Autoría: Sara Tarrés
Republicado con autorización de: http://www.mamapsicologainfantil.com/
Muchas
veces parece que nuestros hijos estén constantemente paseándose al borde de los
límites, casi a punto de quebrantarlos, poniéndonos a prueba, observando
nuestra reacción. Seguro que si te has encontrado en esta situación te habrás
preguntado ¿Por qué? ¿Por qué nos retan de este modo? y ¿qué hacer en
estos casos cuando nos ponen a prueba de esta forma?
Hoy
hablamos de ello, intentando dar respuesta a estas dos preguntas y verás como
la solución a esta problemática está en tus manos mamá, papá. Se trata de
escuchar lo que nuestros hijos dicen con su comportamiento y no dejarnos
arrastrar por el enfado.
A medida
que nuestros hijos crecen van aprendiendo nuevas formas de retarnos, de ver
cómo reaccionamos si hacen tal o cual cosa. Es su modo de aprender, de saber
hasta dónde pueden llegar y qué puede suceder después. Este tipo de
comportamiento es realmente agotador para los padres, sobre todo si
tenemos un hijo que siempre se está paseando por los límites intentando
quebrantar alguna norma pero sin llegar a hacerlo.
¿Por qué se pasean al borde de los límites?
Normalmente los niños que se pasean al borde de los límites,
es decir, haciendo aquello que les hemos mandado pero insinuando que van a
desobedecernos en cualquier momento lo suelen hacer porque
1. es el modo de ponernos a prueba y ver qué puede pasar si por una vez
transgreden las normas, o bien,
2. para llamarnos la atención,
saben que cuando están al borde de la transgresión les estamos observando, es
su modo de decirnos “eh, mamá estoy aquí, yo tengo el control, yo decido si
cumplo o no lo que me has dicho …”
¿Qué hacer cuando nuestros hijos nos retan
de este modo?
Tengamos
en cuenta de que en esta ocasión estamos hablando de niños a partir de 6-7 años
o más, de niños que han aprendido a sacarnos de quicio como parte de un juego
pernicioso. Pernicioso porque a pesar de que ellos disfrutan poniéndonos a
prueba mientras dura su juego al final suelen acabar castigados o con una buena
reprimenda.
Hay niños
que se han especializado en este juego de estar constantemente paseándose por
los límites, lo han aprendido a lo largo de los años, han observado qué nos
molesta, nuestras reacciones y, sin una intención maliciosa de herirnos, han
conseguido llevarnos a su terreno. Y en este juego de lucha de poderes ellos
ganan.
La solución pasa por:
·
no dejarnos llevar por las emociones,
·
por no hacer caso a este comportamiento,
·
aprender a no ver lo que están haciendo.
Se trata de aprender a aplicar la técnica de
la extinción de conductas, es decir, no reforzarlas con nuestra atención por más negativa que sea ésta, sigue
siendo atención y eso es precisamente lo que refuerza la conducta que tanto nos molesta de nuestros
hijos.
Ahora que
sabemos que su intención es jugar al gato y al ratón, podemos decidir no entrar
en él. Pronto verás como deja de retarte porque el juego en solitario no tiene
ninguna gracia ni emoción. Al principio costará, intentará con más fuerza
llevarte a su terreno (recuerda, tu hijo no es tu enemigo, es un niño al que
debemos educar) cuando entres en esta fase si no tienes fuerzas para ignorar su
comportamiento retírate a otra habitación. No debe notarnos molestos por su
modo de actuar, no debe ver ni un solo gesto en nuestra cara, debemos hacer
como si no ocurriera nada.