Son un neno e cada vez son menos neno!

Autoría: Elena Roger Gamir (Pedagoga)
Republicado con autorización de: http://www.solohijos.com/

Estoy cansado por las mañanas, me gustaría dormir un poco más antes de ir al colegio. Me gustaría que me levantaras con mimitos y caricias. Me encantaría que no tuvieras prisa y me ayudaras a vestirme. Claro que yo sé vestirme pero me gusta sentirme un bebé a tu lado y que me ayudes, como hacías antes.
Ir al colegio cada mañana no es fácil. Yo solo quiero quedarme contigo todo el día. Allí tengo muchas cosas que hacer, algunas me divierten pero otras muchas más no. A veces tengo ganas de saltar y reír pero “no es el momento”. Tengo ganas de volver a verte pero “tengo que esperar hasta que termine la clase, como los demás compañeros”.

Voy aprendiendo, un poco despacio porque no lo entiendo, pero aprendo a esperar mi turno, a hacer lo que hacen los demás, a estar sentado sin interrumpir ni hacer ruido. Ahora ya he aprendido a no probar cosas nuevas no sea que me equivoque y alguien se enfade conmigo. A mi profe no le gusta perder tiempo conmigo…mejor no hacer ruido…
Menos mal que cuando vuelvo a casa estás tu para abrazarme… Me compensa todo porque veo tu sonrisa. Yo trato de hacerlo todo bien para que me quieras y me aplaudas y me beses. Pero a veces, no sé en qué fallo y te enfadas. Yo no lo entiendo pero me castigas y no sé porqué. Y repito mi error. Y me castigas más. A veces me ignoras y otras me gritas. Cuando siento que soy invisible para ti, yo me siento tan mal que solo quiero molestar, y gritar y llorar.  Yo no sé que puedo hacer para hacerte feliz. Pensaba que quererte era suficiente…
A veces me gustaría ser diferente. Dejar de ser yo y parecerme más a mi hermano. O ser más mayor para entender cómo va tu mundo y hacerlo todo como a ti te gustaría. Sin entristecerte. ¡Te quiero tantísimo! Y me gusta tanto cuando me miras de esa manera tan tierna… Yo necesito eso cada día, más que otra cosa en el mundo…
Soy un niño. No tengo por qué tenerlo todo controlado. Ni siquiera puedo saber siempre cuáles serán las consecuencias. No es que quiera portarme mal, es que no llego a portarme cómo tú quieres. Son demasiadas normas, demasiadas prohibiciones, demasiadas palabras hirientes. Soy un niño y cada vez soy menos niño…