Autoría: Sara Tarrés
Republicado con autorización de: http://www.mamapsicologainfantil.com/
Una de las formas que tenemos los padres a la hora
de motivar la buena conducta de nuestros hijos es otorgarles
recompensas por su buen comportamiento. Recompensas que los expertos siempre
recomendamos que no sean materiales, ya que con ellas corremos el peligro
de catequizar a nuestros hijos en chantajistas profesionales.
¿Por qué creo que las recompensas
materiales son un peligro para la educación de nuestros hijos?
El
peligro de utilizar recompensas materiales va más allá de que no son eficaces
para mejorar la conducta de nuestros hijos a largo plazo porque:
1.- cada vez que
le compramos un juguete a nuestro hijo por portarse bien él recibe el
mensaje de que tener cosas es lo más importante en la vida.
2.- Con este
mensaje en mente crecerá creyendo que para ser feliz necesita tener cosas y más
cosas, por lo que siempre se sentirá insatisfecho con aquello que haga si no
obtiene una recompensa material tras su esfuerzo.
3.- Con las
recompensas materiales los niños se vuelven materialistas y
caprichosos.
4.- Solo se
esfuerzan si hay una recompensa al final. Las recompensas materiales se vuelven
el motor de sus conductas.
5.- Corremos el
peligro de estar programando a nuestros hijos para sentirse poco valiosos y
desdichados en un futuro cuando se den cuenta que la vida real funciona de un
modo distinto al que le hemos estado acostumbrando.
Cuando
tenemos que escoger una forma de recompensar a nuestros hijos por algo que han
hecho bien debemos tener en cuenta que no todos los premios son igual de
eficaces, es más, algunos son incluso contraproducentes como hemos visto en el
caso de las recompensas materiales. Pero sí podemos otorgar pegatinas,
insignias o tickets validos para canjear por actividades (ir al cine, hacer una
excursión).
Las recompensas materiales
son menos gratificantes y menos efectivas que los refuerzos
emocionales como por ejemplo ir a dar un paseo en bici con papá o
mamá, preparar un pastel o jugar al parchís. Los niños aprenden más lentamente cuando solo les
recompensamos con juguetes o
golosinas por una cuestión del tipo de conexiones neuronales que provoca una
gratificación emocional versus una material.
Si buscas cómo recompensar adecuadamente a tu hijo
piensa en algo inmaterial.