Republicado con autorización del autor:
Carlos Pajuelo
Noticias
luctuosas y trágicas como la de la matanza del pasado fin de semana en París
generan un gran impacto en todos nosotros. Es fácil que actos tan violentos
generen ansiedad, miedo y desesperación.
Sin
embargo, los adultos tenemos unas estrategias para poder hacer frente a estas
noticias de las que carecen nuestros hijos, por lo que no deberíamos dejar
pasar la oportunidad de educar, de hablar de este tema con los niños, que
posiblemente no entiendan qué ha pasado, por qué, y que reaccionen con miedo.
Tener
miedo es normal. El miedo es una emoción que nos ha permitido sobrevivir como
especie. Pero una cosa es tener miedo, y otra diferente, vivir asustado. Los
valientes tienen miedo, pero se resisten a vivir asustados.
Esta
es la tarea que tenemos padres y madres: la de educar a nuestros hijos para que
aprendan a no vivir asustados. Por ello, a la hora de abordar este tema con
nuestros hijos, debemos tener en cuenta las siguientes claves:
1º.- Desdramatizar. Si los padres nos
descontrolamos ante esta situación, si entramos en un estado casi de “pánico”,
difícilmente vamos a poder ayudar a nuestros hijos a enfrentarse con calma a
esta situación. La mejor manera de abordar esto es desde la calma y la tranquilidad.
2º.- Debemos preguntarles a los
hijos qué piensan sobre este hecho. Así nos será posible
poder identificar qué ideas y sentimientos son los que tienen respecto a esta
situación, y así podremos ayudarles a que las elaboren y expresen
correctamente.
3º.- No les digas que “no te
preocupes” o que estas son cosas de mayores.Ningunear
las emociones de los hijos no les ayuda ni a ellos ni a nosotros en nuestra
tarea de educar.
4º.- Hacerles ver que es
normal sentir miedo pero que, en la vida, es imposible poder
tener control sobre todo. Que, a pesar de las dificultades con las que nos
enfrentamos, la solución, la respuesta a estos miedos es
continuar con las rutinas de nuestra vida.
5º.- Ayúdales, sobre todo a los adolescentes, a que
“no se pongan de perfil” a la hora de dar explicaciones a estos hechos. No
hay justificación para lo injustificable. En estas situaciones no
hay espacio para la neutralidad.
6º.- Sentimos más empatía por aquellos
que consideramos semejantes a nosotros, por aquellos que sentimos cercanos. Y eso no supone
ninguna ofensa es sencillamente un mecanismo de identidad social. De la misma
manera que siento más pena si muere un familiar de un amigo que si muere el
familiar de un desconocido.
7º.- Eres ejemplo, te lo vuelvo a
recordar.
No vivimos en el mejor mundo de los posibles pero para que el mundo sea mejor
encarguémonos cada uno de nuestro metro cuadrado, esa es nuestra tarea como
padres y como ciudadanos, mejorar nuestro mundo más cercano. Así mejoraremos el
de nuestros hijos.
8º.- A vivir, a seguir
viviendo, con más o menos miedo, pero nunca asustados. Este es la mejor
enseñanza que les podemos dar a nuestros hijos para que aprendan a dar
respuestas adaptativas a situaciones que nos pueden paralizar.
Dentro
de unos días pasará porque todo pasa. Al final de esto sólo quedará el dolor en
las familias de las víctimas. El mundo seguirá girando.
Pero tú y tus hijos habréis aprendido algo
nuevo. A que, para seguir viviendo es necesario no “mirar para otro lado”