Autoría: Eugenia Olego
Republicado con autorización de: http://www.psicologosantacoloma.es/
Los
viajes comienzan cuando empiezas a soñarlos
Vivimos
en un mundo que va más rápido que nosotros mismos, donde los pequeños momentos
con las personas más importantes de nuestra vida, no se aprecian, ni se
encuentran, muchas veces por las largas jornadas de trabajo. Y los instantes
que estamos con ellos se rigen habitualmente por las nuevas tecnologías, con lo
que la comunicación es menor.
Viajar
es algo que enriquece a uno mismo desde el primer momento; nuevas culturas,
distintas experiencias y otras perspectivas del mundo. Todo a tu alrededor es
nuevo y en ese momento el tiempo es algo secundario. Por eso, ¿qué mejor manera
de enriquecer la relación familiar sino la de escoger cualquier rincón de
nuestro hermoso planeta sin tener que mirar las agujas del reloj?
Probablemente
os pondréis a pensar: ¿Dónde puedo llevar a mi hijo? ¿No hay lugares peligrosos?
¿No es caro viajar con ellos? ¿Me perderé cosas interesantes que ver cuando
viaje? Son muchas cuestiones que los padres se plantean antes de un viaje, y
evidentemente es recomendable informarse antes de elegir un lugar, precisamente
para que no haya tantas dudas a la hora de hacerlo. De hecho hay muchas webs
que están especializadas en este tema.
Y
¿por qué viajar con los más pequeños? ¿Qué les enseñamos con ello?
·
Conocer nuevas
culturas
Descubrir
distintas tradiciones de mundo, abre cualquier mente. Y pueden ser culturas
parecidas a la nuestra, como la italiana, o, en cambio, podemos descubrir
culturas totalmente desconocidas para nosotros, como la asiática. Visitar
monumentos, probar su gastronomía o conocer sus costumbres, ayuda a entender
más profundamente el lugar. Para que los niños entiendan y acepten las
diferencias culturales es atrayente acudir a centros educativos y preguntar si
pueden interactuar con los niños. Jugar en los parques, conectar con alguna
familia o compartir la estancia en su casa son también buenas opciones para que
nuestros hijos entren en contacto con los niños de otros lugares. En
definitiva, digamos que es una manera más de aprender.
·
Recolectar
recuerdos
Los
juguetes a la larga se rompen, pero las memorias perduran para siempre.
Interminables charlas con un fuego alrededor, contar las infinitas estrellas,
probar platos típicos, jugar con niños locales, ir en dromedario por el
desierto, atravesar el Amazonas en una canoa, ver edificios gigantes, ser
voluntarios en un refugio de monos, serían experiencias que los niños podrían
tener en su memoria a largo plazo.
·
Enseñarles nuevas
habilidades
Como
la fotografía. A los niños les encanta sacar fotos.
Es un buen momento para instruirles en este mundo tan interesante y creativo. El
hecho de que puedan aprender una habilidad y ver que lo hacen bien, realza su
autoestima y seguridad personal, y qué mejor manera que captar imágenes de
experiencias que uno mismo ha elegido en ese preciso instante.
·
Más tolerantes y
respetuosos
Cuanto
más viajemos, más personas distintas conoceremos, y ello nos dará una visión
más cosmopolita del mundo en que vivimos.
·
Viajar suena a
aventura
Descubrir
otros lugares hace que sea tan apasionante como abrir un libro y ser el
protagonista de la historia. Aumenta muchísimo la creatividad del niño el hecho
de conocer tierras desconocidas.
·
Disminuye el
estrés
Viajar
hace que podamos relajarnos sin estar pensando en rutinas y horarios. A los
niños les ocurre exactamente lo mismo, pero no solamente por el hecho de
viajar, sino porque nosotros reducimos nuestro índice de estrés.
·
Ser creadores de
guías de viaje
Podemos
animarles a que se atrevan a escribir sus propias experiencias.
·
Los roles
desaparecen
Encontrarse
en un ambiente diferente hace que las responsabilidades de cada miembro de la
familia se borren, haciendo que haya más libertad en cada uno, con lo que
facilita más el dejarse llevar y disfrutar juntos una misma cosa.
Es
fundamental despertar la curiosidad de los más pequeños con el viaje que vais a
realizar juntos. Por eso, es recomendable que lo involucréis desde la
planificación de la aventura. Háblale de todo lo que vais a hacer, hazle
partícipe de sus propuestas, transmítele tu ilusión y ganas de hacerlo ya que
ellos valoran mucho lo que nosotros pensamos y sentimos. Una buena motivación
es enseñarles fotografías o actividades atractivas del lugar; o también
facilitarles webs, guías, foros, libros y que puedan investigar por su propia
cuenta.
Si
quieres extender más sobre este tema, te puedo recomendar un libro muy
interesante: “Viajar con niños. El manual para
preparar tus vacaciones en familia” que ha publicado La Editorial Viajera.
Te habla de trucos y consejos prácticos a la hora de viajar con tus hijos. Te
contestarán a preguntas como estas: ¿Son demasiado pequeños todavía? ¿Llevamos
todo planificado o improvisamos? ¿Qué es imprescindible meter en el equipaje?
¿Qué documentación necesitamos? ¿Cómo los motivamos para que no se aburran?
¿Qué hacemos si no les gusta la comida? ¿Aguantarán bien los traslados? ¿Y si
les pasa algo o caen enfermos?
Importa
poco si viajamos cerca o lejos, viajar con niños es la mejor manera de guiarles
en el descubrimiento de nuestro planeta y hacerlo juntos da lugar a una conexión
más profunda y sólida de nuestra relación con nuestros pequeños, e ir de la
mano para recorrer juntos parte del camino hacia su madurez y formación como
personas humanas. Hay un sinfín de beneficios y aspectos positivos que vale la
pena iniciar con algo tan hermoso como es el descubrir
nuestro planeta.