también aquellos que el/la profesor/a, desde el inicio del
curso, creían que lo harían mejor que el resto. Por eso, aunque no de forma
consciente, les prestaban más atención, utilizaban más recursos y más tiempo,
provocando que precisamente los resultados fuesen mejores tal y como esperaban.
La
profecía autocumplida, como fenómeno, no es ni
bueno ni malo sino que
depende de cuál sea el tipo de creencia que mantengamos. Por eso, hay que
intentar no
“etiquetar” a los
pequeños con adjetivos negativos porque puede llegar a cumplirse nuestra expectativa.
Es más recomendable lo siguiente:
1.
No decir “Eres malo” sino “Lo que has hecho está mal“
2.
En vez de decir “Eres una dejada”
podemos cambiarlo por “No está bien que dejes las cosas por el medio, recógelo
por favor”
Añadir
que en el tema
escolar esto también
ocurre. Alguna vez se ha podido escapar un “es que no vales para las
matemáticas” y esto a largo plazo, ya sabemos que puede terminar por
cumplirse. En esos casos, es mejor referirnos con frases del tipo “No te ha salido el examen bien, puedes probar a estudiar más o de
otra forma“. Como decía Henry Ford: “Tanto si crees que puedes, como
si crees que no puedes, en ambos casos tienes razón”.