Autoría: Katy Gutiérrez
Republicado con autorización de: http://www.educapeques.com/
El
perfeccionismo en los niños y la autoestima baja
Todos deseamos hacer bien
las cosas, disfrutar de ello y que los demás puedan reconocerlo, pero ¿Qué pasa
cuando nuestro hijo a pesar de hacer las cosas muy bien, no las disfruta y le
cuesta aceptar los elogios? Puede ser que estemos ante un niño perfeccionista.
Saca muy buenas notas, pero
el día que no lo hace, se convierte en un drama; rompe sus dibujos porque no le
han salido bien; intenta destacar en clase a toda costa; detesta perder…son
algunos ejemplos de rasgos perfeccionistas en los niños.
Características de los niños
perfeccionistas:
- Cada trabajo lo realiza con mucho
detalle y vuelve a repetirlo uno y otra vez, perdiendo mucho tiempo en el
proceso
- Siente mucha presión ó ansiedad cuando
no domina algo
- Prefiere abandonar antes que hacer las
cosas mal
- Hace las cosas muy bien, pero a costa de
mucho sacrificio
- Es minucioso
- Le cuesta trabajo recibir elogios
- Siempre cree que podría haberlo hecho
mejor
- Es muy exigente y crítico consigo mismo
y con los demás
- Tiende a las rabietas cuando algo no le
sale bien, por muy ordinario que sea
- Le cuesta trabajo tomar decisiones
- Tarda mucho en arrancar o quizás nunca
lo hace porque siente que no podrá hacerlo bien
¿Cuál es su motivación por
hacer las cosas perfectas?

Desde mi punto de vista,
todo tiene que ver con la motivación que tienen para hacer las cosas
perfectas:
Motivación interna/ interés
genuino: Cuando el niño se esfuerza y va aprendiendo de sus
errores, sigue adelante y se encuentra automotivado. Disfruta y va aprendiendo
durante el proceso. Hay un crecimiento y enseñanza, independientemente de que
llegue al objetivo marcado o no.
Las emociones y
conductas que acompañan a este tipo de motivación son: Aumento de energía,
ganas de intentar una y otra vez, perseverancia, creatividad, sabe pedir ayuda,
sabe escuchar consejos, desecha la crítica, positivismo, paz, reconoce sus
puntos fuertes y débiles.
Motivación externa y/o
autoexigencia: Cuando el niño se esfuerza sólo para obtener
la aprobación ó el reconocimiento de los demás (padres, profesores, amigos..) o
simplemente se exige demasiado así mismo. Se trata de una imposición, no de un
genuino interés por la excelencia.
Las emociones y
conductas que suelen acompañar este tipo de motivación son: Ansiedad,
presión, ira, autoestima baja, comparación constante con otros,
miedo al fracaso, abandono y miedo a intentar cosas nuevas.
Consecuencias negativas a
mediano/largo plazo del perfeccionismo por motivación externa o autoexigencia:
- Ineficacia: Ser
tan minucioso o pasar tanto tiempo sopesando la situación para evitar
equivocarse, hace que se pierda tiempo muy valioso o que deje del lado el
objetivo principal.
- Fracaso: Cuando
cuesta trabajo reconocer los errores, no se aprende de ellos y la ansiedad
y las rabietas, pueden terminar dominando la situación.
- Abandono con frustración: O
le salen perfectas las cosas o mejor lo deja, pero con culpabilidad
- Aislamiento social: Una
alta competitividad, críticas mordaces y falta de paciencia, hacen que los
demás puedan ver ese niño como alguien repelente.
- Autoestima baja: Necesidad
de complacer a otros, sensación de fracaso y de falta de valía, a pesar de
que incluso pueda ser admirado por los demás.
¿Cómo pueden ayudar los
padres a reducir el nivel de perfeccionismo de sus hijos?
Menos presión y expectativas
más realistas, los hijos no tienen por qué cumplir los
deseos frustrados de los padres, ni tienen porque tener las mismas capacidades
que otros. Evitemos frases del tipo: Me has decepcionado.
Dejar de lado el modelo de
los padres perfectos, quizás el padre o la madre tienen rasgos
perfeccionistas que sirven de ejemplo y retroalimentan el carácter del niño.
Familias modélicas que dejan poco margen para el error.
Hijo, te quiero por lo que
eres, no por lo que haces/logras, es importante que los
niños perciban un amor incondicional de los padres y que el amor no está
condicionado a su conducta o méritos en la vida.
No perfecto, sino
perfeccionándose, dar el mensaje a los niños de que es más
importante dar el paso y avanzar, que quedarse paralizado por querer hacer todo
bien.
Perfección vs rapidez, el
niño debe aprender a distinguir cuando una tarea requiere precisión y/o
atención al detalle y cuando se valora más la rapidez en la ejecución.
Se aprende más de los
errores, desdramatizar los fallos, incluso ayudarle a comprenden
al niño la enseñanza que hay detrás de los fallos. Es muy útil que los propios
padres cuenten anécdotas o ejemplos de cómo aprendieron ellos mismos de sus
errores.
Lo mas importante es que la
perfección no paralice, sino más bien que el niño aprenda a valorar el esfuerzo
y enseñanza que se obtiene a lo largo del camino. Un camino donde hay cabida
para los errores, las carencias y no por eso decae la motivación por el buen
hacer.
Por eso, la perfección no
debería de ser un abjetivo sino un verbo en presente continuo, en constante
movimiento.